A la mañana siguiente Cal estaba muy estresado por el baile en su honor.
Esa noche el rey anunciaría su compromiso con la princesa de Estes.
Por primera vez en su vida, el jovencito sentía miedo de asistir a un evento.
Y es que esa noche estaría invitada toda la corte medriana.
Mientras desayunaban en los aposentos del joven príncipe, el amigo de éste miraba con glotonería los postres en la mesa, un tanto indeciso decidió tomar una tarta de frutos rojos, y al morderla suspiró.
- Supongo que mi hermano no podrá venir al baile.
Dijo Cal de repente con aire apesadumbrado.
- Que te hace pensar eso?.
Contestó Altair con genuino interés.
- Pues que en realidad su reino queda bastante lejos, y se fue hace unos días, es imposible que este a tiempo. Prácticamente está a 48 días de aquí.
Simplemente no puede estar conmigo hoy.
Le explicó abatido.
- Pero yo ví a Fen antes de llegar aquí.
Replicó Altair muy serio.
Cal lo miró fijamente durante unos instantes totalmente sorprendido.
- ¿Ayer lo viste?.
Le preguntó.
- Sí, me lo encontré en el Errante cuando mis hombres quisieron parar por unos tragos antes de llegar al castillo.
Respondió el otro.
- ¿Que hacía mi hermano en una taberna?
Quiso saber el muchacho.
- No lo sé, pero supongo que estaba de paso. ¿Hace cuántos días dejo el castillo?.
Cal pelaba una carambola que le habían traído durante el regreso del reino de Estes,
luego se comió la particular fruta con forma de estrella, estaba dulce y ácida al mismo tiempo.
- Cinco.
Contestó Calisto tratando de no morir asfixiado por hablar con comida en la boca
- Que extraño, tal vez se entretuvo con algo.
Tocaron la puerta, el príncipe indicó que pasara quién sea que estuviese fuera.
De repente entró un guardia bastante agitado y con cara de preocupación.
- Su alteza, ¡Su hermano fue atacado!
Informó el hombre apenas verlo.
Ambos muchachos se pusieron de pie de un salto.
- ¿Artemis?
Preguntó el príncipe extrañado.
Aunque a Cal le costó creerlo se dió cuenta que si se preocupó por su hermano mayor, tal vez no lo odiaba tanto como creía.
- No mi señor, su hermano Fenhir.
Explicó el soldado.
El muchacho sintió que se le venía el mundo encima.
- ¿Dónde está?
Preguntó con un hilo de voz.
- Con el maestre Videny mi señor.
- ¿Y mi padre?.
Quiso saber.
- Su majestad y el príncipe Artemis están con ellos.
Altair y Cal en seguida salieron como una exhalación del lugar, corrieron tan rápido como les permitían las piernas y los pulmones.
En más de dos ocasiones tomaron caminos equivocados para poder llegar al ála norte del castillo.
- ¡Mierda! tomamos el puto camino más largo. ¡Puto castillo del carajo!
Exclamó Calisto con exasperación,
mientras Altair sólo se limitó a seguirlo por todo el lugar.
- ¿Es tu castillo y no lo conoces?.
Le preguntó el joven pelirrojo bastante contrariado.
- Nunca había venido a esta parte del castillo, jamás voy a la torre norte porque no tengo nada que hacer ahí.
Por si no lo habías notado este puto lugar es enorme, literalmente es una maldita ciudad vertical.
Le respondió el príncipe, quién luego de unos momentos se orientó.
- Si, pero tienes viviendo aquí toda la vida.
Comentó el hijo del conde.
El príncipe puso los ojos e blanco con hastío.
- Altair, en este maldito castillo del infierno hay tantos lugares, incluso pasadizos, dudo siquiera que mi padre o mis hermanos lo conozcan al cien por ciento.
Y para recordarte, tengo prohibido ir a muchos lugares de esta maldita edificacion... Ah ya recordé... Por aquí.
Le indicó éste.
Mientras atravesaban el enorme salón hecho con mármol blanco, altos techos abovedados y enormes columnas de cuarzo, se dió cuenta de que los sirvientes estaban decorando todo para su fiesta de cumpleaños.
Al llegar a las largas escaleras que daban a la torre se percató de que habían sirvientes que estaban limpiando grandes manchas de sangre en el piso.
