Capitulo 15

1662 Words
Francesca Recién acababa de despertar cuando tocaron la puerta de la habitación, luego de decirle que podía pasar, la empleada entro con la bandeja del desayuno que habían preparado, note la pastilla que Marko había dicho que debía tomar con el zumo de naranja. Cerré los ojos y suspiré, estaba decidida, aunque no fuera fácil iba a dejar atrás los traumas que mi madre me había dejado. Quería mejorar y sabía que la nutricionista solo era el principio, algo dentro mío me decía que tenía que considerar en algún momento ver a un psicólogo. Había demasiado en mi cabeza. Cuando terminé de desayunar, me levanté para ir al baño, Marko no dijo a qué hora debíamos irnos por lo que pienso tomar una ducha rápida. Me sobresalto cuando la puerta se abre. —Francesca— Marko está en la puerta vestido impecablemente como cada vez—. Buenos días ¿Cómo te sientes? —Buenos días — respondo—. Mucho mejor, gracias. —Eso es bueno — dice—. Anoche no has vuelto a tener fiebre. —No, no tuve. — digo, me dormí toda la noche, pero no sentí el cuerpo caliente en ningún momento ni me sentí mal. —Lo sé, vine a controlarte varias veces por la noche. — confiesa. Me quedo quieta antes eso, no sé qué hacer aún ante sus gestos, pero me llegan profundamente. Me acerco hasta dónde está y sin pensarlo mucho lo abrazo, no sé porque lo hice, supongo que es mi forma de agradecerle todo lo que está haciendo por mí. Por un instante, su cuerpo se siente tenso y sus brazos cuelgan, y justo cuando pienso que me excedí e invadí su espacio personal, rodea mi cintura con sus brazos y me atrae hacia él, sosteniéndome. Su perfume amaderado me hace sentir mareada al principio y el calor de su cuerpo a pesar de la ropa, me da calidez y provoca una sensación de bienestar que me inquieta. —Gracias— susurro—. Gracias por todo lo que estás haciendo por mí Marko. Sus brazos me aprietan más y los escucho suspirar, deja un beso en la coronilla de mi cabeza y se separa, pero sin soltar mi cintura. —Eres mi esposa Francesca, es mi deber cuidarte. —Sí, lo sé, pero nuestro matrimonio no es como los demás Marko, sé que no es conmigo con quién querías casarte, que solo soy la sustituta de mi hermana por eso agradezco que te preocupes por mí. Por unos segundos cierra los ojos sin decir nada, no niega nada de lo que dije y no esperaba tampoco que lo hiciera porque es en definitiva la realidad. —Sé que esto no empezó bien, mía cara— me mira fijo, sus ojos azules sin ningún tipo de emoción contrastan con la forma en que está acariciando mi cabello—. Pero tú, no tienes que pagar culpas de nadie, me di cuenta tarde de eso, tú eres la más afectada y la más inocente aquí, y yo ya no quiero ser uno más en esa lista de personas que te hacen daño, quiero cuidarte, quiero que te sientas cómoda aquí, que confíes en mí y confíes en que no haré nada para lastimarte ¿Puedes hacerlo? —Sí, puedo hacerlo— digo sin dudar, no sé porque, pero puedo sentir la sinceridad en su voz. —No quiero mentirte o jugar contigo Francesca, no sé si alguna vez pueda sentir algo como amor, Dios, no sé si alguna vez pueda volver a sentir algo en absoluto y no tiene nada que ver contigo, esto va más allá de ti— confiesa—. Pero quiero que nos conozcamos realmente, que podamos convivir cómodos alrededor del otro, quiero que confiemos mutuamente, sé que soy un hombre difícil, pero voy a intentarlo por ti y ten por seguro que voy a ayudarte y cuidarte en todo lo que necesites. —De acuerdo— afirmó sin dudar—. Me gustaría eso Marko, yo también voy a intentarlo. Sonrió y parece suspirar aliviado, o quizás lo estoy imaginando, quien sabe. Me da un beso en la frente antes de soltarme. —Prepárate, te veo abajo en media hora. Asiento y lo veo salir por la puerta, exhaló el aire que estaba reteniendo, esto es una locura, agradezco que haya sido sincero porque sus gestos me estaban descolocando. Siempre tuve presente que Marko jamás podría sentir algo por mí, mucho menos amarme, pero que lo ponga en palabras, que lo diga tan crudamente, fue de igual forma duro. Pero lo aprecio porque sé que no debo hacerme ilusiones de ningún tipo por muy lindo que me trate, de todas maneras, fui sincera cuando acepte lo que me propuso, quiero hacerlo de hecho, quiero conocerlo y que nos llevemos bien, al fin de cuentas, los dos estamos en este matrimonio y no podemos salirnos de él. Me doy un baño rápido, cuando termino me pongo