Capitulo 25

1669 Words
Marko Francesca duerme después de que le colocaron un sedante y yo no me he movido de su lado, hemos pasado casi todo el día tratando de conseguir su sangre, ha sido casi imposible pero cuando pensamos que no lo lograríamos, encontraron algunas unidades en un banco de sangre en Los Ángeles, no confió en nadie asique mande a Boris con el equipo del doctor Clark a buscarla. Ahora están preparando todo para transfundirla. No quiero dejarla sola, pero tengo que ir a ver la magnitud de los daños en la mansión y encargarme de ese problema en la bodega, necesito desesperadamente derramar sangre, mi cuerpo se siente inquieto e inestable. Toda la tensión del día, la ira y la frustración corriendo por mis venas como lava caliente. Y verla a ella así, lo hace mil veces peor. Clark entra seguido de una enfermera, coloca la bandeja y empieza a introducirle la vía en el brazo por donde le pasaran la sangre, ya me explico detalladamente todo, unas horas antes. Dominik aparece en la puerta y a regañadientes salgo al pasillo. —¿Cómo está? — pregunta. —Estable, ya empezaron a transfundirla— digo, pasándome las manos por la cara, preso de la frustración—. ¿Cuántos hombres has perdido? —Algunos, no será difícil conseguir más— su voz es sombría—. Pero algunos eran muy importantes ¿Alguna novedad? —Tengo a un infiltrado en el almacén y quiero destrozarlo porque por su culpa Francesca esta así. —¿Cuándo vas a ir? —No quiero dejar sola a Francesca, no tiene a nadie más que a mi aquí— digo—. No quiero que este sola cuando despierte. Mi amigo sonríe y niega con la cabeza, ni siquiera voy a preguntar, porque imagino la cantidad de cosas que pueden salir de su boca. —Ve, yo me quedo con ella. —¿Tu? — inquiero mirándolo serio. —Sí, yo— jodidamente sonríe—. Tranquilo bestia, no te la voy a robar— dice antes de que me gire hacia la habitación—. Solo porque está dormida. No me detengo entro, pero lo voy a matar en cuanto pueda. —Ya está listo señor Petrovich— informa—. El procedimiento durara entre una y cuatro horas, luego le haremos un nuevo análisis de sangre y evaluaremos si necesita otra unidad o es suficiente con esto. —De acuerdo ¿Ella despertara mientras este así? —No es probable, el sedante hará que duerma más que ese tiempo. —Gracias Clark. —Avíseme cualquier cosa— se va después de aquello y Dominik ingresa a la habitación. —Ve, yo la cuido— asegura—. Tengo seguridad rodeando toda la clínica dentro y fuera asique pierde cuidado si quieren atacar, esto es una maldita trampa mortal. Asiento y le doy un apretón en el hombro agradeciendo esto. Salgo rápido, llevándome a algunos de mis hombres conmigo, voy directo al almacén. Con la piel hormigueándome y la adrenalina en su tope, manejo a toda velocidad dejando que el viento de la ventanilla abierta me golpee la cara. Necesito tener la cabeza fría. Las imágenes de Francesca asustada, pálida y llena de sangre golpean mi cabeza y los deseos de matar a todos los que hicieron esto son difíciles de contener, no aguanto la furia que siento dentro. Llego a la bodega, estaciono y me bajo, ardiendo por entrar y acabar con esa maldita rata. Mis hombres están afuera custodiando, inclinan su cabeza cuando me ven llegar y me abren la puerta, Boris y Valery están sentados en una mesa, cierro la puerta detrás de mí y enfoco la vista en la persona que está atado de las cadenas que cuelgan del techo. Sonríe a pesar de que está a un paso de irse directo al infierno. —Al final no eras tan intocable como todos dicen— asegura de forma burlona. En sus ojos puedo ver el brillo de la satisfacción, realmente cree que gano algo y no se da cuenta que el mismísimo diablo esta frente a él y que ahora va a desatar el mismísimo infierno. Porque la tocaron a ella. —No es una declaración muy inteligente de tu parte ¿No crees? — me acerco—. Tu estas atado y yo a punto de matarte asique diría que las apuestas no están a tu favor. —Van a matarte, vas a pagar cada muerte con tu sangre. —Ya lo han intentado y aquí sigo— expreso—. Pero tú en unos cuantos minutos ya no lo estarás y tampoco seguirá vivo ninguno de ustedes una vez que los termine de cazar uno a uno. Su sonrisa se desvanece y se tensa, pero el desafío en sus ojos no. Lo golpeo una y otra vez, para luego soltarlo de las cadenas y tirarlo al suelo, se empieza a reír de forma siniestra, aun cuando me acerco y lo pateo una y otra vez tan fuerte que es probable que le haya quebrado las costillas. —Te van a destruir y no vas a poder hacer nada para evitarlo. Lo agarro de la camiseta manchada de sangre y lo golpeo con el puño en las costillas provocando que no pueda respirar y se retuerza cuando cae al suelo. —Sobrevivió tu mujercita? — jadea en busca de aire—. Están esperando tenerla, se darán un festín con esa belleza italiana. Es solo nombrarla para que vea todo rojo, una ira que no puedo manejar invade cada poro y célula de mi cuerpo, no pienso, no razono, me importa una mierda sacarle información, lo voy a destrozar solo por pensar siquiera en ella. Coloco mi pie en su entrepierna, amenazante. —Tu, no vas a vivir para contarlo— su grito invade todo el almacén de forma fuerte y escandalosa, con la presión que hago sobre su inservible polla, buscando quebrársela. Lo agarro y lo encadeno de nuevo, me giro y me dirijo a la mesa en donde mis hombres observan la escena como si fuera una función de cine privada, tomo el mazo de hierro y me volteo hacia él. Se remueve incomodo mientras me acerco y cierra sus manos pensando que voy a quebrarle los dedos, lo hare, pero no ahora. Su grito es ensordecedor cuando el impacto del mazo le rompe las rodillas, haciéndome sonreír. —Pensaba mostrarte clemencia si me decías todo lo que sabes— sigo con sus manos masacrando sus dedos que manchan el piso con la sangre que chorrea, me mancha la ropa, pero no me importa—. Cambie de opinión. —No… no... — no puede respirar con el cuerpo tenso del dolor, pero sigo. —Esto es un aperitivo comparado con lo que te espera al final— tomo el cuchillo más filoso, Boris y Valery se acercan, sosteniéndolo con fuerza. Mientras Boris le abre la boca y le agarra la lengua con una pinza, reteniéndola hacia afuera, me tomo mi tiempo pasando la hoja hasta que empieza de forma lenta a desprenderse y desbordar sangre. —Ahora ya no volverás a nombrar a mi mujer nunca más— su lengua cae al suelo y casi está a punto de desmayarse, pero no está en mí, poder detenerme. Quiero que sufra y matarlo rápido al mismo tiempo. —Llévalo afuera y trae las cadenas— le indico a Boris—. Esto está justo a punto de terminar para ti. Niega asustado, pero me doy media vuelta y salgo a respirar un poco de aire, esto es placentero, pero aun no estoy calmado, entonces me doy cuenta y comprendo que lo estaré una vez que vuelva con ella. Lo traen y lo atan, dejándolo tendido en el piso, atado de pies y manos a dos autos —Muchachos— grito—. Muéstrenle a nuestro hombre aquí lo que hacemos con las ratas. Los autos se encienden, ese ruido provoca que se retuerza y abra bien los ojos, despacio los autos avanzan, tirando cada una de sus extremidades hacia una dirección diferente, dejándolo suspendido en el aire. No está muerto aun pero pronto lo estará. Apago el cigarrillo pisándolo con mi zapato una vez lo tiro al piso y me acerco al auto de adelante, subiéndome en él. Doy la orden y acelero justo al mismo tiempo que el auto de atrás, veo por el espejo como le desborda sangre por la boca y me detengo, solo para volver a acelerar un poco más, vuelvo a detenerme y bajo del auto acercándome. —Eligieron al hombre equivocado— susurro—. Mírame bien porque este es el último rostro que verán antes de irte al infierno. Abre bien los ojos inyectados en sangre y se retuerce mientras me alejo y me subo al auto. Doy la orden de nuevo y aceleramos arrancándole los brazos y las piernas, dejando un torso tirado en el suelo. Me encuentro sentado en la silla al lado de su cama, antes de venir de nuevo a la clínica pase por la mansión para ver los daños, está casi destruida. Tome algo de ropa que sobrevivió y pase por el piso de Dominik a bañarme y sacarme la sangre antes de volver con ella. Mi amigo se fue cuando llegue, informándome que la transfusión había ido bien y que solo había tenido un poco de fiebre pero que era normal. Durmió desde que llegue, yo no pude, la observe en silencio, me acerco, se remueve en sueños y de forma suave acaricio su mejilla. Me paralizo cuando sus ojos somnolientos se abren, mirándome fijamente, sus ojos dorados observándome de una forma que destruyen cualquier resabio de resistencia que podía tener, me atrapa, me invade y se apodera de mí. —Marko… —Descansa, mía cara— le susurro cuando sus ojos vuelven a cerrarse—. Yo te cuidare, nadie volverá a tocarte, nadie toca lo mío y vive para contarlo.
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