Afuera la noche había llegado con su manto de oscuridad cubriendo todo lo que estuviera bajo el inmenso cielo y al cual el sol dio paso al firmamento estrellado junto a su astro, la niebla que Yelena había visto cuando llegó ya se había extendido por todo el bosque volviéndolo mucho más frío de lo que era en esos días de primavera, los días eran un tanto calurosos y las noches bastante frías; adentro ella seguía sumida en sus pensamientos tratando de llegar a una conclusión no tan conflictiva como con la que había llegado a la cabaña, el padre William se veía como una buena persona que buscaba ayudarla a volver al camino y quizás podría darse la oportunidad de conocerle un poco más como el mismo lo dijo, y es que le causaba mucha curiosidad saber que era lo que ocultaban aquellas sonrisas burlonas que le dedicaba cada vez que la veía, el semblante serio y sus miradas intensas solo acrecentaban más su curiosidad por saber, por descubrir quien realmente era el padre Danes.
Mientras mantenía los ojos cerrados comenzó a sentir una leve incomodidad, como si alguien la estuviese observando, cosa que sería completamente imposible ya que estaba en una habitación en la cual no habían ventanas y la puerta estaba cerrada con pestillo. No se molestó en abrir los ojos sabiendo que esa sensación solo estaba en su mala cabeza y continuo disfrutando del agua la cual ya había perdido su efecto congelante, de la nada empezó a escuchar el sonido de pasos, los cuales no sabía su procedencia hasta que estos se escucharon claramente en la habitación, pero no en el suelo, los pasos parecían caminar en círculos justo sobre ella, en el techo. Las ramas del árbol que estaban afuera podrían estar siendo movidas por el viento y eso provocaba el sonido, suspiró aliviada cuando les dejo de escuchar al mismo tiempo que el viento no chocaba más contra la cabaña, pero Yelena se hundió en la bañera y el agua la cubrió por completo haciendo que abriera los ojos notando como el agua tenia un tono naranja y al lado de su bañera estaba una figura alta, totalmente cubierta por una capa oscura.
Todo paso en cuestión de segundos, segundos que fueron suficientes para que Yelena se sintiera aterrada, dio unos manotazos para salir de la tina, pero entre su desesperación sintió como si algo la estaba empujando contra el fondo de la tina y el agua turbia no le dejaba ver con claridad quien se había metido a su casa, cuando logro salir se quedó sentada y pudo ver que no había nadie en la habitación, pero el agua si estaba teñida de un tono naranja; la herida de su muslo se había abierto de nuevo y estaba sangrando, lo que provocó que el agua se pintara de su propia sangre, aún agitada quitó el tapón de la tina y vio en agua irse para volver a llenarla con agua limpia, levantó la cabeza escuchando como si un animal hubiera saltado desde el techo justo sobre su cabeza y pensó que debía ser algún búho que alzo el vuelo, no le presto mayor atención porque no quería sugestionarse.
Salió de la habitación usando un camisón de seda con su bata abierta, se había tomado el tiempo extra de enjabonar su cuerpo muy bien y todo lo sucedido había abierto su apetito, no le costó demasiado encender la chimenea y poner una olla redonda al fuego para preparar un poco de sopa, Amaranta le había enseñado a cocinar y lo más simple que podía hacer era eso; pelo y partió unas papas, zanahoria, calabaza y setas, sal y algunas especias que le darían un mejor sabor. Mientras esperaba a que la sopa estuviera fue a la cocina para cortar algunas rebanadas de pan, ella tenía todo lo necesario en esa cabaña ya que no era raro que desapareciera del pueblo por un par de días y se quedará ahí, aunque siempre volvía porque su padre la mandaba a buscar con el capataz o alguno de los peones de confianza.
Mientras cortaba el pan alzó la vista hacia la pequeña ventana y se sobresalto cuando vio en el reflejo que alguien estaba de pie tras ella, volteo empuñando el cuchillo dentado, pero no había nadie más que ella en aquel espació, la cabaña era un poco grande y después de cerrar las cortinas de la ventana fue a revisar hasta en último rincón sin soltar el cuchillo, volvió a la sala estando muy segura de que se encontraba sola.
