Capitulo 7

1012 Words
Mark Wilson (7) Llegar a casa y encontrar solo silencio y oscuridad es un castigo que no se lo deseo a nadie. Froto mi cara de pura frustración tirándome de espaldas en el sofá. La sensación de soledad dentro de mí me consume y me siento extraño, nunca había tenido esa opresión en mi pecho en estos 3 años, esa necesidad de tener a alguien con quien compartir mis preocupaciones, mis dolores y mis cansancios. El solo hecho de tener con quien hablar sin juzgar parece ser un lujo del que no puedo disponer, especialmente desde que Lisandra no está aquí. Su retrato en la mesita me sonríe y yo me lleno de nostalgia. Esta casa está tan vacía sin ella. Me siento solo y con una gran carga que no sé si podré soportar. «Dame fortaleza» le ruego mentalmente, recordando a nuestra pequeña que aún sigue en coma en el hospital. Dios sabe todos los intentos que hice para conseguir cura para ella. «Me temo que esa Doctora tiene razón y no podré mantener mi palabra que te di el día de tu partida de protegerla con mi vida» afligido, pienso. Nuevamente me froto las sienes al recordar a la Doctora, ese dolor me está por volver loco y también ese absurdo acuerdo al que llegamos. Es obvio que terminaré llevándome a mi hija, no tiene forma de ganarme. Hoy por primera vez, después de mucho, camino hasta el bar y me sirvo un vaso de wiski con mucho hielo y dejo que el alcohol queme mi garganta. «¿Sabe usted que su tiempo se está acabando?» esa maldita pregunta no deja de hacer eco en mi cabeza. Tomo de golpe mi trago y niego. —Le demostraré que está equivocada Doctora Sonrisa —digo en voz alta. El solo recuerdo de su estrafalario consultorio me da comezón en el cuello. Me pregunto si algún día va a madurar o sufrirá de ese trastorno toda su vida. ¿Cuántos años tiene? ¿30? «¿Miracolous?» me pregunto mentalmente y sin que pueda contenerme sonrío. ¿Qué es esa cosa y quién lo inventó? Ese lugar parecía de todo, menos un consultorio oncológico. No me extrañaría para nada que alguno haya tropezado y roto un hueso entre tantas cosas extrañas que tiene en su piso. ¿Y qué hay de sus pinturas en la pared? ¡Dios mío! Cualquiera se quedaría ciego con el contraste de colores cálidos y esos dibujos mal hechos y extraños, junto con ese enorme cartel de “Doctora Sonrisa” ¿Dónde está su sentido de responsabilidad? ¿Quién pudo darle un puesto tan vital a alguien como ella, si la inmadurez se le sale hasta por los poros? Viendo ese desastre a lo que llama su lugar de trabajo, no imagino lo que será su casa, o su habitación. Sus cosas deben ser del mismo mal gusto que toda ella. Su vida entera debe ser un caos. Me siento en el sofá y cierro los ojos por unos segundos. Sus ojos vienen a mi mente en ese mismo instante, son de un tono verde tan claro como el agua del mar y uno de ellos parece tener manchas grises alrededor de las pupilas, mientas que el otro lo tiene de un color miel tirando a amarillo. Nunca había conocido a alguien con unos orbes con esa combinación tan hermosa de colores. Parecía una pintura hecha a mano. —¿Por qué estoy pensando en ella? —resoplo cuando recupero la cordura y golpeando mi frente con los dedos. Enojado me levanto y camino hacia mi habitación donde me desvisto y entro a la ducha para sacarme toda la pesadumbre que llevo encima desde ayer, pero sobre todo esos raros pensamientos que tengo desde que conocí a la Doctora Boh. El agua fría me despeja, bastante; me quedo bajo el chorro durante mucho tiempo hasta que mi piel se arruga y el cansancio se aleja lentamente. Solo con mi toalla puesta y sin animo para nada más, me tiro a la cama para descansar por unas horas y volver. Casi se cumple 48hs desde la intervención de Lissy y no he pegado un ojo desde ese tiempo. Tengo la certeza que mañana será un día decisivo y que esa Doctora pondrá a prueba mi estabilidad emocional, nuevamente. (…) Amber Boh. Y aquí vamos de nuevo. Extrañamente hoy me levanto antes de que el despertador suene y eso es todo un logro teniendo en cuenta que desde hace años no consigo despertar sin la ayuda de los golpes de mi madre a la puerta. No me quejo, dormí como un tronco toda la noche y recuperé todas mis fuerzas. —Esto si es vida —digo bostezando y estirándome para desperezarme, mis hombros, al igual que mi cuello truenan y siento un bienestar instantáneo. Camino hasta la ducha y por segunda vez me sorprendo de que no me haya tropezado y caído al levantarme. Miro para atrás y asiento emocionada, mi día empieza demasiado bien. «Seguramente mi mala racha ya está terminando» digo en pensamientos orgullosa de mi misma, generalmente estoy llena de moretones debido a lo torpe que soy. Voy a la ducha para asearme y hacer mis necesidades, pero el sonido de mi celular me hace retroceder. Un mensaje de Vivi, me termina de alegrar el día: “Amiga, la niña Wilson ya despertó” —¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Si, si, si —grito y correteo por toda la habitación. Tiro mi celular a la cama y me trasformo en la bailarina y cantante frustrada que tengo adentro. — Ella se cura con rumba (ah) y el amor pa' la tumba (eh) to' los hombre' le zumban (le zumban) pero si le ponen la canción le da una depresión tonta (tonta) llorando lo comienza a llamar, pero él la dejó en buzón (oh) será porque con otra está, creyendo que a otra se puede amar. Canto y bailo como loca hasta que nuevamente tropiezo con algo y caigo. «¡Aush!»
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