El alma se le cayó a los pies, al llegar encontró a varios guardias heridos fuera del estudio del maestre Videny.
Al verlo varios guardias lo miraron con odio. Cal no sabía bien que sucedía.
Al entrar vió a varios médicos y al maestre limpiando las heridas de su hermano, el rey y Artemis al verlo se pusieron de pie.
- General Aamon, por favor escolte a mi hijo Calisto al calabozo.
- ¿Qué?.
Preguntó el príncipe.
Cal estaba sorprendido mientras Altair lo miraba igual de contrariado.
- Si su majestad.
Respondió Aamon.
- ¿Que sucede? Padre ¿que sucede? ¿Porque pides que me arresten?.
Preguntó Cal.
- ¡Maldito traidor!.
Bramó Artemis, acercándose al menor con la espada desenvainada.
Cal dió un paso atrás, pero Altair lo tomó del brazo con fuerza y luego le aplicó una llave para inmovilizarle.
el muchacho estaba confundido y asustado.
Comenzó a tratar de liberarse cuando un guardia se acercó y le dió con una porra en la cabeza, todo se volvió n***o y el perdió el sentido.
Cuando despertó se dió cuenta de que estaba en el suelo húmedo y frío de un calababozo.
Estaba oscuro y apenas podía ver. El pobre se sentía asustado y muy confundido.
Calisto comenzó a enumerar mentalmente los acontecimientos con forme estos le iban llegando gradualmente durante el transcurso de los minutos.
Altair su amigo lo inmovilizó para que un guardia lo dejase inconsciente.
Su padre mandó a arrestarlo y su hermano le acuso de traidor.
Su hermano Fen estaba gravemente herido y ni siquiera pudo acercarse lo suficiente a él cómo para poder tocarle.
Por primera vez y después de mucho tiempo Cal lloró; Estaba asustado y muy angustiado.
Pasaron varios días, tantos que el pobre perdió la cuenta y la noción del tiempo.
Apenas y le llevaban comida y el desgraciado joven notó que estaba perdiendo mucho peso rápidamente de manera alarmante.
Ya que al recostarse los huesos le incomodaban ante la dura superficie del frío y húmedo suelo de piedra.
Se tocó el cuerpo entero y solo sentía afilados huesos donde sea que posara los dedos.
Olía mal y tampoco es que tuviese demasiado apetito.
Desde hacía ya varios días se le había terminado el agua y los guardias le ignoraron deliberadamente cuando el joven les solicitó más, así pues se las tuvo que arreglar bebiendo directamente de una pared que tenía una filtración, pero el agua no sabía bien y probablemente estaba contaminada, pero de eso a nada...
Al cabo de un tiempo le dolía el estómago y enfermó.
Dormía todo el tiempo, se sentía agotado; De repente y por momentos le daban arranques de ira e impotencia, otras de una profunda tristeza que lo hacía querer romper en llanto de nueva cuenta.
Sin embargo cierto día un guardia bajó a dejarle comida, y al ponerla a su alcance le dijo.
- Su alteza será juzgado hoy por la tarde. Muchos miembros de la corte piden su ejecución. Otros el destierro.
Le informó el guardia; Calisto habia escuchado esa voz antes, sin embargo le costaba bastante recordar dónde.
- ¿Cómo está mi hermano Fenhir?
Le preguntó el muchacho, la voz de éste sonaba débil y ronca.
- El Maestre Videny dice qué tal vez sobrevivirá con muchísima suerte y de puro milagro. Aunque sinceramente no hay mucha mejoría, aunque para el tiempo que tiene convaleciente me sorprende su resistencia.
Unos centímetros más a la izquierda y hubiese muerto. ¿Porque lo hizo mi señor?.
Le preguntó aquel hombre con bastante curiosidad.
Cal miró al guardia y vió que este a diferencia a los otros no lo veía con odio, si no con decepción, sin embargo tenía una extraña mirada y le recordaba a alguien que había conocido tiempo atrás, pero no pudo recordar exactamente el momento y a la persona en concreto.
- No fuí yo. Ni siquiera sé de que se me acusa exactamente, hasta mi mejor amigo que es como mi hermano me dió la espalda.
Pero no importa, de igual manera me matarán.
Dijo Cal totalmente resignado y se recostó de nuevo en el frío suelo, comenzó a toser violentamente y se cubrió con el dorso de la mano, entonces vio gotitas de sangre la cual limpió inmediatamente, había comenzado con una molesta tos de pecho y le dolían los pulmones por haber estado durmiendo en el frío suelo de la mazmorra.
- Disculpe majestad, ¿No se encuentra usted furioso?.
Le preguntó aquel misterioso hombre quién proyectaba cierta aura de malevolencia a través del visor del yelmo.
- ¿Tu me crees?.
Preguntó Cal sorprendido y sin dejar de mirar el techo cóncavo del lugar.
- Pues sí. Claro que sí.
Le contestó el guardia.
- Al menos alguien cree en mí.
Respondió el príncipe con un tono de voz bastante derrotado y lamentable.
- ¿No se quiere usted vengar?...
Le preguntó aquel sujeto.
La manera sugerente en la que aquel guardia le hizo aquella pregunta le pareció extraña.
Cal intentó incorporarse pero le resultó casi imposible.
Así que mejor giró su cabeza para verle mejor.
- ¿Vengarme? ¿Pero de quién?.
Le preguntó el muchacho.
- Altair y Artemis.
Respondió el hombre.
Cal se incorporó como pudo.
Ahora estaba genuinamente interesado en lo que decía el guardia.
- ¿Que tienen que ver exactamente ellos dos con esto?.
Quiso saber.
- Pues que su hermano mandó atacar a Fenhir, y Altair lo ayudó. Fueron sus hombres quienes lo atacaron, portaban otras ropas y armaduras claro.
- ¿Cuáles?.
Preguntó Cal ya teniéndose la respuesta.
- Las de sus guardias mi señor.
- Pero, ¿Porque?.
- Su hermano Artemis se enteró que Fenhir esta gravemente enfermo.
No sé lo había dicho a nadie porque no quería preocupar a su padre el rey antes de tiempo, pero al final se lo contó antes de marcharse, no sin antes hablar de ciertas cosas con él. Sin embargo una fuente muy confiable le reveló a su hermano Artemis la enfermedad y los planes de Fenhir.
- ¿Que enfermedad tiene?
Preguntó el príncipe con voz trémula.
- Lepra.
Respondió el otro.
Cal se sintió muy mal por Fen y comenzó a llorar, con razón su hermano no quería salir al sol y no lo acompañaba a nadar al lago los días que estuvo ahí. Pero luego otras dudas venían a su mente.
- Y... ¿por qué lo atacaron?.
Logró preguntar este con voz casi inaudible.
- Porque su hermano esta muy enfermo, y no hay cura, el problema está en que antes de marcharse su hermano le dijo a su padre que antes de morir debía nombrar a un sucesor a la corona ya que Fenhir no está casado y aún no tiene hijos.
Explicó el guardia.
- ¿Y?.
- Pues que su hermano le reveló a su majestad el rey que su sucesor sería usted.
Cal se quedó sorprendido.
- Pero ahora el rey piensa que usted se enteró de alguna manera y mando a ejecutarlo para acelerar el proceso. No es un secreto que usted desea ser rey, todo el mundo lo sabe.
Confesó el guardia sin poder ocultar el tono de ironía.
- ¿Y Artemis porque mando a ajecutarle?
- Pues porque no quiere que usted llegué a la corona, Artemis intentó convencerle de que le dejase el trono a él, así podría unificar los dos reinos y convertirlos en un solo país.
Aumentando su poder, riqueza y ejército. Además el reino de Fenhir es rico en minerales, oro y plata, por no decir que tiene salida al mar y tierra adentro hacia el resto del continente, sus límites son Tarkka.
Tiene vías de comercio y un flujo de riquezas muy cuantiosas.
Sin embargo su hermano se rehusó, y le dijo que planeaba dejarle el trono a usted. Artemis ideo un plan con Altair para incriminarle.
- ¿Que ganaría Altair de todo esto?.
- Tierras, oro y sería nombrado Conde de la Tierras Altas de Alphoria.
" Yo le habría dado eso y más si me hubiera dado la oportunidad de reinar" pensó el príncipe con amargura.
Derrotado se dejó caer de nuevo.
El rey lo odiaba al igual que todos, su vida ahora estaba destruida.
Sintió el escozor en los ojos, quería llorar. Jamás se había sentido tan sólo, triste y furioso.
No había nada que pudiera hacer.
- La pregunta es: ¿Que harás ahora, Calisto II?...
"Es peor ser ignorado que ser odiado" pensó. Ahora estaba pudriéndose en esa mazmorra.
Entonces, su mente divagó en la voz del guardia, lo conocía... Ya le había visto con anterioridad, en otras ocasiones de manera esporádica.
Cuando tenía más o menos catorce años, una noche mientras él y Altair habían estado robando comida en las cocinas a mitad de la noche.
Ese soldado le había robado el aliento cuando le vio, puesto que el príncipe jamás había visto a nadie tan apuesto y atractivo como aquel rubio y pálido muchacho de enormes ojos azul gris y mirada penetrante.
Cal notó como se le erizaba la piel y un frío glacial se comenzó a sentir por todas las mazmorras. Inclusive notó el vaho salir de su boca y nariz.
“¿En qué momento comenzó a hacer tanto frío? ” se preguntó el príncipe.
- ¿Cómo es que sabes todo eso?.
Preguntó Cal con voz quebrada.
- Porque yo lo veo todo.
Le respondió una misteriosa voz que parecía carecer de emoción alguna.
Cal se incorporó y se dió cuenta de que el guardia había desaparecido.
En su lugar se encontraba una persona bastante hermosa, sin embargo no sabía decir si era hombre o mujer.
Llevaba el cabello a los hombros, sus cabellos eran de un bello color naranja rojizo que parecían bellas flamas estáticas. Su piel era blanca como la cal y sus ojos eran verdes como dos esmeraldas rodeados de unas largas y tupidas pestañas rizadas.
Su nariz y facciones eran perfectas y simétricas. Era de estatura alta y complexión delgada, pero no tenía pechos.
Parecía un arcángel como los que estaban pintados en los frescos de la Abadía. O una escultura, Cal estaba asustado puesto que había algo en su mirada. Algo malévolo.
- ¿Quien eres tú? y... ¿Dónde está el guardia?.
Le preguntó el príncipe extremadamente asustado.
- Nunca hubo guardia. Yo siempre estoy viendo todo, estoy en todas partes y a la vez en ningún lado.
Pero un día tu dijiste algo y yo lo escuché... y desde entonces te observo… Te encuentro fascinante.
Cal temblaba pero no de frío.
- ¿Que dije exactamente?
- Que me darías tú alma a cambio de ser rey.
- No lo dije, solo lo pensé.
- Da igual, ten cuidado con lo que deseas Calisto... ¿Sabes? Fíjate que tu nombre significa "El más hermoso" y le haces honor a tu nombre ... Ese rostro, todo tú en general y creeme, yo sé de belleza.
Fui lo más bello que creo Dios, y aún así me destruyó. Antes mi hermosura no se comparaba con la mediocridad que soy ahora.
Cal no podía imaginarse un rostro más bello que el que estaban mirando sus ojos.
Lucifer sonrió.
- Te agradezco el cumplido.
Cal se sorprendió más aún, puesto que solo lo pensó
- ¿Puedes leer mentes?
- Si.
- ¿Que quieres?
- Ayudarte.
- ¿A cambio de que?.
.- De tí. Pero sinceramente te encuentro fascinante, tu mente es muy peculiar. Y la verdad soy un ser muy morboso, me provoca intriga el saber que es lo que harás.
- No puedo hacer nada.
- Claro que si.
- ¿Eres hombre o mujer?.
Cal seguía confundido.
- ¿Porqué? ¿Te gusto?.
- No es eso.
Lucifer sonrió. En eso Cal le preguntó.
- ¿Puedes tomar todas las formas?
- Sí.
- ¿Puedes sacarme de aquí?
- Sí.
- Pero no quiero ir al infierno.
- Querido, ya estás en el. El infierno está aquí. Aquí pagas lo malo que haces y disfrutas lo que bien cosechas.
- ¿Que quieres a cambio?.
- Entretenimiento. Estoy bastante aburrido.
- Hablas de ti en masculino.
- Lo puedo hacer en femenino si así lo prefieres.
- Me da igual.
- Te ayudaré, pero no será gratis.
- ¿Que debo hacer?
- Entretenerme y darme algo a cambio de vez en cuando. Si me parece aburrido lo que haces simplemente dejaré de ayudarte. Debes mantener vivo mi interés. Por ejemplo me pregunto que es lo que harás.
- ¿Pero me ayudarás?.
- Ya te dije que si. Pero solo te recuerdo una cosa. Ten cuidado con lo que me llegues a pedir. Una vez que sucedan las cosas no se pueden cambiar.
Le advirtió.
- Entiendo.
- Y para empezar deberás darme algo que tú ames.
Cal pensó en Fenhir, pero el no tenía la culpa y tampoco mucho tiempo.
Así que inmediatamente pensó en Altair.
- Primero quiero que cures a mi hermano.
- Por cada cosa que pidas deberás tener en cuenta de que estarás más comprometido conmigo, algo parecido a una deuda.
- Te doy a Altair.
- Altair no te pertenece.
- Te daré su corazón. Lo sacaré yo mismo.
Lucifer sonrió.
- Bien. Veremos si te animas a matar a tu mejor amigo.
- El me traicionó.
- ¿Tendrás el valor?
Le preguntó con escepticismo.
- Si.
- El trato es inquebrantable, una vez que hagamos un pacto será para siempre.
A no ser de que yo dé por concluido dicho pacto, cosa que sinceramente lo dudo puesto que jamás he hecho tal cosa con anterioridad.
Le informó el ángel caído.
- Que pasará con mi alma?.
- Será juzgada al igual que las demás en el purgatorio.
- ¿Así de fácil? ¿Me darás todo lo que deseo así sin más? ¿No hay engaño?.
- Gratis no será, te daré todo lo que tú deseás siempre y cuando tú me entretengas con lo que hagas y me guste lo que me llegues a ofrecer de vez en cuando, debes sorprenderme con obsequios… me gustan mucho los detalles.
Además cómo te dije anteriormente, si tu vida comienza a aburrirme simplemente me iré, y ésta terminará.
Así que si me quieres de tu lado y quieres seguir vivo manténlo todo interesante.
Por cierto, los obsequios que me des deben tener algún significado importante para ti, no vayas a creer que me puedes ganar con una baratija como alguna joya o nimiedad.
Te repito: Por favor ten cuidado con lo que me pides, no deshago lo que una vez ya esta hecho, no puedo traer de la muerte a los fallecidos y tampoco puedo asesinar a tus enemigos solo por que si, solamente puedo encausar su destino a cierto fin. No debes ponerme a prueba porque eso me fastidia, y tampoco abuses de mi poder porque se me agota la paciencia. Te daré cosas realistas.
- Ahora yo tengo una condición.
Objetó Cal alzando la mano derecha y mirando al ángel bastante emocionado.
Lucifer arqueó una ceja. Jamás le habían puesto condiciones, contempló la hermosura del muchacho totalmente fascinado.
Definitivamente Calisto era por mucho el hombre más hermoso que halla visto jamás, es más, Calisto era el humano más hermoso entre hombres y mujeres por igual.
Eso tenía a Lucifer desconcertado, no lograba comprender que la gente al rededor del joven parecía haberse acostumbrado a la inhumana perfección de éste, le resultaba casi ridícula la exageración en la belleza.
No era normal que existiera un ser humano así, simplemente era imposible, absurdo.
- Te escucho.
- No quiero que juegues a dos bandos conmigo. Me refiero a que si ayudas deliberadamente a mis enemigos, sea quien sea, o me traicionas provocando mi destrucción yo me libro de este pacto. No moriré como tú dices.
Y cuando dices una persona que me provoque una emoción fuerte puede ser también el odio. Así que por lógica esa persona no me es indiferente y podré dártela en vez de alguien que ame. El odio es más fuerte que el amor.
Y dijiste algo no alguien. Así que supongo que podré darte cosas materiales que te lleguen a interesar siempre y cuando no sean baratijas; Supongo que no tendré problemas para ingeniármelas con eso.
Lucifer sonrió, en verdad le gustaba este joven. Era muy listo.
- Manténlo interesante.
Repitió.
Cal estiró la mano y Lucifer la estrecho.
Habían hecho un trato.