- Creo que me estoy volviendo loca, veo personas donde no las hay.- paso la mano por su cabello y fue de nuevo a la cocina.
Quitó la olla de la chimenea cuando la sopa estuvo lista y el sonido del viento silbando afuera la hizo ponerse nerviosa nuevamente, se aseguró de que todas las ventanas estuvieran con seguro y cerró las oscuras cortinas por si alguien quería ver hacia adentro, aunque no pudiera imaginar quien ya que estaba muy alejada del pueblo. Se sentó en la alfombra frente a la chimenea cubierta por los sillones color vino y disfruto tranquilamente de la sopa, al terminar y ponerse de pie vio que las velas que estaba en los candelabros empotrados a los costados de la puerta estaban apagadas, el viento arreciaba cada vez más y las rendijas le permitían colarse entre ellas.
Apagó las velas de la cocina y fue iluminando su camino con una lámpara de aceite, camino por el pasillo completamente segura y es que si alguien rondaba adentro, y había pensado en tomarla por sorpresa cuando se fuera a dormir iba a llevarse una gran sorpresa, en su mano derecha empuñaba uno de los cuchillos más grandes que habían en la cocina y le iba ocultando un poco entre las telas de la bata suelta, logró llegar a la habitación y cerró la puerta trancando la manija con una silla, esa noche se sentía más insegura que de costumbre. Subió a la cama y metió el cuchillo bajo la almohada, era la primera vez que se sentía temerosa de estar sola en aquel lugar y por lo mismo decidió dejar una vela encendida esperando que cuando está se acabará ella ya estuviera profundamente dormida.
Se quedó contemplando el techo nuevamente y pensando en el padre William, al momento de comenzar a quedarse dormida escucho afuera el bramido de una cabra y eso la hizo sentirse confundida porque no tendrían que haber cabras en ese lado del bosque, apagó la vela y se levantó con cautela para ir a abrir un poco la cortina, le costó distinguir entre la oscuridad de la noche, pero en efecto, afuera había una cabra blanca. Eran unos cuarenta metros lejos de ella, sin embargo, el pelaje blanco era muy visible aun con la poca luz de luna y además porque está parecía caminar tras alguien, una figura oscura, muy alta y mientras más observaba un terror invadió su cuerpo, vio a la cabra detenerse y su cabeza giro hacia la cabaña haciendo que Yelena se alejara de la ventana porque sintió que la cabra la había visto, las cortinas oscuras no dejaban pasar nada y menos la noche, corrió a la cama intentando olvidar lo que acababa de ver y esperando que nada llegará a su casa, pero estaba muy equivocada si pensaba que eso acabaría ahí porque después de estar unos minutos bajo la sabana volvió a escuchar el bramido de la cabra y esta vez podría jurar que estaba afuera de la ventana de la habitación.
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Del diario de Yelena Miller.
Me he despertado aterrada y bañada en sudor en más de una ocasión esta noche, tengo miedo de volver a la cama y que la pesadilla se haga más intensa de lo que ya a sido, puedo sentir mi corazón retumbando en mis oídos como un tambor de guerra y le siento intentar salir desesperado por mi pecho por lo agitado que está, he venido a sentarme frente a mi tocador y he decidido anotar mi pesadilla porque el escritorio en la esquina de mi habitación me parece muy aterrador por la oscuridad que lo rodea.
Me acuerdo haberme acostado cerca de las nueve de la noche después de haber escuchado las riñas de mi madre porque escape de su ridícula comida de bienvenida y no dejo de decir que había arruinado todo, como si de verdad fuera la gran cosa, está vez los pescados no me ayudaron. Abrí mis ojos quizás después de haberlos cerrado o eso sentí yo, me vi en medio de un camino tenuemente iluminado por una luna llena, me costo un poco reconocer que era el mismo camino que llevaba desde la casa de la abuela al pueblo, vi el cielo y como las nubes pasaban rodeando el enorme astro nocturno.
