Quirófano 86

3310 Words
Los días pasaron y yo me había adaptado ya a mi nueva rutina. Levantarme, lavarme, ir a estudiar, ir al laboratorio y regresar a mi casa, solo algunas veces me quedaba en el laboratorio. Se sentía extraño, pero placentero poder tomar y hacer todas estas cosas yo solo. Al cabo de un par de meses Lisa me puso una dieta extraña, una dieta a base de pan y lácteos, dijo que era porque mi cuerpo necesitaba más riboflavina por algo de mis glóbulos rojos y mis músculos. Bueno, no le entendí muy bien pero lo cierto es que de ahora en adelante eso y mis tres inyecciones diarias serian mi fuente de alimento. No me quejo, el pan y el queso son lo máximo. No me tomo nada de tiempo acostumbrarme a esta rutina y a esta dieta, me llevaron todo tipo de pan, queso y leche, así que pensé, que más podría necesitar, es decir, ya lo tenía todo, auto, casa tiempo libre, pan con queso… delicioso pan con queso. Cuando terminaba mi tiempo en el laboratorio y me iba mi casa, a veces pasaba noches en vela, solo cortando, calentando, rellenando y lo más importante, degustando mucho pan con mucho queso, mi sala estaba hedionda a pie rancio, parecía que Usain Bolt acababa de ganar las olimpiadas y se quitó los zapatos en mi sala, pero eso no me detenía, esto era maravilloso. Al cabo de otro par de meses, las pruebas que me realizaban seguían sin ser nada del otro mundo, es decir, ya había experimentado mucho como para que una simple incisión en el riñón, páncreas o intestino causara alguna reacción importante en mi psique, eso no era nada comparado con las agujas que llegaron a usar para traspasar mi cráneo mientras aún estaba consiente, y mucho menos se compara al daño y el dolor que me causo en el sistema nervioso el gas sarín, eso sin mencionar el daño que le causo a mis órganos, fue tan doloroso que si mantuve la razón en todo momento solo fue  por 2 cosas, 1, las dosis de adrenalina que me inyectaban y 2 mis habilidades regenerativas. Comparado con esas cosas, que me perforaran un riñón por unos 20 min mientras me chequeaban, no era nada. Sin embargo algo me seguía pareciendo extraño… porque ese quirófano seguía en uso, y porque nunca podía oler nada de lo que había allí. Pues a pesar de poder ole r y escuchar todo en un radio de unos 2 kilómetros, cuando se trataba de esa habitación, no podía oler y escuchar nada. Pero aun así eso no era lo más extraño. Lo que era más inusual, es que cada vez que estaba cerca de esa habitación, comenzaba a dolerme el cuerpo, mis músculos se comenzaban a sentir fatigados, me costaba respirar, mis articulaciones dolían más que nada, ardían, pero podía caminar. Y si bien ya esto era extraño, lo más inexplicable, es que no me sentía emocionalmente mal, quiero decir… sentía ira, pero a la misma vez estaba contento, era algo melancólico. Sea lo que sea que estuviese pasando allí adentro de alguna manera tenía que ver conmigo, y de una manera u otra provocaba cosas en mí, así que estaba claro, si quería seguir llevando la vida como hasta ahora y valoraba estos días de paz, debía mantenerme lo más alejado posible de esa puerta. Era algo demasiado extraño, me causaba un dolor tremendo, pero me sentía contento… Qué clase de mal chiste era este, o es que acaso después de tantos años termine por desarrollar un gusto por el dolor. Había escuchado de cosas como estas, pero si algo me ha dejado en claro la vida, es que no me gusta sentir dolor, solo lo soporto por el bien del proyecto de mis padres y de Lisa, de no ser por ello, yo estuviese lejos desde hace mucho tiempo. Y aunque miles de veces me dije a mi mismo – No te acerques a ese mugroso quirófano, olvídate que existe esa parte del laboratorio. Si lisa no te lo ha dicho, es porque no te incumbe – No podía convertir mis pensamientos en acciones, pues terminaba siempre haciendo lo contrario. A cada que salía del laboratorio, terminaba caminando casi por inercia hacia el quirófano número 86, ese era el número del quirófano donde se encontraba aquella cosa que con tan solo acercarme me hacía querer vomitar. Estaba sellado por una puerta magnética de color plateado, detrás de ella había un túnel que estaba sellado al vacío, por lo que había que usar mascaras al cruzar la primera puerta. Luego al final del pasillo había una última puerta sellada que solo podía abrirse desde adentro, por eso siempre debía haber alguien de guardia en este quirófano. Y Al cruzar esta última puerta estaba un salón, en medio estaba la camilla con diferentes máquinas de monitoreo a su alrededor los cuales eran drones, en su mayoría, frente a la camilla, había una cabina en un segundo piso, que era donde estaban los especialistas de la operación que se tuviese que realizar. En lo personal, odiaba ese quirófano, pues siempre que me llevaban a él era porque era un día especial, como me decían ellos. Lo especial es que casi todas las veces que entraba en ese lugar no podía salir por mis propias fuerzas,  casi siempre me sacaban cargado de allí. Por eso me extrañaba tanto que estuviese en uso, y que no sea yo el objeto de estudio, digo, no llorare por ello, pero no puedo dejar de pensar en que rayos están haciendo que ni Lisa me cuenta nada respecto al tema. Ya le he preguntado muchas veces y solo evade la pregunta. Y todos saben que no hay nada que te provoque con más intensidad  que una evasión a tus preguntas, excepto tal vez por un no directo, eso ya es algo personal. Así que creo que por eso Lisa solía evadir mis preguntas respecto al tema, porque sabía que si me daba un simple no por respuesta, podría terminar provocándome más y tal vez terminaría haciendo alguna idiotez como por ejemplo… obligar a alguien que tuviese acceso a que me hiciera entrar, usar mis habilidades para hacerme pasar por alguien del personal autorizado y así poder entrar a ver qué era lo que tenían encerrado que era tan importante. No entendía porque Lisa simplemente no me decía lo que pasaba y ya. Eso solo me hacía pensar en dos cosas, una era que los altos mandos no la autorizaban a decir nada y la otra, es que lo que estaba allí tenía la misma importancia que yo para este proyecto. Pensaba eso porque el piso en que subterráneo en que se encuentra ese quirófano, es totalmente para el proyecto “new human”. Es decir, que todo lo que entraba a ese piso, es porque tenía que ver con el proyecto. Intentaba no pensar en el tema, pero me era muy difícil, es que algo me gritaba que eso tenía que ver conmigo, no sé cómo, pero eso era lo que sentía. La lógica y el cuerpo me lo gritaban. Uno de esos días ocurrió algo muy inusual cuando iba caminando por uno de los pasillos que conducen al quirófano número 86. Iba caminando apresuradamente pero estaba totalmente distraído, estaba pensando en todas las cosas que podrían estar pasando para que Lisa no me contara nada de lo que había en ese quirófano. De hecho, aunque sabía a donde me dirigía, no sabía ni siquiera que era lo que iba a hacer. Seguramente terminaría sentado en la punta del pasillo solo mirando directamente hacia esa puerta hasta que alguien saliera o hasta que se me hiciera tarde para salir del laboratorio, pues si estaba en el laboratorio hasta las once de la noche, debía quedarme allí, cosa que no estaba entre mis preferencias. Pero justamente cuando pasaba por la puerta de una oficina que esta antes del quirófano, abrieron una puerta metálica de golpe. Triste y extrañamente, esa era una de las pocas puertas que quedaban de ese modelo, pues ya casi todas habían sido reemplazadas por puertas más sofisticadas, de esas puertas automáticas de metal que son corredizas y se abren de forma hidráulica en un abrir y cerrar de ojos permitiéndote escuchar un breve zumbido al abrir o al cerrar. Pero justamente esa puerta no, y para más colmo esa puerta abría hacia el pasillo, no hacia adentro de la oficina. Al abrir esa puerta de esa manera tan barbárica, termino por derribarme, pues la puerta me golpeo justo en la frente, de inmediato me senté y cuando vi quien había salido de allí, quede inmóvil, no podía creerlo, ¿cómo es que no sentí su aroma?, como es que no me di cuenta que quien estaba en esa habitación era Madeleine. Para mi ella era si se puede decir así, alguien importante, pues no importaba que tan mal la tratara cuando yo estaba mal,  ella no cambiaba su actitud. Sé que su trabajo era cuidarme y supervisar mi avance en los momentos en los que quedaba más afectado, pero en ninguna parte de su contrato se estipulada que estuviese obligada a tratarme bien,  ni siquiera a tolerarme. Ella solo debía cuidar mi cuerpo y dar aviso de cuando ya estuviera totalmente bien. En ocasiones, cuando ya yo estaba listo físicamente, ella anunciaba que me faltaba uno o dos días más para darme un poco de tiempo. No siempre funcionaba,  pues a veces solo hacían lo que querían y cuando lo querían con mi cuerpo, prácticamente... Yo era su zorra, pero eso ya no me importaba mucho porque era era por un bien mayor,  así que mis padres estarían orgullosos de mi si pudieran ver en lo que me he convertido… no, eso no suena bien, no es como que el sueño de un padre fuese ver a su hijo convirtiéndose en la zorra de alguien, pero creo que me doy a entender lo suficiente. La cosa es que cuando funcionaba, ella pasaba ese todo día conmigo. Hablábamos de todo, y aunque no es posible que ella conociera el dolor por el que yo pasaba, de alguna forma parecía que me entendía muy bien. Supongo que hay más de una manera de hacerle daño a alguien, y dañar el cuerpo es solo una de ellas. Madeleine siempre se veía igual, con su pelo castaño y su ropa reglamentaria de enfermera color verde militar que para nada ocultaban las curvas de su cuerpo. Era una chica muy hermosa y sus ojos parecían contar las mil historias de un náufrago. Sé que casi siempre estaba muy triste, algo le dolía, pero a mí nunca me lo demostró, sin embargo podía leerla perfectamente. Al verla lo menos importante era su cuerpo, porque aunque era hermosa y siempre estaba sonriendo, cuando se trataba de ella, por alguna extraña razón que va más allá de ser detallista, yo sabía lo que ella estaba sintiendo. Se podría decir que yo a ella no la veía, yo la sentía, algo que es mucho más difícil y poco común. Verla llegar era como encontrarse un gran torbellino que no sabías de donde venía ni tienes por seguro para dónde va, pero sabes que sea cual sea su dirección, en sus brazos solo hay un gran desastre, en su ojo hay calma y en sus pies hay polvo y escombro. Me preguntaba, ¿qué tanto busca este torbellino?, ¿porque sigue destruyéndolo todo?, ¿acaso no sabe que al final el torbellino termina por deshacerse y todo el desastre que lleva consigo solo caerá al suelo y terminara siendo el problema o el desastre de alguien más? ¿Qué tanto busca ese torbellino?, porque sigue golpeando tan fuerte el piso, ¿Acaso no sabe que debajo solo encontrara más tierra seca? , me preguntaba qué demonios era tan importante. Porque no solo regresaba al cielo de donde se originó. Aún estaba a tiempo. Pensaba esto cada vez que la veía, pero jamás le dije nada, pues aunque ella fuese un torbellino, mis palabras podrían ponerle un fin inesperado a sus enérgicos giros, y sinceramente no quería alejar a ese pequeño desastre de mi vida, pues ese torbellino siempre me tomaba en sus desastrosos brazos y me llevaba directamente al ojo de la tormenta y me hacía descansar. Muchas veces he pensado en conocerla mejor, es casi la única persona a parte de Dayane que me interesa, pero con ella todo es muy difícil, es decir, casi la única forma de que pueda verla, es en los momentos en los que quedo al borde de la muerte. Antes de ese día, jamás la había encontrado en el laboratorio ni en sus cercanías. Ni tan solo su aroma podía percibir. Incluso intente buscarla un par de veces usando las ventilas que conectan por todo el edificio. Me pare en ya no sé cuántas compuertas de la ventilación esperando poder encontrar su aroma, pero nunca lo logre. También busque en el sistema y solo encontré un examen médico que no me dijo mucho, excepto que gozaba de buena salud y que era de las mejores que tenían entre el personal de enfermeras contratadas. También hubo un apartado donde hablaba sobre los familiares, en este apartado decía que ella era la menor de su 6 hermanos, de los cuales 2 habían muerto. Sus nombres eran “Jhonathan” y “Caroline”. Sus padres aun Vivian y estaban en Washington D.C. Especificaba que ambos eran físicos y sus nombres eran “Brandon y Celina”. Más allá de eso solo decía que ella era la enfermera asignada a mi cuidado cuando se trataba arduas recuperaciones. Este era uno de los trabajos más difíciles opino yo, Pues lo que sea que me ocurriera, terminaría siendo su culpa. Pero lo que más me sorprendió ver en el informe, es que decía que en una ocasión, se le ofreció otro cargo, una gerencia administrativa donde obviamente ganaría más y tendría menos riesgos, pero ella decidió no tomar ese puesto… Ella eligió quedarse a mis cuidados aun sabiendo el riesgo que había. Esto me sorprendió y despertó cierto cariño en mi corazón por ella. Pero luego pensé en que realmente no era nada normal, tal vez ella saca algún otro provecho por esto, ya sea renombre, experiencia o conocimiento… o tal vez había algo más que no estaba viendo. Bueno, no importa cuál sea el caso yo decidí hacerme de la vista gorda, pues si bien ella sacaba algún otro provecho de esto, a mi qué. Era justo, y para mí era increíblemente grato estar con ella. Es decir, ella me ha visto en mis peores estados, y  nunca se rindió ni se burló. Ella me atendía como nadie nunca lo había hecho. Pero era el mismo caso con Dayane, ni que quisiera podría estar con ella debido a la vida que llevo. Y no solo eso, también tiene que ver lo que hay en mi sangre, en mi ADN, según los estudios que me realizaron, yo no podía tener relaciones con cualquier persona ya que mi cuerpo podría liberar ciertas toxinas que podrían terminar siendo letales para mi pareja, y eso aún no se resolvía. Así que llegado cierto punto, prácticamente me rendí de buscar a Madeleine y decidí conformarme con verla cuando estoy al borde de la muerte. Es una pena que ese torbellino no visite mis puertas constantemente, pues si bien no podía o no debía hacerle nada, con la paz que me brindaba su compañía era suficiente. Y fue en ese momento en el que ya estaba abandonando toda esperanza de encontrarla, en el que ella tomo con su desastre una puerta arcaica de metal y la estrello en mi rostro. Cuando la vi, tenía su traje de enfermera de verde. Se sonrojo y se sonrió un poco y luego se agacho un poco para extenderme su mano y ayudar a levantarme. Yo estaba sorprendido de poder verla, era extraño no verla mientras yo estaba en una silla de ruedas o en una camilla. Verla a ella en medio de todo este estrés era muy reconfortante. Luego de ponerme de pie me dijo – Hoola Aron, no sabía que venias y Salí con mucha prisa. Sé que esto es una ridiculez de golpe para ti, así que no esperes que te pida perdón a menos que llores y me lo pidas por favor – entre cerro sus ojos y sonrió pícaramente mientras veía que yo tenía una cara de confusión. Ella no pudo evitar burlarse de mi expresión por un momento, y cuando por fin termino, dio dos pasos hacia mí y me abrazo y me pregunto que si todo iba bien. Al instante en el que me rodeo en sus brazos, sentí algo se desmoronara dentro de mí, un dolor intenso y una nostalgia amarga invadieron mi corazón y sin yo poder controlarlo, mientras ella me abrazaba se me salió una lagrima que quemaba mi mejilla mientras se deslizaba por ella hasta llegar a su hombro. El abrazo duro escasos 5 segundos que parecieron días. De pronto simplemente no quería que se apartara de mí, así que con mis brazos rodee su espalda y los cruce en forma de equis y la presione otra mi pecho. Luego cuando reaccione, la solté y di un paso hacia atrás y vi que sus ojos estaban rojos, pues al parecer no solo yo estaba destruido.    Ambos de inmediato ignoramos la situación como si no fuese obvia y rápidamente le pregunte –  ¿Hola Madeleine, que hacías aquí? - Ah solo solucionaba un par de mal entendidos en el trabajo, nada fuera de lo común – respondió Madeleine con una sonrisa  y sus ojos aun llorosos - Ah okey, entiendo. Y ¿a dónde vas? ¿Te acompaño? Digo, no tengo nada que hacer hoy ¿y tú? - Ah me encantaría pero tengo trabajo. Ahora mismo me dirijo hacia allá. - Oh claro- y donde es, al menos déjame acompañarte. - Bueno, está bien por mí, pero no iremos muy lejos mi amigo inmortal - dijo mientras me golpeaba suavemente con su puño en mi brazo izquierdo – Así que aprovechemos el tiempo y mejor cuéntame, que has estado haciendo, hace tiempo que no te veo, y esas tienen que ser buenas noticias para ti, ¿No? JAJAJA - Bueno, la verdad no me puedo quejar, estos días he estado más tranquilo de lo que lo he estado en toda mi vida, es tan cómodo que me asusta. Actualmente estoy viviendo solo, manejo mi propio auto y estoy asistiendo a la secundaria. No es muy difícil y la verdad es que hay muchos Idiotas, pero nada que no se pueda controlar - Bueno amigo mío, a estas alturas te he visto superar cosas que ninguna otra persona podría, así que me cuesta pensar en algo que no puedas controlar – Dijo Madeleine con una sonrisa en su rostro – Así que te deben llover las mujeres ¿No? Es decir, tienes carro casa, eres bien parecido… -La verdad es que no Madeleine. Veras, soy una persona bastante retraída y además, Lisa me dijo que no llamara la atención y tener una novia es totalmente lo contrario a eso. Aunque si hay alguien que me gusta. ¿Espera a dónde vamos? - Al quirófano número 86. ¿Y como se llama la chica? - Ah al quirófano 86, que curioso… - Sí, es curioso, pero cuéntame ¿cómo se llama la chica que te gusta? - Oh mira ya llegamos al quirófano, supongo que te veré pronto. - S-sí, claro, hasta luego Aron. – Dijo Madeleine mientras se desvanecía su sonrisa y entraba por las puertas del quirófano.     
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