Francesca ―No llores más, mi amor― me susurra―. Mírame, Francesca, solo fue un mal sueño. ―Fue tan real― me estremezco cuando todo se ilumina por un rayo que acaba de caer―. Por favor, por favor apaga los sonidos en mi cabeza. ―Nunca― dijo dándome un beso en la mejilla limpiando con su lengua mis lágrimas―, voy a dejar que nada malo te suceda ¿entiendes? ― su boca bajo por mi mentón hasta mi cuello en donde el ardor por los arañazos se intensificaba cada vez más, beso ahí también con cuidado y dedicación. Sabía lo que estaba haciendo. Le estaba dando a mi cabeza y a mi cuerpo estimulaciones sensoriales para que saliera de esa nube negra en la que me había metido. Sentí su mano trazar todo un camino por mi torso hasta el nudo de mi bata, lo abrió sin dejar de mirarme ni un segundo, m