No podía ponerle un nombre a esta emoción, no podía decir de dónde salía esta sensación, este sentimiento, tal vez solo era el momento, puede que solo se me haya contagiado de ella, pero lo sentía, sentía la misma alegría que Valeria. Su mano apretar la mía con tanta firmeza o saber que allí había una niña, creciendo dentro de ella.
Acaricié su mano, la doctora nos había dejado solos y poco a poco la expresión de Valeria comenzó a cambiar.
Sé lo que ella pensaba, estaba dibujado en aquella expresión, esa mirada lo decía todo.
¿Cuántas veces le dije a Valeria que los únicos hijos que quería era con Elena? ¿Con qué derecho entraba ahora a esta habitación y tomaba su mano como que nada pasaba? Como si esas palabras no salieron de mis labios una y otra vez, en reiteradas ocasiones.
Lo s
