—Liliana, ¿qué es lo que tienes que decirme?—preguntó Alaric al cerrar la puerta. —Yo…—no eran palabras, era una reacción bastante directa. Terminó con esa distancia que los separaba y asaltó los labios de Alaric, intentando darle un beso, reconocía lo estúpida que fue al dejarlo de aquella manera y aferrarse a esas excusas que solo pertenecían al pasado, dejándolo a él atrás y todo destruido. Bastante tiempo tuvo para pensar en lo que hizo y los motivos por los que se alejó tanto tiempo de él. Al punto de ni siquiera decirle que se iba de la ciudad. Las manos de Alaric solo dejaron que ella rosara sus labios porque de mediato la apartó, mientras Liliana se sentía avergonzada por su rechazo tan rotundo. —No hagas eso, Liliana.—se quejó, mirándola a los ojos con expresión seria. —¿