Capitulo 16

2046 Words
Francesca Habían pasado cuatro días desde que fuimos a la nutricionista, y debo decir que el tema de mi alimentación fue más difícil de lo que imagine, estaba tan acostumbrada a ciertos hábitos que no me di cuenta lo arraigados que estaban en mí. Sé que recién van cuatro días nada más y que tengo un largo camino por delante. Marko vino cada día a buscarme para desayunar, asegurándose de que tomara mi medicación y comiera todo lo que me servían, incluso estuvo volviendo del trabajo a la hora del almuerzo. Después de ese día que fuimos al médico y me invito a comer a un restaurante italiano las cosas han sido menos tensa entre los dos, conversamos mucho y una noche vimos una película en una gran sala que tiene justo en una habitación al lado de su despacho. Hoy se fue temprano después de asegurarse que desayune, tenía mucho trabajo y me aviso que quizás no volvería hasta la noche. Me encerré en mi estudio luego que se fue, quería pintar un poco y cuando empecé no pude parar, perdí la noción del tiempo como cada vez que me siento inspirada. Estaba demasiado concentrada cuando unos golpes me sobresaltaron, antes que pueda indicar el pase, la puerta se abrió. Mi esposo estaba sin el saco de su traje, con la camisa arremangada hasta los codos y sin corbata ¿Cómo se las arreglaba para verse bien todo el tiempo? —Pensé que no volvías hasta la noche. — me sonríe de forma picara, no lo hace todo el tiempo, sonreír, es esporádico, pero es abrumador cada vez que lo hace. —Y yo pensé que me habías extrañado, mía cara— cuando termina de entrar en el cuarto es que noto la bolsa de papel que tiene en las manos—. ¿No hay un saludo más cariñoso para tu esposo? Niego con la cabeza, me hace reír, dejo la paleta y el pincel que tenía en la mano y me acerco hasta él. —Hola esposo— le digo, sonriéndole. —Ven aquí— me tiende la mano libre y cuando la tomo me acerca a él y me abraza por la cintura, dejando un beso en la coronilla de mi cabeza—. ¿Cómo te sientes? —Bien— me suelta y me mira—. Tenía muchos ánimos de pintar y perdí la noción del tiempo. —Ya veo, bueno tienes suerte de que haya comprado el almuerzo— me entrega la bolsa y camina alrededor mirando los caballetes que tienen cuadros terminados, algunos estas sobre la pared, me siento inquieta, esta es la primera vez que alguien aparte de Bianca, mira con atención los cuadros que pinto—. ¿Tienes hambre? Pregunta sin mirarme, yo lo miro nerviosa a él, sigue observando todo detalladamente y soy incapaz de hablar, cuando se gira sus ojos son de un azul intenso y siento un escalofrió que me recorre todo el cuerpo. —Usa tus palabras Francesca. —Un poco— digo, apenas encontrando mi voz. —Coloca la bolsa sobre esa mesa y siéntate— mientras hago lo que me dice acerca una silla para sentarse, abre la bolsa y saca dos sándwiches de carne con vegetales y lechuga junto a dos refrescos—. Espero que te guste. Doy el primer bocado y una explosión de sabores sucede en mi boca activando mis papilas gustativas, es quizás el sándwich más rico que he comido en mi vida, un gemido de satisfacción se escapa de mi boca y su mirada se fija en la mía, humedezco mis labios y sus ojos caen sobre mis labios. No sé porque en este estudio de golpe hace tanto calor, le doy un sorbo a mi bebida sintiéndome sedienta. —Está muy rico— digo con la voz más ronca de lo normal, Marko se aclara la garganta y se remueve en su asiento. —Lo está, sabía que te gustaría. —Sí, gracias— lo miro, dudando si preguntar porque volvió, no sé si hacer eso es meterme en sus asuntos o no, no es más que curiosidad de mi parte, pero me animo a hacerlo, tengo que ir perdiendo el miedo y ser más tenaz—. ¿Sucedió algo? —Con qué? — me mira fijo, pero no veo molestia sino interés en mi pregunta. —Hoy a la mañana dijiste que no vendrías hasta la noche porque tenías mucho trabajo y sin embargo has vuelto para almorzar— no dice nada por unos segundos en los que deja su comida en la mesa y se limpia la boca con la servilleta de papel—. Lo siento, no quise entrometerme. Marko me sonríe nuevamente y niega con la cabeza. —No te entrometes y tienes que ir perdiendo el miedo a preguntarme cualquier cosa que necesites saber— suspira sin dejar de mirarme—. El que tengas miedo de mi es mi culpa, lo sé y voy a trabajar porque eso cambie, puedes preguntarme lo que quieras Francesca, si puedo responderlo lo hare y sino también te lo diré ¿De acuerdo? —De acuerdo. —No sucedió nada, cancele un par de reuniones— dice volviendo a tomar su sándwich—. Tuve ganas de venir a almorzar contigo eso es todo, seguiré trabando desde la casa más tarde. —Gracias— digo y dejo la mitad de mi comida sobre la mesa—. Sé que parezco un disco rayado diciéndote lo mismo todo el tiempo, pero no tienes idea lo mucho que me estas ayudando, quizás seas la primera persona sacando a mi mejor amiga que se interesa por mí y lo que me pasa. —¿Cómo es posible que nadie te haya prestado atención antes? — pregunta con una intensidad casi oscura en sus ojos. —Vittoria siempre fue el centro de atención de todos— digo y desvía la mirada, no sé porque lo hace, él era alguien que solo tenía ojos para ella y no es un reproche jamás le diría algo como eso, es solo un hecho y no solo el, todos en realidad—. A mí nunca me miraron, no me hicieron faltar nada, pero no tenían real interés por mí, mis padres, mi hermana cuando creció, realmente nunca demostraron quererme, pase a ser una sombra como le gustaba decir a Vittoria, aun así, mi madre se empecino en transformarme en ella. Su cuerpo se tensa y su mandíbula se marca, estoy completamente segura que no debe ser fácil para el escuchar su nombre después de lo que hizo y más aún si todavía siente cosas por ella. —Eso va a cambiar Francesca, fue enserio cuando dije que lo intentaría. Esta es tu casa ahora, aquí no tienes que esconderte o ser alguien más, solo se tu misma— dice—. No eres la sombra de nadie y nunca más lo serás, no a mi alrededor, puedes contar conmigo para todo lo que necesites. —Gracias— sonríe y le da un sorbo a su bebida. —Basta de gracias— asiento—. Termina de comer. —Ya me llené. —Solo dos bocados mas ¿Si? Luego puedes dejarlo— lo hago, en verdad estoy llena, pero, así como el yo también quiero intentarlo, no solo por el para que vea que de verdad estoy comprometida con esto, sino por mí, porque yo quiero mejorar. Doy esos dos últimos mordiscos que me parecen enormes y se racionalmente que no lo son, me cuesta tragar, pero lo hago—. Eso es, estoy orgulloso de ti. Sus palabras me golpean, desatando un huracán de cosas dentro de mí, siento mis ojos arder, y mi corazon late más fuerte de lo normal, es la primera vez que alguien me dice algo como eso. Inhalo y exhalo, Marko se da cuenta de todas las emociones que estoy atravesando, pero no me hace decirlas o decir algo en absoluto. Nos quedamos en silencio un momento hasta que se levanta y vuelve a caminar mirando los cuadros. Se detiene frente a uno que, en particular, refleja una noche semi estrellada sobre un mar rabioso, los colores oscuros son fuertes y reflejan la intensidad y devastación de las olas rompiendo. —¿Te gusta? — le pregunto cuando me acerco. —Es fuerte e intenso, te hace sentir vulnerable ante la inmensidad de tanta oscuridad ¿Cómo pudiste pintar algo así? —Ese cuadro lo pinte una noche que habíamos viajado a Italia, no recuerdo bien el evento al que asistimos, pero fue algo familiar, la cuestión es que me había aburrido de estar sola en un rincón, no conocía a nadie y por ende había quedado relegada como siempre— le cuento—. Me fui sin que nadie se diera cuenta, salí hacia la playa y camine hasta que me dolieron los pies, cuando me senté en la arena frente al mar, me paso exactamente eso que acabas de describir, me sentí pequeña y vulnerable ante esa monstruosa inmensidad, cuando volví a mi habitación saque un cuaderno y lo dibuje en un boceto sin dejar de recrear cada detalle en mi mente, ya finalmente en casa lo pinte, me llevo todo un día hacerlo. —Es increíble— se gira y me mira—. Tu eres increíble Francesca y tienes un gran talento. —¿Enserio? — mi corazon late demasiado rápido, tanto que siento que va a salirse de mi pecho. —Sí, enserio, todo lo que sentiste en ese momento lo plasmaste a la perfección aquí— dice—. Estoy seguro que todo el que lo mire va a sentir lo mismo. —Eso no va a suceder, pero gracias por tan lindas palabras— no dice nada solo vuelve a mirar el cuadro. —Admiro lo que haces, yo no nunca podría hacer algo semejante. —Si pudieras hacerlo ¿Qué pintarías? — pregunto, Marko vuelve a girarse y sin dejar de mirarme, inclina su cabeza de lado. —Tus ojos— su respuesta me toma por sorpresa y me paraliza ¿Qué? —. Tienes unos ojos tan pero tan únicos, ángel— se acerca más y yo no puedo moverme siquiera—. Me he dado cuenta que cambian de tonalidad según tu estado de ánimo, cuando te sonrojas tus ojos se vuelven de un amarillo más claro, como dorado, cuando lloras puedo notarlo porque se vuelven más oscuros, y no tengo idea porque quiero seguir descubriendo cuantas tonalidades eres capaz de tener— su mano va hacia un mechón de mi pelo que sostiene entre sus dedos, está demasiado cerca asique tengo que levantar la cabeza para mirarlo—. Que otras emociones pueden hacer que esos exóticos ojos cambien. —Marko…— digo casi en un susurro ahogado, no puedo respirar casi, estoy aturdida por todo lo que acaba de decirme ¿Cómo es posible que notara eso? —Tu eres una criatura exótica, mía cara, nunca he visto belleza semejante a la tuya asique…— se acerca y roza con su aliento mi oído— Nunca más vuelvas a pensar que eres una sombra o que tienes que ser la copia de alguien, eres demasiado única para ser como alguien más, eres Francesca Petrovich, a partir de ahora los demás deberían querer ser como tú, no al revés. Se separa solo un poco sin dejar de mirarme fijo, sus ojos antes vacíos ahora tienen un brillo distinto, no sé bien qué, pero está ahí, antes que pueda siquiera abrir la boca para decir algo su teléfono suena rompiendo el momento. —Hable— dice, poniendo distancia entre los dos—. Sí, enseguida voy. Cuelga y se queda parado con el teléfono en la mano y los ojos cerrados unos largos segundos, cuando vuelve a mirarme ese brillo ya no está ahí. —Marko…— no se realmente que decir a pesar de que quiero decir algo. —Debo irme, surgieron algunos imprevistos— anuncia—. Lo siento, no me esperes para cenar, volveré tarde. Se va después de eso, respiro por primera vez y saco el aire que estaba reteniendo ¿Qué demonios acaba de pasar?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD