Capitulo 11

1860 Words
Marko Es algo tarde cuando vuelvo a casa, esta semana ha sido una verdadera locura, lo que pensamos había sido un ataque aleatorio por parte de los rumanos se convirtió en algo más, han atacado tres cargamentos en lo que va de la semana. Nada grande, bandas de poca monta, pero estoy seguro que no es algo aleatorio, están tramando algo mucho más grande, lo puedo sentir. Estoy agotado, lo único que deseo es darme un buen baño, comer algo y acostarme a dormir. Una vez dentro empiezo a caminar por el pasillo, estoy a punto de subir las escaleras cuando escucho sonidos en la cocina ¿No es demasiado tarde para que las sirvientas estén despiertas? Una mirada a mi reloj lo confirma, son las dos de la mañana. Me doy la vuelta y vuelvo sobre mis pasos, solo para detenerme en seco cuando llego a la puerta de la cocina, hay una mujer de pie junto a la nevera abierta, buscando algo dentro. Su rostro está escondido detrás de la puerta, pero estoy seguro de que no es una chica del servicio, nunca la había visto aquí antes. Lleva unos leggins negros y un suéter gris de gran tamaño con las mangas arremangadas, sus pies están descalzos y su pelo cae en ondas, no mejor dicho en grandes rulos, como una melena salvaje. ― ¿Quién eres y qué haces aquí? ― digo, con una mano en mi espalda justo sobre mi arma. Salta con un grito, y se vuelve hacia mí, mis ojos brillan en estado de shock. Francesca. No puedo dejar de mirarla, si la hubiera visto caminando por la calle así, de esta forma, probablemente no la habría reconocido. Francesca es hermosa maquillada y vestida como lo hace aun cuando sé que no es su estilo para nada, pero así, de esta manera, parece un puto ángel bajado del cielo, y me resulta imposible quitarle los ojos de encima. Definitivamente ese cabello combinado con esos exóticos ojos son una combinación letal. Ella jadea y abre bien los ojos, recorriéndome con la mirada, es en ese momento en que me doy cuenta que mi camisa esta manchada de sangre, esa que durante todos estos días me dedique a derramar en un intento inútil por calmar mi cabeza y la ansiedad de mi cuerpo. ―Yo...yo... yo solo, estaba buscando algo de comer― dice, visiblemente nerviosa―. Discúlpame ya me iba. ―No ibas a comer? ―No tenía tanta hambre― pasa por mi lado, casi temblando―. Buenas noches. ―Siéntate― mi voz suena como una orden, Francesca se detiene en seco antes de dar otro paso, se gira y se sienta en una de las banquetas. Me quito la chaqueta y la camisa manchada, tirándolas a la basura, me lavo las manos y limpio mi pecho, Francesca esta en completo silencio observando cada uno de mis movimientos, me giro y abro la heladera, tomo un poco de jugo y una bandeja con fiambres, coloco eso sobre la isla de la cocina y voy a la alacena donde saco el pan. Francesca sigue mirándome, pero no emite una sola palabra. No puedo hacerme el idiota y negar que me ha hipnotizado, incluso cuando usa ropa lujosa pero ahora al verla con su cabello cayendo libremente, enmarcando su rostro angelical, siento como si me hubieran dado un puñetazo y fuera incapaz de tomar aire. Es perfecta. Sacudo la cabeza, está claro que vivir bajo el mismo techo con ella me está afectando de alguna manera, pero debo recordar que nada puede pasar entre nosotros, termino de prepararle un sándwich y le sirvo un vaso de zumo de naranja. Francesca me mira expectante cuando le paso el plato y el vaso. ―Come― me mira fijo, pero toma el sándwich con sus manos y le da un bocado―. ¿Te gusta? ―Mmm... si, está muy rico― me sonríe y que me condenen si eso no me hace algo dentro, no sé porque, pero me gustaría saber qué otra cosa hacer para que sonría de esa forma. No solo porque sonríe de forma preciosa sino porque sus ojos se vuelven aún más claros si eso es posible y jamás había visto algo así. Me sirvo un vaso de jugo para mí y me lo tomo de un trago, no sé porque hace tanto calor de repente, no me pasa desapercibida la forma en que me mira, como detalla cada parte de mi piel desnuda, es adorable ver como intenta ser disimulada sin conseguirlo. Niega con la cabeza tratando de salir de esos pensamientos y me aclaro la garganta. ―Te estas adaptando bien? ¿Te gusta tu estudio? ―Sí, gracias Marko, el estudio es hermoso― dice―. Tiene una luz soñada, gracias por dejarme pintar. ―No tienes nada que agradecerme Francesca, esto no es una cárcel puedes hacer lo que quieras― me mira con sus ojos bien abiertos, quizás pensó que iba a prohibirle cosas o tenerla contralada, bueno esto último es así, pero es por seguridad. ― ¿Hace cuánto tiempo pintas? ―Desde pequeña, logre convencer a papá de que me deje pintar si cumplía con mis obligaciones. ―Has expuesto en alguna galería alguna vez? ― no sé porque estoy haciendo todas estas preguntas, pero algo me impulsa a hacerlo. ―No claro que no, no creo que tenga el talento para algo tan importante, mi madre siempre recalco que solo debía verlo como un hobbie― no me pasa desapercibida la tristeza en su mirada, y me molesta que sea así, ella no debería sentir tristeza en lo absoluto, es demasiado pura para eso. Además, esta idea de que su familia no la ha tratado exactamente bien cada vez es más certera, ahora que lo pensó bien Vittoria nunca la mencionaba. ―Alguien alguna vez vio tu trabajo? ― niega con la cabeza― Y como sabes entonces que no tienes talento? ―No lo sé, me lo han dicho siempre― ninguno dice nada después de eso, Francesca termina su sándwich y después de lavar su plato y vaso se va de la cocina, no sé cuánto tiempo me quedo ahí, pensando en las cosas que me ha contado, nunca de todas las veces que he ido a esa casa preste real atención a otra cosa que no sea Vittoria, por lo que no me sorprende no notar lo mal que han tratado a esa chica. Suspiro cansado y derrotado, realmente necesito dormir. Apago la luz de la cocina y salgo directo a mi dormitorio, nuevamente miro al cuarto al final del pasillo, pero resisto el impulso de ir hacia allí, entro a mi habitación y voy directo al baño donde me quito el pantalón y me meto bajo la ducha. Cuando termino, me seco me pongo un bóxer y me meto en la cama, todo esto que mi cabeza piensa y mi cuerpo está sintiendo es producto del cansancio, estoy más que seguro de eso. Llevo menos de un mes conociéndola, es imposible que siquiera piense en que me pase algo con ella muy a pesar de lo hermosa que pienso que es. Me despierto a las cinco, al final no termine durmiendo mucho, me visto y bajo directo al gimnasio que tengo montado en el ala derecha de la mansión, necesito descargar de alguna manera y esta me parece la forma perfecta de hacerlo. Me pongo los guantes de boxeo y empiezo con eso, golpe tras golpe hasta que los músculos me queman, luego paso a hacer abdominales y plancha. Una hora y media después siento que ya ha sido suficiente por hoy. Voy de salida quitándome el sudor con una toalla cuando veo pasar a Francesca hacia el área de la piscina climatizada ¿Qué hace despierta tan temprano? Sacudo la cabeza negando, no me importa, voy a ir directo a mi habitación, darme una ducha, cambiarme, desayunar e irme a trabajar, ese es el plan, si, si me atengo a la estructura todo va a estar bien. Pero, la cuestión es que al parecer no lo está, suspiro, no sé si enojado o derrotado conmigo mismo cuando me doy cuenta que estoy yendo tras sus pasos ¿Qué se supone que estoy haciendo? ¿Acaso voy a meterme a nadar con ella? Ya quisiera. No entro, me quedo en la puerta, de tal forma que no me ve, pero yo puedo observarla a ella. Francesca está nadando, haciendo largos una y otra vez, llega hasta una punta y sale hacia la otra, repitiendo la acción una vez tras otra. Media hora después la veo que está a punto de salir y como si mi jodido cuerpo tuviera vida propia me encuentro tomando una toalla de una tumbona y esperándola en la orilla ¿Qué carajos estoy haciendo? ¿Qué me pasa? Sus ojos se abren en shock, sorprendida de verme ahí. ―Yo…ummm… quería nadar, pero... ― balbucea, con miedo lo puedo notar y no quiero que me tenga miedo. ―Tranquila Francesca, puedes hacer lo que te apetezca, es tu casa ahora― me mira sorprendida, el miedo en su mirada no desapareció del todo, pero ahora esta sonrojada y se ve jodidamente adorable. Hay algo magnético respecto de Francesca porque por más que intente alejarla o mantenerme alejado, esta esta fuerza que siento a su alrededor que sigue empujándome más cerca de ella, no sé qué es, no se siquiera si quiero descubrir de que se trata. Mi mano pica por tocarla, no tiene nada ni remotamente sexy puesto, solo un bañador de una pieza de color n***o, pero, su piel mojada, sus ondas formándose y esos ojos amarillos brillantes la hacen ver como la mujer más hermosa y sensual del jodido planeta. Me acerco un poco más, dejando que mis sentidos se inunden con su aroma, es algo embriagante, no puedo dejar de mirarla y contrario a lo que podría pensar ella me sostiene la mirada, mi mano sale disparada en una sutil caricia delineando el contorno de esos labios suaves y rellenos, tan pero tan tentadores. Un solo movimiento y podría probarlos, un solo toque algo simple. ―Quiero que bajes a desayunar, mía cara― Francesca me mira aturdida, yo mismo me siento aturdido, quito la mano enseguida consciente de lo que acabo de hacer ¿Qué está mal conmigo? ―S-si... Dejo la toalla que seguía sosteniendo y me doy media vuelta para irme, necesito salir de aquí, necesito salir de su presencia, no puedo dejar que ella se meta en mi cabeza porque si lo hace, porque si no sale de ahí, nada bueno traerá eso. Antes de llegar a la puerta y salir me giro, Francesca sigue ahí, estática. ―Tenemos una fiesta a la que asistir esta noche, quiero que estés lista a las ocho. No espero su respuesta, me voy, un segundo más y no estoy seguro de lo que haría, necesito salir de casa, despejar la cabeza y poner las cosas en perspectiva. ¿Por qué demonios Francesca me está afectando de esta manera?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD