Después de firmar el contrato, Alaric se fue hacer una pequeña celebración con sus compañeros, pero no esperó encontrarse a Candy Weber allí. Se suponía que ella iba por su luna de miel, durante el camino presumió un par de veces de su anillo y se encargaba de mencionar que era una mujer casada, recién casada.
Pero la que estaba en aquella barra parecía una mujer destruida. Parecía llevar un largo rato en aquel lugar.
¿Dónde estaba su esposo?
Alaric no pudo concentrarse al ver que algunos hombres se acercaban a ella, se quedaba pendiente por si uno de ellos era su esposo, pero la mujer los echaba al segundo.
Ella lo atrapó mirándola y sonrió.
Sus ojos se quedaron observando fijamente a la hermosa Candy. Su nombre era el adecuado para aquel rostro, porque la mujer era hermosa, con un aspecto dulce, pero fuerte.
Vio cuando ella se puso de pie para ir hacia él, pero se cayó en el primer intento.
Alaric corrió a ayudarla, abandonando a sus amigos, encontrándose con Candy. La sujetó por el costado y la puso de pie, la mujer abarcó todo el espacio que los separaba y se unió al cuerpo de aquel hombre, mareada, aferrándose a sus brazos para no caerse. Recostó su cabeza sobre el pecho de Alaric y allí pegó su nariz a su ropa, oliéndolo.
—Bebe conmigo, Alaric Jackson. O lo haré con el primer desconocido que pase. Aceptaré la siguiente invitación que me hagan si no bebes conmigo.
Alaric miró los ojos de aquella mujer, su mirada de tristeza y la fuerte necesidad que ella tenía de una compañía.
—Quizás estás borracha, Candy.—iba a mencionar a su esposo, pero vio que aquello no era bueno.—¿Quieres que te lleve a tu habitación? Estás un poco lejos del hotel.
—¡Quiero beber!—sujetó el rostro del hombre y se acercó bastante como para que Alaric contuviera el aliento ante la cercanía con ella, la mujer bajó su mirada hasta los labios de él y de nuevo se concentró en el verde de sus ojos.—¡Al diablo los malditos ojos azules! Ahora mismo prefiero los verdes.—dejó un beso rápido en aquellos labios, dio un paso hacia atrás y sujetó su mano, llevándolo consigo a la barra.—¡Bebamos!
No sabía ni porqué aceptó, dejando a sus amigos tirados, quizás porque ella se veía muy mal y no hubo manera de llevarla hasta el hotel, no sin antes tomarse unos tragos con él.
Pero, ¿cómo fue que Alaric quedó también borracho?
Candy había logrado su cometido y Alaric quedó tan ebrio como ella, solo a base de cervezas, ya que eso era todo lo que Candy pedía.
Hablaron de tantas cosas, pasado, familias, hermanos, trabajos, menos del presente y lo que había pasado aquella noche en la habitación de Candy mientras ella intentaba darle una sorpresa a su esposo, ese tema no lo tocó.
Al final, casi a las seis de la mañana, tomaron un taxi para volver al hotel.
—¿A cuál hotel vamos, señor taxi?—preguntó Alaric al chofer.
El hombre comprendió que ambos no tenían idea hacia dónde se dirigían, intentó preguntarles el nombre del lugar, ellos no daban una respuesta coherente. No quedó más remedio que buscar en sus bolsillo para encontrar algo, una dirección.
Era muy común ver extranjeros tan borrachos que no sabían ni sus nombres.
El taxista le entregó la llave de la habitación de Alaric a la recepción y ellos se encargaron de llevarlos a los dos a la habitación del señor Jackson.
Allí, Candy comenzó a darse una ducha como si estuviera en su casa y él se quedó desnudo debajo de las sábanas. Así dormía.
Candy se metió a su cama y comenzó a besar su cuello, provocando al hombre. Se subió sobre su cuerpo desnudo, repartió besos por todo su cuello, llevando sus manos hacia aquello que se abultaba debajo de sus piernas.
Alaric apoyó sus manos en la cama para elevar su cuerpo hacia ella, llegando a los labios de Candy.
Los besos dieron continuación a lo que ya ella había empezado y así dio inicio la aventura de una noche.
Lo que ocurrió fue cosa de dos, pero ocurrió.
Casi al medio día ella se despertó, tomó todas sus cosas y abandonó aquella habitación.
Cuando fue al ascensor, miró la hora. Aún tenía tiempo de abordar el vuelo.
Le dolía mucho la cabeza, no lograba peinar su cabello rebelde y sentía una mordida en su hombro.
Al entrar al ascensor, se topó con Rick.
—Maldita sea mi mala suerte.—murmuró al verlo. No podía perder tiempo, tuvo que entrar al ascensor, porque tampoco tenía fuerzas para bajar con su maleta por las escaleras.
—Buenos días, Candy.—El hombre actuó como si nada, la única angustiada era ella. No necesariamente por ver a Rick, sino por haber pasado la noche con aquel hombre. Recordaba muy bien haber comenzado todo, dando inicio a esa noche de puro sexo y placer.
Aquella mordida en su cuello se la había hecho Alaric Jackson.
Suspiró cansada, dejó una mano sobre su frente y echó su cuerpo hacia atrás, topándose con la pared del ascensor. Al levantar su mano, la blusa dejó al descubierto parte de su vientre, cosa que Rick notó, fue a dejar una mano sobre la piel de su esposa, pero Candy cubrió aquella parte y con su mano libre alejó a Rick.
—Aléjate, Rick.
—¿Sabes que aún somos esposos, no?—avanzó hacia ella, haciendo justo lo contrario que Candy quería. Dejó ambas manos pegadas a la pared del ascensor y en medio acorralaba a Candy. Bajó su rostro para besar su cuello, pero la marca allí lo detuvo. Se percató de lo que había allí. Ella tenía una especie de chupetón en la cercanía del hombro, bajando por el cuello.—¡¿Qué diablos, Candy?!—tomó ambas manos para inspeccionarla, logrando rasgar un poco la fina tela de su blusa.—¡¿Quién te hizo eso?!—el ascensor se detuvo, pero apenas Rick empezaba con su escándalo.—Estuviste con otro hombre anoche.
—¡Estuviste con mi hermana durante ocho meses, Rick! ¿Crees que tienes algún derecho a reclam—antes de terminar la pregunta, Rick había tomado el cuello de Candy y golpeado su cara con una cachetada que hacía hervir su piel, hormigueaba del dolor y las lágrimas se asomaban bajando por sus mejillas, Rick pulsó el botón para regresar a su planta, más Candy no podía permitir eso, intentó salir, siendo acorralada por él, aplastada con la pared, el enorme cuerpo de Rick no la dejaba moverse, pateó su maleta y bloqueó la puerta del ascensor para que no se cerraran, no permitiría que él la llevara a la habitación.—¡Ayuda!—pidió a una mujer que pasaba, la misma corrió a recepción para buscar ayuda.
—Candy…—miró detenidamente aquella marca y siguió buscando por todo su cuerpo hasta dar con otras dos más en su espalda mientras la tenía allí presionada, intentó bajar su pantalón, más la rubia comenzó a patearlo.
Las de recepción llegaron al ascensor, deteniendo la acción de Rick.
—¿Señor Johnson?—la recepcionista entró hasta el ascensor, retirando la maleta de Candy.—Por favor, creo que esto no es una escena para protagonizar en un ascensor, mientras las personas se acumulan para mirar. ¿Podrían…por favor detenerse?
Él miró hacia atrás, notando aquellos muchos pares de ojos que estaban a la espera de más espectáculo.
Candy miró su blusa rasgada, tomó su maleta y su bolso, queriendo salir del ascensor, pero él sujetó su brazo.
—¡Suéltela!—gritó la mujer que antes había ido a pedir ayuda.—La ha golpeado, solo miren su cara y su cuello. ¡Aléjese de ella o llamo a la policía!
Viendo que todos se le irían encima si seguía reteniendo a Candy, que algunas personas sacaban sus móviles para grabar, más la súplica de la recepcionista, Rick soltó a la mujer, no sin antes acercarse a ella para decirle algo.
—Tus estúpidos papeles del divorcio, no los firmaré, te los haré tragar si los pones delante de mí; me quedaré con tu hermana como mi zorra y a ti como mi esposa. Tendremos tres hijos con hermosos ojos azules y tu linda sonrisa, junto con tus pecas. Candy….no me divorciaré. Y ten por seguro que encontraré al hombre con el que dormiste en aquel maldito piso. Ahora mismo buscaré en cada maldita habitación, hasta dar con él.
Lanzó su amenaza y luego la arrojó fuera del ascensor, las puertas se cerraron y Rick desapareció, permitiendo que Candy respirara con alivio.
—¿Se encuentra bien?—varias mujeres se acercaron para saber su estado, más que nada ella estaba nerviosa, muy nerviosa.
—Estoy bien, muchas gracias por la ayuda. Debo tomar un taxi hasta el aeropuerto antes de que mi vuelo me deje.
Uno de los presentes, que tenía un coche, se ofreció a llevarla y así fue como Candy pudo salir del infierno de ese hotel.
Llegó al aeropuerto justo a tiempo para abordar el vuelo, pero tenía una muy fuerte preocupación que la mantenía muy nerviosa.
Era…era su esposo. Aquel hombre era su esposo y lo que era aún peor, pasó de querer divorciarse de ella cuanto antes, a no querer hacerlo únicamente para lastimarla. ¿Cómo pretendía que ella seguiría a su lado o que tendrían hijos juntos?
¿Cómo es que su hermana podía dejarse utilizar de ese hombre?
Buscó en su móvil el documento digital que tenía dentro de aquella carpeta y encontró el archivo.
Había firmado un contrato prenupcial con Rick, en donde ahora mismo ella era la más afectada.
Porque habían varias cláusulas que la dejaban sin nada automáticamente pidiera el divorcio y una de las partes se negara.
Amaba los contratos, pero…el amor la hizo ser ciega al redactar aquel, alentada por su esposo, Rick Johnson.
Primera cláusula: Si el matrimonio termina antes del primer año, la parte solicitante del divorcio debe indemnizar a la otra parte afectada con el divorcio si esta no desea divorciarse.
Segunda cláusula: Si es demostrable que uno de los dos ha sido infiel durante el matrimonio, la parte afectada debe recibir una indemnización, logrando obtener así la mitad de los bienes de la otra parte.
Tercera cláusula: Siempre se tiene que aceptar acudir a terapia al menos en diez ocasiones antes de que la otra parte conceda el divorcio.
Aquel contrato ahora mismo solo la afectaba a ella, porque Rick se había dado cuenta que estuvo con otro hombre y lo más probable es que Lexi no fuera a admitir que estuvo con Rick durante todos esos meses.
En aquel momento la que quedaba mal era Candy Weber, gracias a un estúpido contrato que hizo y firmó bajo las redes del amor.
Pero, como una profesional que era y aún sin que Rick pudiera negarse a eso, había otra cláusula en donde ella podría salvarse de alguna manera.
Cuarta cláusula: Si por algún motivo ambas partes no han accedido al divorcio, pero están separados, quien haya logrado formalizar una relación estable y demostrable, antes de cumplir un año desde la separación, podrá obtener el divorcio sin ser indemnizado, ni tener que indemnizar a la otra parte.
Aquel acuerdo prenupcial era su verdugo y a la vez su salvador.
Faltaba que Rick comprendiera bien de qué iba todo y se pusiera en marcha para fastidiarle la vida a Candy.
No se había quedado muy satisfecho al saber que Candy pasó la noche con otro hombre, a tan solo unas horas de haberse enterado de la infidelidad de su esposo.
¿Tan rápido lo reemplazó?
Se encargaría de saber quién fue el hombre que se atrevió a tocar a su esposa bajo el mismo hotel donde él se hospedaba.