Genesis era el comienzo, pero nuestra Génesis era el final. El final de su familia, el final de su mamá, el final de toda paz del que se la pudiese cruzar. Génesis se portaba mal desde comienzos de edad, su madre la debía regañar porque lo que había bajo su falda le gustaba mostrar. “Sé más prudente” le decía la gente y ella le pelaba los dientes y también a sus pretendientes les enseñaba algo diferente. Su piel era de chocolate y se sentía en una Fábrica de Dulces cuando era acariciada y elogiada por cuánto fulano la tocara. Ella se sentía bien, y amaba sentirse así, aunque todo el mundo la criticara, Génesis era feliz. Y cuando salió embarazada por primera vez, poco lo recordaba ya, tenía trece y quién era el padre con exactitud no sabe. Pero fue veloz a sacarlo en el proceso correc