Cuando abrió los ojos se sentía muy cansada, sentía algo conectado a su brazo y una cama debajo de su espalda, su mano derecha era sujetada por alguien. Lo último que recordaba era sentirse muy débil cuando entró al ascensor. Luego más nada. —Candy, ¿cómo te sientes?—La voz de Albert logró orientarla. Giró su rostro hacia él y aquellos ojos verdes la miraron con cariño. ¿Cuánto tiempo más iba a estar ignorando lo que Albert sentía por ella?—Te desmayaste en el ascensor.—le explicaba.—Una ambulancia te trajo aquí, yo vine en el coche, detrás de ustedes. Me hicieron varias preguntas, solo pude decir que podía deberse al cansancio y el estrés. Ha sido un día duro, un mes difícil.—su voz era muy suave con ella, casi le susurraba.—¿Ya te encuentras mejor? Llamaré a la enfermera, ha estado