Yelena vio llegar la calesa mientras estaba hablando con su padre y sus ojos cayeron de inmediato sobre el hombre que bajo de ella, por el atuendo asumió que era el sacerdote del que su madre no había dejado de hablar desde que se enteró que llegaría al pueblo, camino detrás de su padre y desvío el paso para entrar a la casa ignorando al hombre como muestra clara de que no sería bienvenido por todos en ese pueblo, pensó en subir a su habitación para no toparse con nadie, pero la curiosidad por verlo mejor la llevo a ir a sentarse a la ventana del estudio que no estaba tan lejos de donde se habían sentado, le vio entre las rendijas de la cortina translucida el perfilado rostro y como sus rizos rebeldes se alborotaban con la brisa, su forma tan peculiar de reír y su tono de voz tan endulzante al oído solo causaron que una leve sonrisa se dibujara en sus labios al pensar que era un hombre bastante atractivo.
- En vez de estar espiando deberías ir a comer pastelillos con ellos, son de manzana, tus favoritos.- la voz de Jimena no la inmutó.
- Estás loca si piensas que me voy a sentar al lado de un hombre así, se me revuelcan las tripas del asco.- se dio la vuelta para ver a su hermana.
- Yelena, no te dejarán en paz mientras pongas más resistencia, deberías doblegarte un poco a las peticiones de mamá.- hizo espacio para sentarse al lado de su hermana.
- Fui un manso cordero en un tiempo, dulce y obediente, pero me lanzaron a los lobos, ahora soy el alfa de la manada y vienen intentando acariciar mi cabeza con una mano mientras que en la otra ocultan un puñal esperando a que confié en ellos, yo también se jugar con mascaras hermana y se mentir muy bien.- suspiro desviando la cabeza hacia afuera.
- Dime qué no harás nada tonto en el almuerzo...- Jimena la vio suplicante- Toma en cuenta que para mamá todo esto es muy importante.- la vio levantarse.
- No haré nada que pueda humillarla si me ayudas a escapar en la tarde.- Yelena se cruzó de brazos.
- ¿Dónde vas a ir?- pregunto la mujer curiosa.
- Tengo ganas de ir al río, te prometo traerte moras cuando regrese, pero no planeo quedarme a ser parte de este circo que esta formando Rose y mucho menos que el tipo ese me de su primer sermón.- le guiño un ojo sonriendo.
A aquel almuerzo asistieron la familia Morgan y algunas de las señoras más arraigadas a la iglesia tanto como Rose, Yelena casi forma un escándalo cuando su madre le obligó a que se pusiera otro vestido más adecuado para la comida, según ella, de esos vestidos que Yelena odiaba por toda la tela que tenían y por lo difícil que era correr o montar a caballo con ellos, Joseph tuvo que mediar entre ambas y con una mirada suplicante de Jimena terminó cediendo ante aquella petición, sin embargo, no se iba a quedar con la prenda lo que quedaba de día y debajo de este se puso un vestido que llegaba a mitad de sus pantorrillas, amarro bien sus botas y cepillo su cabello largo atando la mitad con un lazo, ya había comenzado a trazar su plan en la mente y si todo salía bien, estaría cabalgando en el bosque antes de la hora del té.
- Te ves muy hermosa.- comento Jimena al verla salir.
- Me veo ridícula con este montón de tela inservible.- bufo azotando la tela de la falda con sus manos.
- Es la falta de costumbre, cuando te cases no tendrás más que usar...- le tomo de las manos y la hizo girar- Recuerdas cuando hablábamos de que un día llegarían unos caballeros, hermanos y se enamorarían de nosotras, nos casaríamos y viviríamos felices por el resto de nuestros días disfrutando de nuestros hijos.- Jimena sonrió divertida sin dejar de dar vueltas.
- Esas fueron cosas de niñas pequeñas, no existen los príncipes.- Yelena se soltó y corrió hacia la fuente.
- ¿Ya no sueñas con un apuesto caballero?- Jimena la siguió riendo.
- Claro que sigo soñando con un apuesto caballero, uno muy alto y con un cuerpo celestial que sepa enseñarme las cosas ocultas del amor, que de su boca no salgan solamente palabras para endulzar si no también besos para encantar.- rio con picardía.
- ¡Yelena!- Jimena cubrió su boca con sorpresa- Que mamá no te escuché diciendo eso o te va a castigar, la ultima vez te dejo la espalda ceñida con el cinturón de papá.- susurro preocupada.