ropa cómoda, ato mi pelo y solo me pongo un poco de corrector y rubor para no parecer tan pálida. Al bajar veo a Marko en el hall de entrada esperándome, cuando me ve me sonríe, por primera vez, me sonríe a mí. —¿Lista? —Sí, lista. — digo mientras me pongo mi abrigo. —¿Puedo hacer algo? — su pregunta me toma por sorpresa, pero asiento. Se acerca y lleva sus manos hasta el moño en mi cabeza, soltándome el pelo, masajea mi cuero cabelludo y mis ondas caen libremente y más formadas por el peinado que tenía— Eres hermosa Francesca, de cualquier forma, pero el cabello suelto te hace ver no solo como tú, sino excepcional. Siento mis mejillas arder y solo puedo asentir como la tonta que soy, Marko me sonríe y toma mi mano mientras salimos hacia su auto. Está vez decide manejar, sin embargo, dos autos con su seguridad nos siguen. La clínica a la que llegamos no está lejos de la casa, Marko estaciona el auto y nos bajamos, me sorprende que vuelva a tomar mi mano, pero trato de no pensar mucho en ello a pesar de lo bien que se siente. Cuando nos acercamos a la recepción solo basto con que diga su apellido para que la chica que atiende nos indique el número de consultorio en el que ya nos estaban esperando. Antes de que podamos tocar la puerta, está se abre y una muy joven médica nos recibe saludándonos de forma cordial. —Bueno señora Petrovich— dice mirando unos papeles—. Según su informe médico presenta una anemia severa y bajo peso. —Si. —De acuerdo, voy a medirla y pesarla para saber de lo que estamos hablando y en base a eso podemos elaborar un plan nutricional acorde para usted. Me levanto cuando me lo indica y me guía a la báscula dónde me pesa y luego me mide, anota todo en una libreta y volvemos a sentarnos. Marko mira todo de forma atenta. —¿Y? — pregunta mi esposo, que está demasiado serio. La nutricionista parpadea y se aclara la voz. —¿Puedo llamarte Francesca? — pregunta mirándome. —Sí, claro. —Francesca, para la altura que tienes estás por debajo de tu peso. —¿Cuánto? — pregunta Marko. —En este momento tu peso ideal para que te des una idea debería ser de cincuenta y cuatro kilos dado tu metro sesenta— explica—. Ahora mismo pesas cuarenta y dos, no es grave pero no es saludable, sobre todo porque estás muy anémica. —Que tiene que comer para subir de peso? — Marko tiene la mandíbula tensa al igual que su postura. —Si, a eso iba señor Petrovich— responde la médica y me pasa un papel impreso con una tabla y varios ítems—. Este es el plan alimenticio con el que comenzaremos, vamos a programar una consulta mensual para ver tu evolución. —De acuerdo. —Haces ejercicio Francesca? —La verdad es que no. —Bueno debes empezar, comienza con algo tranquilo como caminatas de media hora dos o tres veces a la semana, puedes probar Pilates también. Tu cuerpo además de ganar peso tiene que tener movilidad y el ejercicio no solo tonifica, sino que mejora tu sistema respiratorio, mejora la circulación de la sangre y la resistencia. —Haremos todo eso— dice Marko, mientras guarda el plan nutricional que la médica me mostró. —¿Te parece bien Francesca? — me pregunta ella. -Si, por supuesto, haré todo tal cual indico. —Perfecto, nos vemos el próximo mes entonces— nos levantamos y después de despedirnos, salimos de la consulta. Hay algo de alivio tengo que confesar, estaba realmente asustada, aún lo estoy un poco, quiero mejorar, voy a poner todo de mi para que eso suceda, pero, también soy realista y sé que al principio no va a ser fácil. —¿Estás bien Francesca? — pregunta Marko, que se paró frente a mí. —Sí, solo un poco abrumada. —Vas a poder hacerlo, mía cara— acaricia mi mejilla de forma suave—. Yo te acompañaré en este proceso y verás que antes de que te des cuenta te pondrás bien y esto será solo un mal recuerdo. —Gracias. — vuelvo a decir, porque realmente lo hago, probablemente sea la primera persona que se preocupa por mí. —Tengo que pasar por la empresa a firmar unos papeles ¿Quieres acompañarme? Luego podemos ir a almorzar a algún lugar ¿Qué te parece? Mi sonrisa se forma inevitablemente. —Me parece una excelente idea. — digo, sintiéndome sonrojada y contenta. —Vámonos entonces, ángel. — toma mi mano y entrelaza nuestros dedos. Y por primera vez en mucho tiempo me siento cuidada y que alguien me noto a mí, a Francesca, y eso me genera una calidez que es imposible de explicar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD