Yelena despertó aturdida y un tanto adolorida de su espalda por la forma en que se había quedado dormida sobre el tocador donde estuvo escribiendo en su diario después de la constante pesadilla que había sufrido en la mayor parte de la noche, no era muy común que tuviera ese tipo de sueños a esas alturas de su joven vida, pero aun la seguían aterrorizando como cuando era una niña, vio como las cortinas se movían por el viento de la mañana que entraba por ellas y se puso de pie extrañada ya que no recordaba haber dejado las puertas del balcón abiertas, era muy cuidadosa con eso, pero no le dio mayor importancia pensando en que pudo ser su hermana quien entro para que se colara un poco de brisa, las cerro y fue hacia el baño para lavarse el rostro.
- Señorita Yelena...- una de las sirvientas mayores entro- Le traje agua tibia para que se duche.- fue a llenar la bañera.
- Gracias... ¿Sabes donde van a salir hoy?- pegunto teniendo una idea del motivo de aquella visita tan temprana, Ivana le había contado de la salida.
- La señora dijo que harían una excursión para que el padre conozca el río.- comento la mujer tocando el agua de la bañera.
- Podrías decirle a Andrés que ensille a Tormenta, tengo ganas de ir a casa de la abuela.- deshizo la trenza y comenzó a cepillar su cabello.
- Lo siento señorita, su padre dejo en claro de que no le dejáramos tomar ninguno de los caballos, debe ir al paseo familiar.- se acerco a ella y le ayudo a quitarse el camisón de dormir.
No dijo nada mas, la mujer que le estaba ayudando en aquellos momentos llevaba muchos años con la familia y aunque la trataba bien sabia que le tenia completa lealtad a Rose, todo lo que Yelena hablara iba a ser divulgado a su madre por esa mujer que se veía inofensiva, pero tenía una lengua de serpiente, tomo el baño un tanto apurada por la mujer ya que se quedo en la habitación rebuscando en su closet algún vestido que mas le gustara a ella ignorando los deseos de la chica. Al menos no tuvo un mal gusto ya que había tomado el traje blanco mas vaporoso que tenia, se puso las enaguas y después la falda de tres vuelos, una pequeña camiseta antes de la blusa, mientras Yelena ataba las cuerdas del corsé adelante la sirvienta le ayudaba con las de la espalda, por el espejo vio las mangas pomposas que se ajustaban arriba de sus codos y volvían a un pequeño revuelo, el escote cuadrado resaltaba su pecho con aquellos revuelos tan sueltos, con la vista fija en el espejo paso la mano por su cuello hasta la clavícula derecha y sintió un vuelco de nerviosismo en su estomago.
- Mi niña, que linda te ves está mañana.- comento Rose al verla bajar.
- Linda pero no cómoda, no entiendo porque tengo que llevar corsé siendo que vamos al río.- Yelena se estaba ahogando con la prenda porque la dejaron demasiado ajustada.
- Porque las señoritas siempre deben usarlo, se ven mas lindas y femeninas.- frunció el ceño.
- Ya estamos todos, es momento de encaminarnos hacia el río.- dijo Joseph sonriendo.
No estaba muy contenta de ir con todas aquellas personas, la idea de hacer una excursión a un lugar al que tanto había ido le parecía tonto y aburrido, la ventaja es que iba acompañada de sus dos amigos y quiénes no dejaban de hacerla reír por todo el camino con bromas y chistes. Iban hasta atrás de todo el grupo y Yelena no pudo evitar buscar al padre William entre las personas con la mirada, lo encontró llevando a una de las gemelas en brazos mientras el padre de la niña hablaba con él de forma animosa cargando a la otra. Al llegar al río todos se instalaron donde se les dio la gana y estaban animados a disfrutar del momento, Yelena se mantuvo alejada de su familia mientras buscaba una forma de desaparecer sin que nadie la viera y mientras buscaba el lugar menos concurrido vio al padre sentado en una gran roca mientas contemplaba la cascada embelesado por su belleza, entonces sonrió de lado con la idea de fastidiar el paseo del hombre.
- ¿No va entrar al río padre?- pregunto Yelena llamando la atención del hombre.
- Quizás lo haga en otro momento.- comento William viéndola con los brazos tras la espalda.
- Que lástima, tenía curiosidad de ver cómo eran los párrocos bajo esos gabanes tan feos que suelen usar.- comento con burla sin apartar sus ojos de él.
- Creo que sus deseos no serán cumplidos.- vio a Katya llegar a él con una manzana y se la entrego.
- Yelena ¿Podemos ir a nadar?- la niña le tomo la mano.
- En otro momento cariño.- sonrió de lado viéndola asentir y correr hacia donde estaba su hermana.
- Eres una buena institutriz...- dijo William haciendo que ella lo viera- No dejó de hablar sobre todo lo que les enseñas y lo buena que eres con ellas, además dijo que les enseñaste modales y etiqueta.- cortó la manzana con una pequeña navaja y extendió la mitad hacia ella.
- Me gusta lo que hago...- vio la fruta y después alzo la vista hacia los ojos azules- Que aparente ser una buena persona no quiere decir que voy a creerlo.- ladeó la cabeza un poco.
- Has sido testigo que la manzana acaba de llegar a mis manos, si la navaja tuviera veneno no podría comerla.- alzó una ceja y mordió su mitad.
- Dicen que el diablo engañó a Eva con una manzana... Quién me asegura que usted no es un demonio y quiere engañarme.- el hombre rio con una carcajada escandalosa que molesto a Yelena porque lo sintió como una burla hacia ella.
- ¿Quién en sus cinco sentidos quisiera engañar a alguien como tu?- vio como la risueña expresión de Yelena cambiaba a una totalmente seria.
- ¿Qué quiere decir con eso?- pregunto mientras lo veía.
- Enseñas mucho orden y educación, pero eres todo menos educada... me acusas de tener doble moral y no ves tu reflejo, una pequeña arpía descarada que se esta buscando un sin numero de desgracias.- con cada palabra fue molestando mas a Yelena.
- ¡Váyase directo al infierno!- gruño desviando la vista.
- Claro, nos iremos juntos al infierno y espero que te guste mas mi compañía, porque no habrá manera de que puedas librarte de mi.- extendió la mitad de manzana hacia ella de nuevo, pero Yelena solo se dio media vuelta y se fue.
Se había puesto como meta cansar al padre William hasta que esté se quejara con Rose por sus actitudes irreverentes hacia él y decirle que no intentaría hacerla volver a la religión, sin embargo, sus ideas podrían no salir como ella quería y menos con lo que acababa de decirle, ahora su menta seria sacarlo del pueblo a como diera lugar. Pensó en buscar a Ivana, pero de reojo vio el vestido rojo de una de las gemelas, le pareció extraño que la pequeña caminará hacia los árboles y decidió seguirla ya que apenas tenían cuatro años y podría llegar a perderse, no sabía quién de las dos era pues iba unos pasos muy adelante de ella y cuando la niña atravesó unos arbustos le perdió de vista, Yelena corrió para alcanzarla, pero no la encontró, observo a su alrededor completamente confundida y cuando sus ojos dieron con la niña, está ya iba subiendo por la pendiente hacia la cascada, no cayó en cuenta del como había llegado tan rápido allí arriba ya que solo pensó en correr por ella y volver con los demás, subió la pendiente corriendo y a duras penas logro tomar el brazo de la pequeña quien parecía hipnotizada por algo que iba adelante ocultándose entre los troncos de los árboles.
- ¿Dónde ibas Julia?- pregunto Yelena agachándose un poco.
- Es que el vestido de la señorita era muy lindo y me dijo que me daría dulces si la seguía.- dijo la niña sonriendo.
- ¿Qué señorita?- alzó la vista tratando de encontrar a alguien, pero parecía que estaban solas.
- Estaba sentada en una roca y su vestido es rojo, como el mío, también tenía un abrigo sobre su cuerpo.- entre más hablaba Julia más miedo sentía Yelena.
- Vamos, tu mami se va a preocupar si no nos encuentra...- tomo la pequeña mano de la niña y comenzaron a caminar de vuelta- ¿Cómo era el abrigo de la mujer?- sintió curiosidad.
Estaban en primavera y no era normal que alguien anduviese un abrigo ya que la brisa era cada vez más calurosa, por eso se le hizo doblemente extraño que dijera que la mujer andaba un abrigo.
- Era un abrigo de piel, gris con blanco y sobre su cabeza iba la cabeza de un lobo.- Julia era una niña inocente y no comprendía la situación.
Yelena se alarmó mucho más con sus palabras y se dio cuenta que los pájaros que siempre estaban cantando habían dejado de hacerlo de la nada, las ranas y los grillos de día no hacían ningún sonido, el bosque se había quedado en un silencio pesado, Yelena giro un poco su cabeza y vio sobre su hombro un movimiento no muy lejos de ellas. Era una manada de lobos que se estaban acercando con mucha cautela, iban dispuestos a matar, entre los troncos pudo ver una figura mucho mas alta escondiéndose y sin pensarlo comenzó a caminar de nuevo, tiro de Julia para que se apresurara porque no podían perder tiempo.
- Yelena... Lobos.- escucho la voz quebrada de la pequeña.
