Conversamos de un sinnúmero de cosas, nos dimos cuenta que aun faltaba mucho por conocernos, y justamente esa noche, nos dimos esa tarea, además de que también había cosas que él no conocía de mi niñez, y eso también lo ayudaría a atar cabos de la situación con mi prima, y su deseo fuerte de hacerme daño. De pronto, se acerca a mí y aleja mi cabello que tenía cubriéndome el cuello, y me beso justo debajo de la oreja, haciéndome estremecer y que emita un gemido bajito, de la sensación que estaba atravesando, siento que cada toque de el me pone como agua para chocolate. Nuestros besos cada vez eran más, unos cortos otros un poco más largos, con la misma intensidad, parecía como si recién estuviéramos de novios, aunque realmente esa fue una etapa que no la disfrutamos mucho, pues mi “adorad