—Sí, Dylan, aún no lo he visto. Me preocupa un poco, pero espero que llegue pronto —respondí con sinceridad, desviando la mirada hacia la multitud mientras buscaba algún rastro de Max. Mi hermano asintió en silencio, comprendiendo mis sentimientos. Nos quedamos allí parados por un momento, observando cómo la música se intensificaba y todos comenzaban a bailar en la pista. De repente, sentí una mano en mi hombro y me giré rápidamente para encontrarme con Max, con una sonrisa amplia y radiante en su rostro. Sin embargo, algo llamó mi atención: un pequeño golpe en su labio inferior. —¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado? —pregunté preocupada, llevando mi mano hacia su labio donde se encontraba la marca de su golpe. Max frunció el ceño por un momento y luego suspiró, como si tratara de restar im