Capitulo 3

1694 Words
Francesca Nunca lo vi venir, no cuando la partida de Vittoria aún estaba fresca y causando estragos en nuestra familia, dos semanas después mi padre había dejado bien en claro su punto de vista y lo que pasaría de aquí en adelante. Yo ocuparía el lugar de mi hermana. Al principio pensé que había sido una broma de mal gusto, pero mi padre nunca hacia bromas, su mirada gélida y sin emociones me dejaron en claro que esto era un hecho y que lo que yo pensara no le interesaba a nadie, como siempre. ¿Cómo es posible que el prometido de mi hermana haya accedido a una idea tan descabellada? Tenía mucho más sentido que esta humillación quisiera hacerlo querer matar a Vittoria, incluso a todos nosotros por ser su familia, pero aceptar casarse conmigo en su lugar me había dejado más descolada aún. —Eres tan afortunada de que Marko accediera a casarse contigo— dijo mi madre —. Podría haber hecho cualquier cosa con nosotros, incluso casarse con alguien más, es una suerte que aceptara el trato de tu padre. No pretendía lastimar mis sentimientos, supongo, sólo comentaba lo obvio, pero eso no hacía que doliera menos. La forma en que a veces menospreciaban mi valor era casi tan o más desgarradora que tener que casarme con alguien que no conocía. La diferencia es que había vivido casi toda mi vida con su indiferencia, la conocía, lo que venía, era incierto para mí. Me dolía porque a pesar de todo aún seguía esperando que me quieran de la misma forma que a mi hermana, que pensaran en mí, no como una cría molesta sino como su hija, pero, mis esperanzas de que eso pasara morían cada día un poquito más. Sobre todo, en días como hoy en donde me demostraban que no era más que una moneda de cambio para ellos, que les aseguraría todo lo que pensaban conseguir con esta unión y que no estaban dispuestos a perder. Porque la realidad era que, perderme a mí, no les afectaba en nada. Mamá retrocedió, admirando su trabajo, mi cabello caía lacio y brillante sobre mis hombros y espalda. Me puse de pie. Hoy tendríamos una cena en donde lo presentarían formalmente como mi prometido y mi padre discutiría los detalles del nuevo acuerdo. No iba a tener una cena de compromiso ni nada especial, solo una comida en el secretismo de mi hogar ya que los estragos de la huía de Vittoria seguían resonando, como si el hecho de ocupar su lugar no fuera a generar más rumores y murmullos, especialmente en torno a mí. Sin embargo, los detalles de la boda seguían siendo los mismos, mismo lugar, misma recepción y en un mes como estaba establecido. El único cambio, era la novia y si mi madre hubiera podido moldearme a imagen y semejanza de mi hermana, lo habría hecho. Para la ocasión, Giulia había escogido un vestido de color crema y unos modestos zapatos nudes, no era yo en lo absoluto, pero ya no podría serlo, ahora tenía un papel que interpretar y mi madre se había asegurado de que fuera la copia pequeña de mi hermana. Sentía que inevitablemente me iba a perder a mí misma y quise llorar por eso. En realidad, quería llorar por todo lo que estaba pasando. —Señora— anuncio el ama de llaves—. El señor Petrovich acaba de llegar. Mamá me guiñó un ojo. —Vamos, todo tiene que salir perfecto, asique compórtate— se me revolvió el estómago—. Tenemos que hacer que se olvide de tu hermana. Esperaba que no dijera algo de tan mal gusto durante la cena, ya de por si esto era incomodo como el infierno, no se necesitaba agregar más. La seguí al piso de abajo e intenté poner mi expresión más sofisticada. Papá abrió la puerta con la ansiedad brotando de los poros. No podía recordar la última vez que en realidad le había abierto la puerta alguien, pero, era claro que estaba nervioso porque su última carta se derrumbara y pagáramos todos, las consecuencias de todo este desastre. Y no dudaba que así fuera si esto salía mal. Había amado a mi hermana toda mi vida, a pesar de que había sido un sentimiento unilateral, porque siempre había marcado una diferencia entre ambas, pero hoy la odiaba un poco, porque su egoísmo, me había condenado. El cabello oscuro de Marko apareció en el umbral a medida que madre y yo nos deteníamos en medio de nuestro vestíbulo, estaba lloviendo afuera y el frio se coló en la estancia el breve momento que la puerta se abrió, helándome los huesos. Aunque, no estaba segura si había sido por el clima o por la presencia del hombre frente a nosotros. Papá abrió más la puerta con una amplia sonrisa, tensa y forzada, sabía que no podía dar un paso en falso o eso acabaría con su vida, no conocía a Marko en profundidad, pero era claro que la paciencia no era una de sus virtudes. Marko estrechó