- No mires hacia atrás y camina más rápido.- pidió mientras pensaba en que iba a hacer.
Tomo una rama gruesa para ayudarse a caminar entre las rocas a la orilla del río, sin darse cuenta había seguido a Julia por un gran tramo río arriba y ahora iba a ser complicado llegar con los demás, cualquier movimiento brusco podría incentivar a los animales a atacarlas y eso sería el fin de ambas. Los lobos comenzaron a gruñir mientras las iban siguiendo aumentando sus pasos y entonces Yelena se armó de valor, no iba a dejar que los animales les hicieran daño, ella era una cazadora y debí defender a la pequeña de esas bestias a como diera lugar.
- Corre... ¡Corre Julia, sin voltear hacia atrás!- le soltó la manita y la niña lo hizo.
Yelena se dio la vuelta y utilizó aquel palo para tratar de alejar a las bestias que iban tras ella, lo movió de un lado a otro pero eso pareció incitar a los animales mucho más, uno de ellos se lanzó hacia Yelena, pero logró pegarle en la cabeza con tanta fuerza que el palo se quebró aún cuando era bastante grueso, sin ningún arma se hecho a correr hacia un lado tratando de alejar a los lobos de Julia. En en el lado de la posa todos estaban disfrutando de un hermoso día, entre charlas y juegos no se dieron cuenta de que faltaban Yelena y Julia, no fue hasta que la pequeña Katya pregunto por su hermana que Selena comenzó a preguntar a las familias que habían ido que donde estaba su hija y nadie supo decirle nada.
- Yelena tampoco está, seguramente fueron a cortar algunas flores.- comento Lilia.
- Yelena sabe que no hay que andar sola, ayer vimos huellas de lobos.- dijo Christopher preocupado cargando el arma.
- Los lobos no se quedan en un solo lugar, ya volverán.- dijo Robert, el padre de las gemelas.
En esas estaban cuando escucharon un grito, el grito de Julia se escuchó arriba de la cascada y al alzar sus cabezas la vieron detenerse a penas en la orilla de la misma, la pequeña estaba aterrorizada y es que los animales iban tras ella, la manada se dividió.
- ¡Mamá, los lobos!- grito antes de voltear.
A su izquierda un enorme lobo marrón iba bajando entre las rocas con su vista fija sobre la pequeña, Christopher y Lucas cargaron sus rifles para apuntarle al animal, pero no podían ver más allá de aquellas grandes rocas que formaban la cascada porque cubrieron el cuerpo del lobo, el primer disparo de Lucas fue fallido y el lobo salto hacia Julia aunque no logro alcanzarla. Yelena no corrió muy lejos del río ya que otros lobos la hicieron volver a la orilla, resbaló en las rocas y cayó entre otras hasta el agua, el dolor fue obsoleto cuando escucho el grito de Julia, el palo roto que llevaba en las manos fue su salvación cuando un lobo se lanzó sobre ella para atacarla porque se lo clavo en el pecho, se levantó y corrió en medio del agua pues el cause no estaba muy alto, vio al animal a nada de saltar por la niña y solo había un escape de aquella situación, tomo a Julia del brazo y con el impulso que llevaba salto a la posa sumergiéndose en ella, no fue consiente de sus actos o de cómo es que abrazo a la pequeña antes de caer en el agua fría, pero la había salvado de un asesino.
Se formó el escándalo y los disparos hicieron que los lobos se alejarán corriendo del lugar, Yelena salió del agua con Julia y la mantuvo a flote pues la pequeña no sabía nadar, al llegar a la orilla Rose tomo a la pequeña y se la entrego a su madre entre la histeria de todas las mujeres preocupadas por la vida de la niña ignorando burdamente a Yelena quien a duras penas logro salir del agua por su cuenta, estaba lastimada seriamente de su pierna y adolorida por los golpes que se dio al caer entre las rocas.
- ¿Por qué te la llevaste?- grito Rose pensando que había sido culpa de su hija.
- Yo no me la llevé, la seguí porque ella entró al bosque siguiendo algo.- respondió Yelena sentándose en una piedra.
- Mamá, sabes que Yelena sería incapaz de ponerlas en peligro.- intervino Jimena.
- Yo solo quería ver a la señorita con el abrigo de lobo.- Julia estaba llorando.
- ¿Qué señorita?- pregunto Robert.
- Deberíamos volver y llevarla con el doctor.- sugirió Dominika.
A todas esas algunos de los hombres habían ido a perseguir a los lobos para alejarlos, hasta el padre William había seguido a los chicos y cuando regresaron todas habían recogido las cosas, el pensado paseo tranquilo para convivir con el nuevo padre se había esfumado con aquel incidente y lo más prudente era volver a la pueblo, Joseph iba planeando armar a un grupo de cazadores y alejar a los lobos ya que eran una gran amenaza para el ganado y las personas en general. Yelena dejó que todos siguieran adelante de ella, cuando se puso de pie un dolor agudo la hizo doblegarse ya que fue justo en una de sus piernas, estaba empapada y el dolor la hizo andar con dificultad; William no esperaba que aquel incidente ocurriera y sabía que la vida en los bosques era un tanto complicada por todas las fieras que habitaban en el, sin embargo, no esperaba tener un encuentro tan pronto con unas de esas tantas fieras, iba atrás de todos muy vigilante y fue cuando notó que el vestido blanco de Yelena no iba entre las demás mujeres en el sendero, se detuvo y volteo hacia atrás notando la dificultad con la que Yelena iba caminando y tratando de ocultarse entre los troncos de los árboles.
- No deberías quedarte rezagada, menos después de haber escapado de puro milagro de los animales esos.- comento viéndola apoyarse en uno de los pinos.
- Conozco este bosque demasiado bien, si quiero quedarme lo puedo hacer.- Yelena frunció el ceño porque odiaba que las personas le demostraran lastima.
- Es de sabios pedir ayuda y de sensatos aceptarla cuando es ofrecida.- William no se iba a intimidar por la actitud infantil de la chica.
- No necesito ayuda, ni siquiera mi madre se preocupó por mí y es quien me dio la vida ¿Por que debería dejar que usted me ayude?- se alejó cojeando.
- Llevas muchas cortadas en los brazos y por el color naranja en tu falda debes tener un corte profundo en el muslo.- camino al lado de ella esperando que aceptara su ayuda.
Yelena era demasiado orgullosa para dejar que el hombre la ayudará, no se detuvo hasta que piso mal una piedra y casi cae al suelo, por suerte William había alcanzado a detenerla y cuando ambos se vieron a los ojos ella supo las intenciones del padre.
- ¡No se atreva a cargarme!- gruñó y trato de alejarse, pero no pudo hacerlo.
- ¡Eres una chiquilla terca y tratas de hacerte la fuerte solo por tu cabeza hueca!- gruñó el hombre cargándola en brazos.
No dijo nada y solo paso su brazo por el cuello de William por miedo a caerse, iba completamente avergonzada de su situación, pero no tuvo el valor de reclamar nada después de escuchar la forma en que le había reprendido, se dio cuenta que el hombre tenía mucho carácter y que su semblante serio no era una simple pantalla, era su verdadero ser y era más fácil que fingiera sus sonrisas a que fingiera su seriedad, William tomo el camino entre el bosque rumbo a la cabaña de madera que estaba tras la iglesia para llegar más rápido pues la tela se estaba tornando cada vez más roja gracias a la sangre, para sorpresa de Yelena el hombre era realmente fuerte y es que no había tenido ningún problema en cargarla, mucho menos en caminar por el sendero escabroso con ella en sus brazos. Pensó que entrarían a la cabaña, pero el padre paso de largo y fue directo a la puerta trasera de la iglesia, al entrar la dejo sentada sobre una banca alta.
- Quítate las botas y el vestido.- dijo mientras él se quitaba la gabardina que se había mojado por el contacto prolongado.
- ¿Perdón?- Yelena frunció el ceño.
- Cogerás un resfriado si te las dejas...- tomo una manta- Saldré un segundo para que te lo quites y te envuelvas en la manta.- paso la mano por su cabello.
- Padre... será imposible que pueda sacarme el vestido yo sola.- desvío su vista levemente sonrojada.
William la observo con duda por unos segundos y decidió ayudarla ya que en efecto, sola no iba a poder quitarse el corsé y si se lo dejaba terminaría enferma ya que no dejaba de temblar por el frío, eran tiempos de brisas cálidas, pero no lo suficientemente cálidas para que estuviera bien teniendo ropa mojada.
- Te ayudaré, pero no te vayas a asustar y no interpretes mal mis roces.- la vio ponerse en pie y darse la vuelta.
- Suelte las cintas de atrás una por una o se van a enredar y va a tener que cortarlas.- comento mientras ella iba soltando las cintas de adelante.
Con cuidado deshizo el nudo de las cintas del corsé y las fue soltando poco a poco, no comprendía el porque usaba aquella cosa cuando era más que obvio que Yelena no lo necesitaba, con una figura tan menuda como la que tenía parecía más una tortura que un accesorio necesario, una vez quitó el corsé la escucho suspirar aliviada y antes de salir ella ya se había quitado la blusa, seguido fue la falda aunque ya había desviado sus ojos para no ver lo que no debía.