Nuestro encuentro en el club

1619 Words
Le doy una gran calada al puro en mis labios, disfrutando de su sabor, mirando todo con interés. La música a todo volumen me impide oír lo que los de más a mi alrededor están hablando, pero no me interesa. Yo no quiero hablar, yo solo quiero mirar a la pequeña rubia de culo firme que baila sobre la mesa en el área de abajo. Estamos en la zona VIP disfrutando del cumpleaños de mi amigo, pero una dorada melena llamó mi atención desde que ingresó al lugar. Desde hace media hora la he estado mirando, cazando, esperando el momento para invitarla a subir aquí con mi guardia de seguridad. Es una pequeña puta, tiene que serlo. Desde que llegó no ha dejado de bailar como una. Lleva puesto un vestido n***o ceñido a su cuerpo, con un antifaz del mismo color que cubre la mitad de su rostro. Las botas altas que abrazan la carne de sus piernas, le brindan un poco de estatura, pero desde aquí puedo notar lo menuda que es. También me he dado cuenta de que el pendejo que la está ayudando a bajarse de la mesa es su acompañante s****l. Dudo que sea su novio, o que sea algo formal, porque de yo tener a semejante mujer exótica a mi lado, ni de joda la dejo subir a la mesa a que sea la comidilla de los demás. «A que sea la comidilla de los hombres depravados como yo» La veo caminar sola en medio de la pista, me doy cuenta de que va directo a los baños. Trueno mi cuello, le doy otra calada a mi puro para luego apagarlo y dejarlo sobre la mesa. —¿A dónde vas, Eros? —inquiere mi amigo. Palmeo su espalda, incluso lo tomo por su rostro para que me vea bien a los ojos. —A divertirme un poco —palmeo ahora su mejilla—. Ya socialicé mucho por esta noche, ahora, iré a follarme a una puta. —Hermano, ¿cuándo aprenderás? Su pregunta me hace reír. —Cuando el mismísimo diablo se presente ante mí usando tacones y suelas rojas, amigo. Y como eso jamás sucederá, no hay pecado de que preocuparse entonces. Niega, pero no me dice más. Yo me ajusto mi saco y salgo del apartado, diciéndole a mi hombre de seguridad que se quede disfrutando las putas que yo pagué para que nos hicieran compañía esta noche. Y mañana nos veremos en la oficina. Dejándole en claro también que, si se droga, será lo último que haga. Bajo las escaleras con tanta seguridad, que soy consciente de que llamo la atención de más de uno en el lugar. Las mujeres de este club saben quién soy y por eso buscan llamar mi atención. Los hombres que vienen aquí también, pero a diferencia de las mujeres que los acompañan, ellos buscan ganarse un lugar en mis asuntos. Al menos varios de los que andan rondando por ahí. El resto, saben que no les conviene toparse en mi camino si no tienen algo productivo que decirme. Pero por esta noche, no quiero ensancharme con alguien más. Esta noche, mi objetivo está más que claro, no pienso perderlo de vista. Su bailecito sobre la mesa me antojó, ahora que se prepare porque esta noche no saldrá de aquí sin que me la folle. La brisa fría de la noche causa que su cabello se ondee, pero no nos detenemos. Estamos fuera del club, en la parte de atrás, donde nadie tiene acceso, solo yo. La playa privada que está frente a mí, junto al cielo oscuro, no es nada comparado con la leoncita de cabello dorado que se está desnudando para mí. Estoy acostado en la tumbona, magreando mi v***a mientras la veo despojarse de su diminuto vestido. Se ve tan jodidamente sexy, tan jodidamente tierna, que por unos segundos me cuestioné si era menor de edad. Pero ella misma me aseguró de que no. Que no nos quitemos los antifaces, vuelve esto más interesante. Ya la besé hasta dejarla sin aliento, la manoseé por debajo de su vestido hasta oírla correrse sobre mí. Ahora vamos a lo que vinimos, y lo que me prende es que la condenada no se ha negado. En silencio y tranquila, ella se ha desnudado para que me la folle. Camina con una sensualidad que me llama la atención. Ella estaba bailando como una puta en el bar, pero ahora que la veo de cerca, parece tener clase. Las putas no se quitan la ropa como ella, mucho menos hacen movimientos tan delicados y finos. Lo que me lleva a pensar, ¿qué carajos hace una chiquilla de cuna en un club como el mío? Pero sinceramente no me interesa, yo me la follaré y luego no la volveré a ver. Tomo asiento en la tumbona cuando está cerca de mí, busco en el bolsillo de mi saco tirado en el suelo un condón, pero al sacarlo, ella lo toma tirándolo a un lado. —No voy a cogerte sin protección. —Para eso me protejo yo —replica, sentándose sobre mí, rozando su coño en mi erección—. ¿Crees que soy tan pendeja como para follar sin cuidarme? —Así que te gusta piel contra piel —murmuro, apretando sus muslos. Me muestra una sonrisa bastante descarada, pícara, bastante incitadora, mientras se sienta sobre mí, acomodando su pequeño cuerpo sobre el mío. Ahora que la tengo más de cerca, me doy cuenta del color dorado en sus ojos, el cual me resulta bastante interesante e imposible de ignorar. Siento cómo su pequeña mano toma mi v***a dura y comienza a frotarla en medio de sus pliegues hasta que lo lleva a su culo y es ahí donde caigo en cuenta de lo que ella está haciendo. —Te cuidas, pero ¿te gusta follar por el culo? —¿Tienes algún problema con eso? —Para nada… —Entonces cállate y fóllame. «¿Pero qué mierda se cree esta chiquilla para darme órdenes? ¿Ella acaso no sabe con quién está tratando?» —¿Lo mismo le dices a los demás? —No. solo a los que pierden el tiempo mirándome a los ojos totalmente apendejados —replica. «Hija de puta» De una sola estocada me entierro en su culo robándole un grito, pero uno totalmente cargado de placer. Creí que le dolería, pero la muy condenada está suspirando mientras se muerde su labio inferior. «¿De dónde carajos salió esta descarada chiquilla?» Sostengo en mi puño su dorado cabello y tiro de él con fuerza para dejarle en claro que conmigo no va a jugar. Ella actúa como si fuera ella la que me ha elegido a mí, cuando fui yo la que la estuvo cazando durante toda la noche allá adentro en el club. Otra estocada y sus tetas rebotan. Una más con fuerza, y la muy perra gime encantada, y es ahí donde mi juicio se va al carajo. Quise ser un poco delicado debido a su pequeño cuerpo, pero que se joda. Yo necesitaba drenar la mierda que mi padre hoy me hizo pasar, y llega ella con su altivez a sacarme de mis casillas cuando yo lo que quiero es follar. Ahora que se atenga a las consecuencias. Con fuerza entro y salgo de ella, no soy delicado, mucho menos cuidadoso. Me entierro en su culo con tanta facilidad, que puedo comprender que no sería la primera vez que lo hace. O realmente es una puta cara, o la muy descarada es virgen, y por eso solo les da el culo a los hombres a la primera. «¡Pero qué joyita me he elegido esta noche!» Ataco su cuello con mis besos, aspirando el aroma de su perfume. «Esto es perfume de lujo, no de puta». Huele exquisito, la boca se me hace agua al besarla. Gruño, la muerdo, maldigo y me entierro como un perro en ella hasta que el orgasmo la azota estremeciéndola sobre mí, mientras que yo sigo entrando y saliendo ella con toda la intención de hacerle pagar sus altanerias. Y cuando estaba dispuesto a continuar, a seguir deleitándome con la leoncita de cabello dorado, la realidad me golpea con fuerza al ver su rostro sin el antifaz porque se lo ha quitado. Ella me sigue sonriendo, incluso, sigue frotándose sobre mi v***a, pero al notar que no le sigo el juego, se detiene, mirándome confundida. —¿Qué sucede? —Levántate —le ordeno mordaz—. ¡Levántate ahora, Siena! ¡Levántate, vístete y lárgate! —¿Qué? ¡Pero qué carajos te sucede! ¡¿Y como mierdas sabes mi nombre?! Confundida, con la rabia en sus ojos dorados debido a mi grito, ella me quita el antifaz que cubre la mitad de mi rostro y, al verlo, se queda paralizada sin moverse, anonadada y tan jodida como yo. —¿Eros? —me mira sin dar crédito. ¿Y qué hago yo? Desvió mi mirada para no verla. Para no seguir mirando su desnudez. «¡Maldita sea! Me acabo de follar a la hija de la mejor amiga de mi mamá. ¡Me acabo de follar por el culo a la chiquilla Barone! ¡Carajo!» Un año sin verla, un año sin saber de ella y jamás imaginé que nuestro encuentro sería de esta manera. Ni siquiera le doy réplica a sus insultos, mucho menos la detengo cuando me da tremendo bofetón. No puedo hacer nada porque por mi cabeza solo esta mi madre gritándome como loca por haberme follado a la hija universitaria de su mejor amiga. Esto tiene que ser una maldita broma.
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