Capitulo 12

2307 Words
Francesca Estoy nerviosa realmente, no solo por la forma en que mi esposo se acercó a mi esta mañana sino porque esta es la primera vez que salgo de la casa desde que llegué y en cierta forma es sofocante. Como si de alguna manera me sintiera más insegura en el mundo exterior y es paradójicamente raro ya que esta casa me da escalofríos. Dejamos la mansión y después de un recorrido no muy largo llegamos a un complejo que es incluso más grande que la casa de Marko, tiene un enorme jardín que debe abarcar kilómetros y está rodeado de muros altos llenos de cámaras de vigilancia en cada esquina. Estoy nerviosa y no hay manera de disimularlo, va a ser nuestra primera salida como esposos en su territorio. —Francesca, relájate — Marko rodea con su mano la mía—. Estarás bien, me gusta el vestido —dice y deposita un beso en mi hombro desnudo. Su tacto quema en mi piel, al igual que lo hizo esta mañana. No sé si se da cuenta de lo que provoca en mi cada vez que hace algo como eso, ni siquiera yo sé si soy realmente consciente de eso. Sus palabras me calman de inmediato, no sé qué tiene su voz que me transmite una confianza inquebrantable y me tranquiliza. No debería hacerlo, teniendo en cuenta lo profunda que es, y lo poco que significo para él, pero lo hace. Lo miro discretamente, absorbiendo todo lo posible de su aspecto, lleva un esmoquin n***o a medida, es increíble como lo hace parecer más alto, lo que es físicamente imposible que sea más alto de lo que ya es y más severo. Lleva el cabello peinado hacia atrás, lo que le da una imagen como alguien que se vería en la portada de Forbes o GQ. Escogí un vestido a juego con él, ni idea de por qué lo hice, pero pensé que nos veríamos bien juntos si me ponía un vestido n***o. Es uno de esos que se ciñen a la cintura pero que caen sueltos hasta el suelo, me recogí el cabello en un elegante moño y me puse unos pendientes discretos que hacen juego con el pequeño bolso que llevo en la mano. La reunión está en pleno apogeo cuando llegamos. Hombres y mujeres están vestidos para la ocasión y charlan animadamente entre ellos, suena música clásica de fondo y, de alguna manera, el sonido me da un poco de serenidad, una promesa de que todo irá bien a pesar de que estoy en medio de una fiesta, celebrando el cumpleaños o un aniversario de alguien que no conozco. Hay un leve murmullo cuando ponemos un pie en el enorme salón, Marko pone su mano en mi espalda baja y me guía hacia un grupo de personas. Todos se callan llegamos, hay dos hombres grandes, uno más joven y una mujer que mira a Marko con demasiado interés. —Buenas noches caballeros— dice—. Katerina, buenas noches. —Justo estábamos preguntando por ti Marko— dice el hombre canoso—. Pensamos que no llegarías. —Y porque no habría de llegar? —No te hemos visto mucho desde que te casaste con la señorita Salvatore— Dice el más joven sin dejar de observarme. —Señora Petrovich— Marko remarca con algo de tensión en su voz. —Disculpa? —Francesca ya no es Salvatore o señorita desde que lleva mi anillo en su dedo, es y será siempre la señora Petrovich. —Si claro, disculpa mi error— La tensión que se formó en torno a mi apellido se volvió espesa, pero luego de ese intercambio no me presenta a los demás, en cambio se enfrasca en una conversación de negocios con los dos hombres mayores. Media hora después me excuso para ir al toilette, por supuesto no entendía nada de lo que estaban hablando y me sentí completamente invisible, fue como si mi esposo se olvidara de que yo estaba ahí, realmente me pregunto para que me pidió que lo acompañara. Soy plenamente consciente que Marko jamás me va a ver realmente como su esposa, esto es solo un arreglo, lo sé, pero después de anoche y lo de hoy a la mañana estúpidamente pensé que estaba viéndome de otra manera, que pedirme que lo acompañara a un evento público era porque quería conocerme realmente. Demasiado ilusa, lo sé. Estoy saliendo de regreso al salón cuando una voz femenina me detiene llamándome por mi nombre. Una hermosa rubia con un maquillaje impecable me hace señas para que me acerque, Lía Robertson, una amiga de mi hermana y sobrina nieta del director de una de las joyerías más importantes de New York. —¿Cómo has estado, Francesca? Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi. Sí, creo que fue en el compromiso de mi hermana, luego con todo lo que paso, todo lo referente a Vittoria desapareció, incluida sus amistades. Estoy a punto de irme cuando siento que unos ojos me observan, giro mi cabeza para encontrarlo. La intensidad con la que me mira a los ojos la siento como algo vivo, y me recorre un ligero escalofrío. En alguna ocasión he visto a Marko interactuar con sus hombres, no es un hombre que habla mucho, es mas de escuchar y por, sobre todo parece no perder de vista al resto de la sala. Esto, la forma en que me mira ahora, es diferente. Es seductor y aterrador en partes iguales ser el único centro de atención de un hombre como Marko Petrovich. —Estoy bien Lía, gracias ¿Y tú? — pregunto de manera cortes. —Tu sabes algo de... mmm... ya sabes— murmura en voz baja—. Tu hermana. —No, nada— digo—. No supe nada mas de ella desde que se marchó. —Y tus padres? ¿Sabrán ellos algo? —No lo sé, aun sabiéndolo nunca me dirían nada a mi Lía ¿Qué sucede? —No, nada— dice nerviosa—. Solo... solo quería saber noticias suyas. Me da una última mirada y se va, la veo perderse entre la gente y vuelvo a mirar hacia donde esta Marko que me está mirando, pero ahora de manera fija, dura y algo de eso me incomoda. Decido no darle más importancia al tema y me acerco al mesero que está circulando para pedir una copa, no suelo beber, pero siento en este momento que lo necesito. Boris la mano derecha de Marko enseguida se me acerca, es claro que no puedo estar sola, aun cuando él no hace nada por venir hacia mí, sigue hablando con mucha gente. —¿Todo en orden, señora? — su voz es ronca y con un tinte de autoridad. —Si claro, solo necesitaba un trago— digo, pero en el momento en que vuelvo mi mirada al frente Marko no solo está rodeado de los mismos hombres, sino que además ahora hay otra mujer, distinta a katerina, aunque igual de hermosa—. ¿Quién es ella Boris? —¿Quién? — dice de manera distraída. —La mujer que ahora está colgada del brazo de mi marido. —Sasha Sokolov, dueña del mercado inmobiliario— informa sin ningún tinte en su voz—. Es la nieta del segundo al mando y la mujer con la que supuestamente debía comprometerse Marko antes de tu hermana, era la opción por la que más lucharon, querían que siguiera la tradición y se casara con una rusa. —Que paso que no se comprometió con ella? —Nadie le dice que hacer a Marko Petrovich, debería saberlo— no digo nada, no sé qué decir tampoco—. Él ya había elegido a su mujer cuando le pidió matrimonio a su hermana— el silencio entre los dos luego de eso se volvió denso y creo que hasta Boris de dio cuenta—. Lo siento señora, no debí decirle estas cosas. —Parecen muy cercanos— digo, ignorando aquello y viendo como le acaricia el brazo de forma descarada— ¿Porque no se casó con ella como todos querían cuando mi hermana se fue? —No lo sé, señora. Se fue luego de eso, y de nuevo me quede ahí sola, sin conocer a nadie pareciendo algo más que la decoración del lugar. Estaba acostumbrada a ello, no es como si a las fiestas a las que asistía en casa fuera el centro de atención, era una sombra como siempre, la diferencia es que allí al menos tenia a Sofía. —Nunca te había visto antes o estoy seguro que lo recordaría— la voz de un hombre desconocido me sobresalto, estaba parado frente a mí con una copa en la mano—. Eres únicamente hermosa, soy Dimitri, por cierto. —Francesca— dije, tomando la mano que me estaba ofreciendo. —Hermoso nombre, tan hermoso como tus ojos— Se acercó, pero aun a una distancia prudente, lo que fue un alivio, me inquietaba la gente que no conocía—. Por cierto ¿Cómo es que estás sola? —No está sola— la autoritaria voz de Marko me puso la piel de gallina, ni siquiera me di cuenta cuando se acercó—. Esta conmigo. —Se conocen? Como es que siempre acaparas a todas las mujeres. —No acaparo a todas las mujeres— dijo tenso—. La acaparo a ella que es mi esposa Dimitri, y voy a dejarlo estar porque eres el hermano de uno de mis socios, pero no tienes a tu suerte. —No lo sabía, relájate. —Ahora lo sabes, no vuelvas a coquetearle. Luego de que el tal Dimitri se fue, el aire entre Marko y yo se volvió pesado y tenso. —¿Qué fue eso? — pregunte sorprendida por su actitud. —¿Qué cosa? — la despreocupación en su tono me molesto de alguna manera. —Esa escena, fue totalmente innecesaria— la intensidad en su mirada cambio, casi me hace retroceder, y perder todo el coraje que había podido tomar. Se acercó peligrosamente a mí, demasiado cerca. —No fue ninguna escena, mi cara— dijo, acariciando mi mejilla—. Solo le recordé por si no sabía que tú estabas conmigo, que eres mi esposa y no estás sola. —Pero estaba sola. —No te confundas Francesca, puedo no estar físicamente a tu lado, pero eso no quita la realidad— Se acercó más—. Quizás es buen momento para que sepas que lo que me pertenece, me pertenece y tú lo haces, desde el momento en que te convertiste en mi esposa. El aire dejo de fluir por mis pulmones ¿Cómo hacía para dejarme así siempre? Ninguno dijo nada después de eso, no sabía que decir tampoco, yo era consciente que era una mujer con muchas inseguridades y que no tenía el carácter suficiente para defenderme. El que él se dedicó a mirar todo a su alrededor y en el momento en que se giró y puso sus ojos sobre los míos una voz molesta interrumpió cualquier cosa que podría haber pasado en ese momento. —Marko cariño— dijo esa mujer llamada Sasha—. Ven que voy a presentarte a unas personas que están interesadas en hacer negocios contigo. Me dio una sola mirada y sin decir nada se marchó, dejándome sola nuevamente. No sabía si había pasado media hora, cuarenta minutos o una hora, no importaba realmente porque me había parecido eterno, seguía como una idiota viendo a Marko hablar con un grupo de personas y con Sasha a la cual le sonreía y se reía de cualquier cosa que ella dijera. No lo había visto sonreír una vez desde esa noche que vino a mi casa en esa cena de compromiso. Quería irme porque además de parecer invisible para él, como si yo nunca hubiera asistido, me dolía el cuerpo y la cabeza. Lo único que deseaba era estar metida en mi cama y tapada hasta la cabeza. Fui saliendo del salón hasta la entrada de la mansión, me di cuenta que nadie había notado que me fui porque ni Boris ni Marko me siguieron, llegue hasta nuestro auto donde visualice al hombre que conocía como Valery, una especie de seguridad. —Señora— dejo de hablar con el hombre que estaba para prestarme atención cuando llegue al auto—. ¿Qué necesita? —Ir a casa ¿Puedes avisar al chofer? Por favor. —Si claro, déjeme avisarle al señor Petrovich antes. —Oh no, no hace falta, está reunido con varias personas haciendo negocios— digo—. Me duele un poco la cabeza y quiero descansar. —De acuerdo, pero yo iré con ustedes. Me abrió la puerta del auto y me subí, él le dio indicaciones al chofer y nos siguió en el auto de atrás con dos hombres de seguridad más. Me pareció innecesario, pero no iba a discutir si me llevaban a casa. Quince minutos después estábamos entrando en la mansión, una vez en la puerta le agradecí al chofer y bajé. Entre en la casa y subí directo a mi habitación, necesitaba desesperadamente sacarme estos tacones y el vestido. No sé en qué momento el cuerpo me empezó a doler al igual que la cabeza, quizás era cansancio, abrí la mesita de noche y saqué un frasco con aspirinas para tomar. Me descalce y antes de llegar al baño para llenar la bañera, el estruendo de una puerta siendo fuertemente abierta llamo mi atención, no tuve tiempo de reaccionar cuando la de mi habitación se abrió de la misma manera y Marko entro totalmente exaltado y enojado. —Porque demonios te vas sin avisarme Francesca?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD