4 La infiel

2449 Words
Cuando llegó a la casa que compartía con su esposo, sacó todo al jardín, cada mínima cosa que perteneciera a Rick la arrojó hacia fuera, de modo que lo único que quedó dentro fueron las cosas de Candy. Les prendió fuego, sentándose a ver como todo ardía. Así quería verlo a él, incluso a su hermana, ardiendo. Candy sufría, al poco tiempo de estar casada se daba cuenta que su esposo tenía varios meses con su pequeña hermana, siéndole infiel. ¿Cómo podía afrontar algo así? Con el alcohol, aquello no funcionó, solo la llevó a cometer una locura cuando se metió a la cama de otro hombre. Amaba a Rick y sufría por lo que le hizo. Una noche de pasión con alguien más solo calmó la ira de ese día. Alaric Jackson solo era un recuerdo borroso de una noche. Los vecinos habían llamado a los bomberos y a su vez a los padres de la pareja, creyendo que ellos estaban de luna de miel y que su casa se estaba quemando. Al llegar los padres de la pareja, los señores Johnson y los Weber al lugar, se sorprendieron bastante de ver a Candy allí. La mujer tenía la frente perlada en sudor, por todo el humo que salía del lugar, su expresión era la de una mujer totalmente desquiciada y aquel brillo del fuego se reflejaba en su cara. El resplandor hacía que la buena y amable Candy se viera peligrosa, salvaje. —¡Pero mi niña!—Su madre, Savannah, corrió hasta su lado, la alejó del fuego, apartándola para que los bomberos hicieron su trabajo. El señor Weber, sacó un pañuelo de su bolsillo y lo pasó por la frente de su hija, también por el cuello y hombros. —Algo ha pasado.—dijo Dixon, su padre. Ella tenía que estar en su luna de miel, pero estaba en su casa, con tremendo fuego que ella misma veía arder.—¿Dónde está Rick? —¡¿Dónde está mi hijo?!—Juliette Johnson corrió hasta Candy, sujetó sus brazos y la removió un par de veces, no logrando que esta dijera nada, los ojos de Candy ahora estaban atentos al agua que caía hacia el fuego, apagando todo, llevándose la belleza de lo antes ardía. Julie sujetó su barbilla, levantó su mano y golpeó a Candy con una fuerte cachetada que sonó al golpear con su mejilla, Savannah tiró de Julie y la alejó de su pequeña. —¡No le pegues a mi hija! —¡¿Dónde está mi hijo?! El señor Johnson se quedó apartado de todos, fuera del jardín, junto con los demás espectadores. Si la novia estaba allí, él iba imaginando lo que había pasado con su hijo, lo que le hizo a su reciente esposa. O lo que ella descubrió de él. Su hijo no era un santo. —Está con Lexi.—eran las primeras palabras de Candy. Su esposo estaba con su hermana. Rompió a llorar, buscando consuelo en su padre. —Dinos, Candy. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estás aquí? ¿Cómo es eso que Rick está con tu hermana? No puede ser posible. Lexi está con Martha, está dando a luz, la está acompañando. —Papá, hubo un cambio en mis billetes y Rick pudo salir pero yo no. No importa como lo logré, pero él creyó que yo llegaría después. Lo encontré en la habitación de hotel junto con Lexi. Savannah comenzó a reír, obviamente el humo y el calor había afectado en gran manera a la pequeña Candy. Decía cosas incoherentes y absurdas. ¿Su esposo y su hermana? —¿Qué ridiculez es esa?—Julie no le encontraba sentido a sus palabras. Nunca fue de su agrado Candy, la encontraba muy simple, con una belleza plana, en ocasiones la sentía muy fría para su hijo, él necesitaba una mujer amorosa, no alguien que compitiera con él en todo. En resumen, Candy Weber era mucha mujer y a la vez poca para Rick Johnson. Para la sorpresa de todos, Rick llegó a la escena. —Mis cosas…¿quemó mis cosas?—los bomberos ya habían terminado, los restos no podrían ni distinguirse, una pila negra hecha carbón era lo que quedaba de sus pertenencias.—¡Quemaste mis trofeos!—Rick fue un gran jugador del equipo local en Fútbol americano, entre otros deportes. Lo jugó desde la secundaria, en la universidad y luego ya lo dejó, no le interesaba de una manera más profesional, pero amaba ese deporte y todos sus logros eran más que sagrados para él, de lo que siempre presumía cada vez que tenía la oportunidad. —Los trofeos, las medallas, ¡cada maldita foto! ¡Tu puto uniforme! ¡Todo! Cada disparate que amas, ya todo ardió y lo disfruté. —¡Perra!—las rápidas zancadas lo llevaron hacia ella, el señor Johnson corrió hacia allá, pero no logró llegar antes que su hijo, Candy había caído al suelo y el señor Weber no podía hacer mucho contra el bestial cuerpo de Rick, la sujetó por el cabello y la arrastró unos metros antes de que Theo Johnson llegara.—¡Ella se acostó con un hombre desconocido en nuestra luna de miel! ¡La encontré con él y no lo negó! Después de un par de minutitos entre forcejeos, gritos y más, aquella familia dividida se calmó, entraron a casa para hablar como personas “civilizadas”. Los padres estaban consternados, porque sus hijos apenas empezaban el matrimonio y ya todo iba mal. —Candy tiene que hablar primero.—Exigió su padre.—¿Por qué dices que Lexi estaba con tu esposo? La acabo de llamar y ya viene en camino. —¡Pues esperemos a esa pequeña perra!—entre lágrimas, Candy no podía ver a Rick, le dolía la cabeza, había sentido que este arrancaba todo su cabello, tenía un moretón encima de la nuca y otro en ambas mejillas. Rick se había enfurecido mucho cuando vio que ella quemó todas sus cosas. Y Candy sabía que eso le dolería, pero de haber sabido que Rick estaría allí, no se atreve a cometer semejante hazaña. Eso fue peligroso, sabiendo que él se volvería loco. Cuando Lexi llegó a la casa, Candy le arrojó un zapato, viendo como entraba la pequeña zorra con rostro angelical. —¿Y a mi hermana qué le pasa?—fingió no saber nada de lo que allí pasaba. —¡Tú siéntate y cállate!—le ordenó su madre. Lexi se sentó lo más lejos posible de su hermana, junto al señor Johnson. —¿Quién hablará primero?—Preguntó Theo.—Quiero que este asunto termine rápido, porque no estoy para estos disgustos. Candy se puso de pie, colocándose en el centro de todos. —Lexi y Rick están juntos desde hace unos meses.—dijo.—Llegué al hotel donde se supone que pasaría una de las mejores semanas de mi vida y lo que encontré fue una imagen que jamás podré olvidar. Lexi en la cama con mi esposo. Me confesaron que llevan más de seis meses saliendo o viéndose a escondidas. Rick se rió, una risa burlona, en medio de una carcajada que resonaba en todos lados. Lexi se recostó al hombro de su padre, los padres permanecieron en silencio. Seguía siendo absurdo. —¿Ya puedo hablar?—Rick esperó con paciencia.—¿Ya te cansaste de hablar estupideces? Para empezar, desde la boda no veo a Lexi, justo ahora, cuando acaba de llegar. Y por si no lo sabían, ¡Candy es una zorra! Tuvimos una discusión por una pequeñez en el hotel, que si no le gustaba el lugar, que si llegué antes que ella ¡y me dejó! Se fue a un bar y regresó con un hombre. Me preocupé mucho aquella noche y salí como loco a buscarla, hasta que temprano de la mañana una de las chicas del hotel me notificó que mi esposa había llegado hace horas, pero con otro hombre. Mismo con el que pasó la noche. La quise confrontar cuando nos encontramos en el ascensor y…ella…me confesó todo. Lo peor no es eso, viene aquí, quema mis cosas, acusa a Lexi de algo que ella no tiene ni idea e intenta hacer que ustedes le crean, ¿saben por qué? —¡Eres un mentiroso! —¡Cállate que ya hablaste! ¡Yo sí contaré la verdad de lo que realmente eres! No sé con quién me casé, la mujer que vi era otra, la misma que está aquí y no logro reconocer. Fui un tonto al creer que ella estaba enamorada de mí. ¡Solo quiere mi dinero! —¡Yo tengo dinero!—iba a ir hacia él, pero su madre la detuvo. —No más que yo, nena. No más que yo. Lo que ustedes no saben, es que Candy me obligó a firmar un acuerdo prematrimonial. En el que pierdo todo si me divorcio de ella.—el murmullo comenzó con los padres. La jugada de Rick era magistral, era perfecta.—Y no se imaginan todas las cláusulas extrañas que hay, y yo firmé estando enamorado, sin saber sus intenciones. Pero les juro que no dejaré que ella se quede con lo que me pertenece. Es el maldito diablo de los contratos. No sé cómo no esperó un poco más, al menos debió fingir por más tiempo pero no aguantó. ¡En nuestra luna de miel se tira a otro hombre! ¡Nuestra luna de miel! ¡Un tal Alaric Jackson!—los ojos de Candy se abrieron como platos cuando vio que Rick sabía el nombre del hombre.—¡¿Ven que ni lo niega?! ¡No lo niega! —¡Me acosté con él luego de encontrarte con Lexi!—acababa de admitir que se acostó con otro hombre. —¡Pero Candy!—su madre horrorizada la tomó de las manos.—¡Ya deja la mentira! Él no estuvo con Lexi, ¡ella no ha salido del país! —Mamá…por favor. Te digo que los vi. —Ya veo de qué va esto.—El señor Johnson se paró de su sitio, tomando la palabra.—No esperé que esta familia fuera algo como esto y realmente me pareció ver a una Candy enamorada. No sé cómo mi hijo fue tan estúpido de firmarle un acuerdo prenupcial a esa abogada del diablo, ¡hay que ser estúpido! Si crees que atrapaste a mi hijo, pondré a los mejores abogados para que verifiquen todo y anulen ese maldito acuerdo. No te quedarás ni con solo centavo del que pertenecen a los Johnson. —Señor Johnson, él fue quien me hizo redactar el acuerdo.—era poco creíble. Frente a sus padres Rick solo era músculos, poco cerebro, y Candy una brillante abogada que se podría salir con la suya, haciendo firmar a Rick aquel acuerdo, sobre todo si nadie creía la historia de que él se acostaba con Lexi, la pequeña e inocente Lexi, su cuñada.—Y no quiero su dinero. —Pues hagamos que se anule dicho acuerdo y así queda claro tu buena fe.—los ojos azules del señor Johnson enfocaron los de su nuera.—¿Qué me dices, Candy? Que esto quede en un simple divorcio, cuanto antes…mejor. —No.—Rick se colocó al lado de su padre.—Estoy enamorado de Candy, pese a todo lo que me hizo pasar, la manera en la que destruyó mi corazón y lo interesada que es. Para mí no queda anulado el acuerdo, ¡ella es mi esposa! Y si quiere el divorcio, hay cláusulas que tienen que cumplirse. Incluso si la amo, mi corazón merece una recompensa por el daño que ella me hizo. —¡Yo si que no te daré un solo centavo! ¡Di algo, Lexi! —Papá, mamá. Ella está loca. Esto es algo que tienen que resolver en pareja y yo no tengo nada que hacer aquí. Me marcho.—Lexi, que ya había hecho todo un plan con Rick de camino al país, se desentendió momentáneamente de todo aquello. Nadie podía creer la historia de Candy o sería Rick el que perdería mucho dinero, realmente mucho dinero.—Nos vemos en casa. En medio de aquella sala, con la casa aún oliendo a humo, Candy se quedó sin apoyo, su madre no le perdonaba que involucrara a su hermana pequeña y su padre no era capaz de creer la historia loca que contó su hija. Rick ganaba. —Entonces, ¿qué sigue? Tu eres la abogada.—las comisuras de sus labios se ampliaron. —Aquí no se hará nada hasta que nuestro abogado revise dicho acuerdo prenupcial y vea su validez.—sentenció el señor Johnson, tomó la mano de su hijo y lo sacó de aquella casa. Julie, la madre de Rick, se acercó a su nuera con una expresión severa. —Vaya perra que eres, Candy. Nunca, pero nunca me agradaste y ahora mucho menos. A mi hijo no le quitarás ni un solo centavo. Haré que te quedes sin nada, rastrera. Ya decía yo que algo tenías que no me caías bien. ¡Caza fortuna! —¡Y usted vieja inútil! —¡¿A quién llamas inútil?! —¡A usted que no supo criar a su hijo! ¡Él es el caza fortunas aquí, no yo! —¡Te sales ahora mismo! —¡Esta casa la pagué yo! Misma razón por la que no la incendié con todo lo que había dentro. ¡Usted salga de mi casa! ¡Todos lárguense! ¡Y ustedes también! ¡Váyanse con la zorra de Lexi y su maldita cara de “yo no fui”! Todos salieron, echados por Candy. Cerró la puerta y se arrojó al suelo, agotada de tanto gritar. Tenía que demostrar que Lexi y Rick eran amantes, antes de que Rick se quedara con la mitad de todo lo que ella tenía. No podía permitir que él la humillara de ese modo con semejante mentira. Él fue el infiel, al menos primero que ella. Rick sabía el nombre del hombre con el que Candy se acostó, y ella no pudo negar ese hecho, podría decirse que él tenía ventajas de la situación. En aquel preciso momento, Candy llevaba las de perder. Perderlo todo. ¿Podría Rick demostrar que aquella noche Candy y Alaric Jackson pasaron la noche juntos? De ser así, había una cláusula que indicaba lo que iba a pasar. Y Rick lo sabía.
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