Capitulo 1

1297 Words
Atención. Tema sensible y delicado que no a todos podrían serles gratos. El hecho de que trate este tipo de contenido no quiere decir que esté de acuerdo. capitulo 1 La música relajaba cada parte de su cuerpo, se sentía viva, se sentía libre, y sobre todo se sentía deseada. Sofia movía sus caderas al ritmo de la música, mientras la vista de todos los hombres estaban encima de ella. Su vestido n***o se le subía cada vez que ella se movía, y sus manos recorrían su cuerpo con sensualidad. Los tenía a todos cautivados a todos, pero a ella solo le importaba el hombre que estaba en frente de ella y que tenía rato mirándola bailar. Un hombre alto, guapo y con unos músculos que erizaba la piel de Sofía con solo imaginar tenerlo en su cama. «¡Dios mío quita estos pensamientos de mi mente!» negó con una sonrisa mientras le daba la espalda al hombre para que viera un poco más su trasero. No sabía si la música era tan electrizante que la hacia cometer locuras, o si eran las botellas de vodka que se había bebido, pero se sentía tan atrevida que le daba miedo cometer una locura. Pero en este punto Sofía había perdido la razón, y la excitación había ganado la batalla. Después de darle una vista espléndida al hombre de su trasero en movimiento, volteó su rostro de nuevo para verlo. La mirada del hombre estaba puesta en ella sin descanso. Sus ojos negros y fríos como la noche le quitaban la ropa y la hacian mujer con solo observarla. El hombre era tan perfecto que Sofia estaba segura, que si no fuera una fiesta de disfraces, él jamás se fijaría en ella, pero ¿cómo? Su rostro estaba marcado por una quemadura de su niñez que la hacía poco agradable a la vista de los hombres. Estaba nerviosa de solo pensar que el hombre se levantaría del asiento y quitaría su antifaz. Imaginar eso, le ponía los pelos de punta. Sin embargo, estaba ahí, con una máscara y con un diminuto vestido bailandole delante de un desconocido, sin vergüenza, y la razón; el desayuno del día siguiente. Sus padres le habían dicho que a la mañana siguiente un hombre iba a ir a su casa y elegiría a una de sus hijas como su esposa. Sofía estaba segura que el hombre no la iba a elegir a ella por su rostro quemado que la hacía parecer un monstruo, pero no quería confiarse y perder su virginidad con un hombre impuesto, por eso,esa noche estaba dispuesta a perderla con el hombre que ella quisiera. Se relamió los labios y caminó hasta el hombre que llevaba la copa de whisky a sus boca, ansioso. Se veía tenso, y sus ojos a través de la máscara brillaban. Sofía sonrió cuando estuvo cerca, se sintió tan pequeña como un ratón delante de él que se había puesto de pie para recibirla, como si la estuviera esperando desde hace mucho, cosa que la ponía tan rígida que pensó en darse la vuelta y desistir de esa absurda idea. «Mejor me voy», dijo girando su cuerpo para irse, pero unas manos gruesas la detuvieron en seco. Sofía sintió como los dedos gruesos de aquel hombre apretaba su brazo fuerte, sintió como su perfume se metía por su fosas nasales y la hacía temblar, sintió como los latidos de su corazón se aceleraron de solo sentirse tocada por él. —¿A dónde vas? ¿No me digas que después de calentarme toda la noche, me vas dejar así? —dijo él en su oído. Sofía se retorció al sentir la voz ronca y gruesa del hombre a su espalda. —Pensé que no te gustaba mi manera de bailar —dijo volteando su rostro. La cara de Sofía quedó tan pegada a la del hombre desconocido que podía sentir su respiración en sus mejillas, sus labios gruesos tan cercas que Sofia mordió su labio inferior para no besarlos, y sus ojos, esos ojos negros detrás de ese antifaz la estaban matando. —Digo, como nunca fuistes hasta mi, ya ves, tuve que venir yo —dijo ella sonriendo. Alejandro miró a la chica y sonrió de lado. El antifaz que ella llevaba tapaba toda su cara, solo sus ojos se podían ver, pero se veía que era hermosa,. Sus cabellos de un castaño claro traspasaba sus caderas, sus piernas largas y blancas como leche, y sus ojos verdes como las montañas lo incitaban a pecar. —Nena —bufó —. Sabía que vendrías hasta mí —dijo él con arrogancia. Alejandro no era un hombre que le hiciera falta las mujeres en su cama, de hecho jamás se había interesado en una desconocida como hasta ese momento, pero había algo en la chica que lo tenía prendido de una manera que jamás pensó que una mujer lo prendería. Sofia torció los ojos molesta, intentó irse por las palabras tan arrogantes del hombre, pero las manos de él la sujetaban con fuerza. —¿No quieres ir a la zona víp de mi club? —dijo en su oreja. La chica abrió más los ojos sorprendida, jamás se imaginó que él fuera el dueño de ese club. Ella junto a su familia frecuentaban el lugar, sabía que el dueño era uno de los hombres más ricos de la ciudad, pero no que estaba ahí, porque lo que todos sabían era que el hombre era extranjero. —Yo … —titubeó tratando de negarse, porque ahora que sabía que el era el dueño no quería tener problemas con su padre más adelante. —Que nadie nos moleste —ordenó el hombre a unos de sus guardaespaldas. Sofia tragó grueso y tomó la mano del hombre que se la tendía. Juntos subieron las escaleras hasta llegar a una habitación,con una enorme cama donde ella estaba segura que perdería su virginidad. —¿Gustas un poco ? —preguntó el hombre con aquella mirada intimidante. —¿Qué es? —preguntó Sofía incrédula al ver el contenido en la copa rosa. —Se llama orgasmo, es el primero que tendrás de está noche —respondió el hombre con altivez. Sofía sintió como sus bragas comenzaron a empaparse. El hombre tenía ese poder de sexualidad que tanto la enloquecía. Tomó la copa en sus manos e ingirió de un solo sorbo el contenido. … Cuando Sofía Miller abrió los ojos todo su cuerpo le dolía. Tocó su cabeza que palpitaba con fuerza y miró a todos lados asustada. —¿Dónde estoy? —se preguntó preocupada. Sonrió al recordarlo. Había pasado la mejor noche de su vida, podía recordar todo como si fuera una película. Suspiró como una niña enamorada y miró su muñeca. Aún recordaba las palabras del hombre desconocido después de hacerle el amor. —No te la quites nunca —le dijo él regalándole una pulsera que brillaba con intensidad. Besó la pulsera sintiéndose realmente enamorada y después de darse cuenta que estaba sola, se quitó su antifaz. El hombre le había pedido que se lo quitara la noche anterior después de él mostrar su cara, pero Sofía le suplicó que no lo hiciera y él le prometió que no lo haría. Se puso de pie asustada al darse cuenta de la hora. —¡Mi mamá me va a matar! —exclamó tratando de vestirse con rapidez. Después de estar lista salió corriendo al estacionamiento del club, para llegar rápido a casa sin que nadie se diera cuenta de que se había escapado la noche anterior, porque hoy conocería al tonto empresario que arruinaría su vida para siempre. «Ojalá mi príncipe de anoche me rescate y no deje que me elijan como esposa» pensó.
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