la mano de mi padre e intercambiaron algunas palabras en voz baja, como era tradición, saludó primero a mi madre, con un beso de mano antes de mirarme. Me dio una sonrisa cortante, luego besó mi mano. —Francesca — dijo, en su suave voz inexpresiva. Marko Petrovich era imponente sin necesidad de hablar, pero su voz era casi una voz de mando en sí sola. Era alto y musculoso, estaba impecablemente vestido en un traje de tres piezas n***o, con una camisa blanca y una corbata oscura, y tenía el cabello peinado hacia atrás. —Es un gusto verte de nuevo — dije con una pequeña inclinación de cabeza. Soltó mi mano. —Me gustaría hablar a solas con Francesca — llevó su mirada inexpresiva hacia mi padre. No desperdició palabras de cortesías, era directo y cortante. —Por supuesto — dijo papá, tomando el brazo de mi madre y alejándola. No era aceptable que estuviera sola con un hombre sin la presencia de mis padres, no se veía normal, ellos, si eran tradicionalistas conmigo por ser su hija menor, pero, de nuevo, nada en esta situación era normal. Cuando mis padres desaparecieron hacia alguna parte de la casa, Marko se giró para mirarme. —Supongo que esto no significara un problema para ti— dijo, sin ninguna emoción en su voz. Parecía tan controlado, como si sus emociones estuvieran enterradas tan profundamente que, ni siquiera él pudiera ser capaz de alcanzarlas. De golpe me pregunte si su comportamiento era debido a mi hermana o si él era así naturalmente. —No, por supuesto — dije, esperando que no pudiera ver lo nerviosa que estaba. No es como si hubiera tenido la posibilidad de elegir en esta situación de todos modos, si estaba o no de acuerdo, no importaba realmente. —Asumo que tu padre te dijo que nuestra boda no cambiara de fecha, que todo seguirá según lo establecido. Busqué un destello de emoción, tristeza o anticipación en su voz, pero no hubo nada. No podía saber si estaba enojado, si le dolía la situación o simplemente estaba aburrido. —Sí— respondí sin agregar nada más. —Perfecto, no es prudente seguir generando más rumores de los que ya hay cancelando cosas— como si nuestra boda no fuera a generar más rumores de los que ya había, quise reírme, pero no era para nada prudente. —Está bien— conteste rápidamente. Le di una sonrisa, no la regresó, sólo me contempló con un frío escrutinio. —Muy bien — murmuro finalmente—. Me gustaría discutir algunos asuntos con tu padre ahora. Asentí. —¿Por qué me aceptaste? Estoy segura que había muchas otras opciones antes que yo. — me había estado preguntando eso todo el tiempo, aun cuando sabía que era una cuestión que no se suponía preguntara. La expresión de Marko no cambió. —Negocios— señalo simplemente —. Fuiste una opción lógica, eres bastante joven, pero eso no puede cambiarse, estoy seguro que aprenderás cual será tu lugar una vez seas mi esposa. Me quedé en silencio por un momento, atónita por su razonamiento sin emociones, herida hasta los huesos, era un negocio, una conveniencia y a pesar de que lo sabía no hacía que doliera menos. Dentro de toda esta locura mi parte más ingenua esperaba que al menos me dijera que también era porque me encontraba bonita, pero esta fría explicación destruyó esa diminuta esperanza. Y era lo que debía ser, no podía ni debía albergar ninguna esperanza de nada con respecto a él o con respecto a esto. Asentí de nuevo en silencio. Metió una mano en el bolsillo de su saco y sacó una pequeña caja de terciopelo. La acepté y la abrí, un reluciente anillo de compromiso de diamantes estaba dentro. No pude evitar pensar que era hermoso. No era muy propensa a soñar con el día de mi boda o compromiso, pero las veces que lo había hecho, en mi fantasía, no se parecía a esto en lo absoluto. En mi mente era de forma romántica con el amor de vida, me diría lo mucho que me amaba y que no podía ni quería vivir sin mí, rodeados de velas y pétalos de rosas. El momento más especial de la vida, el cuento de princesa. Esto era más frio e impersonal de lo que alguna vez podría haber imaginado y me di cuenta que todas mis primeras veces iban a ser así, distantes, frías y sin emoción. Mi corazon rompiéndose una vez más. —Espero que te guste el diseño. —Sí, gracias — después de un momento de vacilación, tomé el anillo y lo puse en mi dedo. Marko no se había movido y no había dado ninguna indicación que quisiera hacerlo por mí—. Iré por mis padres para que puedan hablar. No dije nada más después de eso, caminé hasta el final del pasillo en busca de mi padre, quería perderme y desaparecer, pero ya no había tiempo para eso. La cuenta regresiva colgaba de mi cabeza.
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