Amber Boh. —¿Qué sucede aquí? —digo sin ni siquiera tomarme la amabilidad de saludar. Algunos enfermeros están desconectando los aparatos que ayudan a mantener a Lissy estable, bajo la atenta mirada de la tía y la abuela. —Buenos días, Doctora Boh —me saluda un enfermero. —Estamos dejando todo listo para el traslado de la paciente. Su tono es despreocupado, como si fuese lo más natural del mundo. En otras circunstancias si lo sería, pero justo ahora no. —¿Quién dio el permiso para esto? —me quito la peluca y camino hasta la licenciada para tomar la plancheta que tiene en la mano quien se sorprende por mi reacción. —El Señor Wilson lo solicito ayer a la noche —me responde tímida. —Lo hizo después de que usted se retirara. Ya está aprobada. —Pero yo no he firmado nada, no pueden proce