Comencé a caminar sin cuestionar nada y sin ser realmente consiente de lo que estaba viendo a mi alrededor, mi andar fue firme por las hojas secas que cubrían el suelo y no tarde en llegar a la entrada del pueblo, seguí caminando y vi las cabras echadas sobre el pasto seco dentro de su corral, avance cada vez mas hasta que sin darme cuenta estaba de pie frente a la gran iglesia que tanto veneraban, pude ver claramente el poso frente a mi y entonces le di la vuelta para seguir acercándome al lugar que se veía sumido en una oscuridad extraña que me causo un escalofrió de terror, no quería caminar hacia ella, no, porque me asustaba mucho.
Al pie de las escaleras para subir a las enormes puertas dobles recordé la llegada del nuevo padre esa mañana, y entonces fui un tanto consiente dentro de mi sueño, fui consiente de la hora que seria en aquellos momentos y que no tendría porque estar en ese lugar. Me di la vuelta pensando en salir de aquel sitio que cada vez se veía mas espeluznante y al hacerlo vi como una bruma espesa comenzaba a cerrarse alrededor de la iglesia, no tenia una lampara de aceite o alguna vela para poder guiarme y sentí mucho terror cuando vi que unas nubes oscuras comenzaban a cubrir la luna.
Retrocedí unos pasos y casi pierdo el equilibrio cuando choque con las gradas, viendo a mi alrededor escuche el rechinido oxidado de las grandes puertas tras de mi abriéndose, no pude evitar dar un suspiro de alivio pensando en que seria ayudada por el padre William, sin embargo, al girar mi cabeza para verlo me lleve la sorpresa de que no había nadie en la entrada, las puertas estaban abiertas y dentro de la iglesia la oscuridad era profunda, tanto que la poca luz de luna no lograba penetrar esas tinieblas. La bruma comenzó a rodearme y la sensación de terror aumento en todo mi cuerpo llevándome a un estado de alerta, el aullido de un lobo me sobresalto y el de otro lo hizo aun mas, parecía que estaban caminando alrededor de las cercas de la iglesia y era mas que obvio que no iba a poder salir de aquel lugar, al menos no viva. Estaba totalmente alerta escuchando los gruñidos y pasos de los animales a mi alrededor ya que no podía ver mas allá de mis manos, mi oído entonces comenzó a notar un susurro que fue constante, primero inentendible y después fue tan claro como el mismo gruñido de las bestias rodeándome.
- Yelena... Yelena entra.- era un susurro muy claro, una voz masculina que no se me hizo familiar- Corre a mis brazos en busca de salvación... Ven a mis brazos pequeña, ven y entrégate a mi.- con aquellas palabras me di media vuelta esperando ver a alguien dentro de la iglesia, pero no había nadie, el lugar seguía sumido en las tinieblas y mi angustia dejo de ser los lobos rodeándome.
Tratando de ver quien se ocultaba ahí adentro una mano muy grande y con unas largas garras afiladas con la piel color carbón salió de las sombras extendiéndose a mi, temblé de forma incontrolable al ver como me invitaba a entrar, una y otra vez hasta que mis pies avanzaron sin que yo pudiera ordenarlos a que no lo hicieran. Fui hipnotizada por un tarareo aterciopelado que llego a mis oídos con el viento, mis ojos enfocaron dos tenues lumbres dentro de aquellas tinieblas que danzaban como las llamas de una vela que era agitada por el viento y a medida se iban acercando a mi se iban volviendo mucho mas rojas, un rojo intenso, tan intenso como el color de una braza encendida y la sensación de que aquello era una amenaza llego demasiado tarde ya que fui cubierta por las tinieblas.
Desperté sobresaltada, agitada y con el sudor bajando por mi frente como si fuese una cascada, me tomo un tiempo darme cuenta que estaba en mi habitación y me quede acostada en mi cama hasta que el sueño volvió a mi. Una y otra vez volvía a vivir la misma pesadilla que sufría algunos cambios, pero que una y otra vez volvía a despertar cuando aquel monstruo se lanzaba sobre mi, no pienso volver a mi cama hasta que el sol salga ya que no quiero volver a esa pesadilla.
'' No confíes en el padre... no confíes en nadie.''