Capitulo17

1591 Words
Marko —Estas realmente jodido hermano— mi amigo se ríe mientras le da el ultimo sorbo a su wiski, es la segunda noche seguida que vengo a su club a beber. —No lo estoy, solo... — no sé qué decir, realmente no, no cuando hace dos días casi beso a Francesca, y no lo hice, no porque no quisiera, sino porque el teléfono sonó y eso fue lo que me saco de eje, trayéndome de nuevo a la realidad. La hubiera besado y con todas las ganas y eso, es justamente lo que me está torturando. Porque por más que me diga que no puedo sentir atracción por ella, que debo pensar en que nada puede pasar entre nosotros, sigue colándose en mis pensamientos una y otra vez sin darme paz. Eso no debía suceder. —A ver Marko, Francesca es tu esposa ¿Verdad? —Si. —Y es increíblemente hermosa— dice, y por alguna extraña razón, ese comentario me molesto más de lo que debería. —Lo es, si— digo de mala gana—. No deberías notar tanto la belleza de mi esposa. —Súmale celoso y posesivo a la lista. —No lo soy, nunca he sido así con nadie— remarco lo obvio, porque me conoce y sabe que es verdad—. Solo puntualizo un hecho, es una mujer casada. —Joder, eres tan idiota— me señala divertido—. Tu esposa te gusta ¿Por qué no lo quieres admitir? Quizás hasta tienes suerte y también le gustas. —No, Francesca es hermosa, sí, pero no puede y no va a gustarme de esa manera. —Porque no? —Enserio lo preguntas? — no puedo creer estar teniendo esta conversación, es la última vez que le cuento algo. —Sí, porque no veo que hay de malo en que intentes tener un matrimonio normal, hay atracción, la chica te gusta, ya están casados lo que elimina la mala etapa del cortejo incómodo. —Es la hermana de Vittoria— me siento un idiota ni bien las palabras salen de mi boca, no es del todo mentira, joder, me siento tan confundido. No puedo negar la atracción que siento por ella, pero también está esa otra parte de mí que no puede avanzar y si hago algo con Francesca a la larga voy a terminar lastimándola y aunque no parezca no quiero hacer nada que la lastime. —Vittoria se fue, te dejo a un mes de casarse y desapareció— dice, ya no divertido, hay ira en sus ojos—. Debes dejarla a donde pertenece y es en el pasado ¿Crees que, aun si volviera van a permitirte que te divorcies y te cases con ella? No digo nada, me termino mi vaso de vodka y me voy, Dominik niega con la cabeza, sé que tiene razón en la mayoría de las cosas que dijo, solo que no sé qué hacer, mi mente en este momento es como un agujero n***o donde se arremolina una cosa tras otra y no tengo capacidad para manejar ninguna. Una hora después estoy entrando a casa, luego de dar vueltas por toda la ciudad, todo está en silencio, son casi las tres de la mañana con lo cual Francesca debe estar durmiendo. Durante el desayuno fue la última vez que la vi, no hablo mucho y comió casi todo lo que le serví, incluso sé que respeta todas sus comidas durante el resto del día y que se pasa toda la tarde pintando. Puedo no estar en casa, pero no hay forma de que no sepa que es lo que hace. Estoy tentado a ir a su habitación, descarto esa idea enseguida, debe estar durmiendo y si no lo estuviera tampoco sé que decirle. Pero quiero verla. Dios, me meto en mi habitación y voy directo a mi cama, me siento completamente fuera de eje, para nada en control y totalmente inestable a su alrededor. Necesito dormir, necesito dejar de pensar en ella, y por sobre todo necesito volver a sentirme como yo mismo. No dormí nada, me desperté a las seis cuando me cansé de dar vueltas, ni siquiera dos horas en el gimnasio sirvieron para que me mi humor mejore de alguna forma, por el contrario, me siento más irritable que antes. Cuando entro al comedor Francesca está sentada en la mesa leyendo un libro, no es hasta que me siento que nota mi presencia. —Buenos días— dice sin mirarme y vuelve la atención a su libro, estoy a punto de decirle algo cuando la empleada entra con el desayuno. —Buenos días— solo digo, me mira brevemente pero no hay brillo en sus ojos o sonrisas tímidas, es como si hubiéramos retrocedidos mil casilleros y toda la culpa es mía. —Gracias— Francesca