El sol del atardecer proyectaba una luz cálida y anaranjada en la sala de la casa de Alaric. Estaba sumergido en sus pensamientos cuando el timbre sonó, sacándolo de sus cavilaciones. Abrió la puerta y se encontró con Clara, luciendo notablemente preocupada, las niñas detrás, Millie se despidió de ellas y regresaron al coche, la joven de melena dorada le dio un beso a su padre y luego fue directo a su habitación, mirando que Candy no estuviera en el salón. —Alaric— saludó con un tono que no auguraba nada bueno—. ¿Podemos hablar un momento?—preguntó, mirando hacia atrás y viendo que las niñas ya estaban en el coche. Alaric, sorprendido por la expresión ta seria de la mujer, invitó a Clara a entrar. —Hola, Clara. ¿Todo estuvo bien en la tarde? ¿Sucede algo con Millie? Una vez dentro, C