toma el jugo de naranja que le dejaron y toma la pastilla que cada mañana debe ingerir, tomo un sorbo de mi café y enseguida cierro los ojos. —Esto está frio— digo casi tirando mi taza, es increíble que no puedan servir un desayuno como la gente. La chica que está al lado de Francesca me mira pálida con los ojos bien abiertos, puedo jurar que está temblando, la mirada de mi esposa por otro lado, me hace ver lo molesta que está conmigo. —Puedes retirarte Linda, yo me ocupare del café. La chica casi sale corriendo, Francesca me mira y se levanta, toma la cafetera y mi taza, antes de que de dos pasos la sujeto de la muñeca. —Francesca…— sutilmente se suelta de mi agarre. —Suéltame. —Lo siento— no me mira—. Siento haber sido un idiota ¿Puedes disculparme? —No hay nada que disculpar, las cosas han sido claras para mi desde el principio— su voz carece de cualquier emoción—. ¿Puedes soltarme ahora? —Si— digo resignado, soy un idiota. —Bien, enseguida te traigo tu café. No me da tiempo a decirle que no es necesario, que no tiene por qué hacerlo, se va dejándome solo. Cierro los ojos y suspiro ¿Qué está mal conmigo? ¿Por qué tengo que ser un completo idiota todo el tiempo? Francesca vuelve diez minutos después con el café, me sirve en una taza limpia y se sienta en su lugar para continuar con su desayuno, no me mira y no me habla y no tengo que ser un genio para saber que volvió a cerrarse luego de que yo la dejara de lado hace dos días. —Lo siento— digo sinceramente—. Te prometí algo y no lo estoy cumpliendo, te he dejado sola y no tienes porque además soportar mi mal humor y mucho menos servirme el café. Me mira fijamente con esos ojos suyos, esos que tengo en mi mente como una foto fija. Todavía recuerdo su pregunta ¿Qué pintarías? La respuesta salió sola, creo que nunca fui tan honesto con algo, sus ojos son algo que no dejan de cautivarme, son tan únicos como ella, y por alguna extraña razón cada vez que me mira y la tonalidad de sus ojos cambia me siento hipnotizado. —No te preocupes— carraspea y se remueve en su asiento—. No tienes por qué darme explicaciones Marko, sé que eres un hombre ocupado y no esperaba que estuvieras todo el tiempo conmigo, me has ayudado más de lo que crees y agradezco todo lo que haces por mí, como dije antes, las cosas han sido claras entre ambos— deja la servilleta a un costado y se levanta, no comió todo, pero hoy no estoy en posición de reclamar—. Con permiso, voy a estar en mi estudio. Se va después de eso. Dejo mi café también, y como ella me levanto y me voy directo a mi despacho. La cague en grande con Francesca dije que lo intentaría que quería ser mejor y lo primero que hago es hacerla a un lado cuando no puedo manejar una puta emoción. Me paso todo el día trabajando, haciendo llamadas, organizando nuevos cargamentos y programando reuniones con Sasha ahora que voy a invertir en el mercado inmobiliario. Ni siquiera me doy cuenta que ya está empezando a anochecer, levanto la vista de mi portátil y enseguida mis ojos buscan el lugar donde siempre está Francesca, las luces de su estudio están prendidas, es probable que no haya salido de ahí en todo el día. Me levanto y me acerco a la ventana, apoyo el hombro sobre esta y la miro, lo he hecho bastante desde que está aquí. Está tumbada sobre un sofá, mi mirada recorre su cuerpo y se detiene en sus piernas, colgando del reposabrazos, hoy lleva puesto un vestido de mangas largas pero corto, muy por encima de sus rodillas y es una puta delicia. Niego con la cabeza y vuelvo a mi escritorio, necesito tener la cabeza ocupada. Empiezo a mirar los planos que Sasha me mando de un enorme terreno donde pienso construir un nuevo almacén está lo bastante alejado de la ciudad para que haya privacidad, pero al mismo tiempo, lo bastante cerca de las carreteras principales para que no sea problemático a la hora de nuestras necesidades de distribución. Las horas se me van y cuando vuelvo a levantar la vista ya está completamente oscuro, y no hay luz en el estudio de Francesca. Suspiro, otra vez me perdí la cena con ella.
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