- Creo que no le gusto que con cada golpe que me daba yo me riera, por suerte para mi me había comido unas hiervas anestésicas.- Yelena era en extremo maliciosa y sabia como curar con plantas.
- Los deseos de la carne son normales, pero deben controlarse porque no llevan a nada bueno y solo corromperán sus mentes jóvenes.- la voz masculina las sobresalto a ambas.
- ¡Padre Danes!- las mejillas de Jimena se volvieron pálidas y después se encendieron.
- Su madre la está buscando señorita Jimena.- William la vio agachar la cabeza.
- Lo siento mucho... padre.- se fue incapaz de levantar la cabeza y se retiro.
Yelena observo fijamente al hombre escudriñando cada parte de su rostro con suma atención incluso cuando esté la vio a los ojos, si los ojos verdes de su hermana le parecían bonitos, los azules del hombre eran simplemente bellísimos, eran el mismo cielo de primavera despejado y esa mirada intensa la hizo ponerse un poco nerviosa aunque no bajo la mirada.
- Cuando le diga a mi madre lo que escucho asegúrese de dejar bien en claro que fui yo quien habló de esa manera, no soportaría que castiguen a Jimena por algo que no hizo.- se dio la vuelta para ver la fuente.
- No tengo nada que decirle a su madre señorita, solo venía a presentarme.- camino un poco más y se quedó al lado de ella.
- ¿Debería conocerle?- Yelena le vio de reojo alzando una ceja.
- Seré el nuevo sacerdote de este pueblo.- llevo sus manos tras la espalda y bajo un poco su cabeza para verla.
- ¿Y debería conocerle?- volvió a preguntar ahora con un tono de burla- Estoy segura que mi madre le hablo de mi y le dijo quien soy, creo que eso es suficiente para que usted se mantenga al margen conmigo y se ahorre corajes o si es sensible, ofensas, porque de mi no conseguirá palabras dulces y tampoco espere que me someta a sus estúpidos mandamientos según la biblia.- hablo con un expresión muy seria.
- Si me habló de usted, su pequeña hija Yelena, la más consentida de la casa.- sonrió de lado ignorando casi todas las palabras que ella dijo.
Aquella respuesta dejó a Yelena aturdida ya que no se la esperaba, entrecerró sus ojos viendo al padre de pies a cabeza con absoluta desconfianza mientras este le veía a ella con un semblante divertido pues la expresión de Yelena había sido muy delatante.
- Bueno, ya que conoce mi nombre ¿Cuál es el suyo?- se dio la vuelta y se sentó a la orilla de la fuente.
- Mi nombre es William Danes y no quisiera que me vieras como tu enemigo, al menos no sin antes darte el tiempo de conocerme bien.- el también se sentó.
- ¿Qué pasa si no me interesa conocerlo?- se cruzó de brazos.
- Nada, creo que solo tendrías que acostumbrarte a mi presencia en el pueblo.- la postura tan relajada del padre hacia imposible que ella mantuviese su postura desafiante.
Estaba acostumbrada a lidiar de al tu por tu con el otro padre y podía mantener una postura de desafío contra el, pero William transmitía seguridad y daba la impresión de que podía confiar en él, cosa que la hacían sentirse contrariada con la idea que se había hecho de como seria, no era ninguna amenaza para Yelena y tampoco la estaba retando con la mirada; mantenía sus hombros relajados y tenia una ligera sonrisa en sus labios, su forma de verla era con respeto aunque con un ápice de diversión, cuidaba sus palabras y mantenía su distancia.
- Pasaría a ser un pedazo de carne andante como los demás, creo que le presto mas atención al ganado que a cualquiera que se llame humano.- quiso fastidiarlo un poco, solo necesitaba sacar lo peor de él para odiarlo de verdad.
- Que forma tan extraña tienes de ver al prójimo, pero a la vez es muy interesante.- rio mucho más divertido.
- Es lo que son, pedazos de carne hipócritas y chismosos que no hacen nada bueno por la sociedad, que predican el puritanismo en publico, pero a puertas cerradas son unos cerdos pecadores que se revuelcan en su propio excremento.- Yelena le vio con recelo.
- Somos seres hechos a la semejanza de Dios y que por nuestros primeros padres nos volvimos seres pecadores, pero si Dios puede perdonarnos si le pedimos con fe y nos arrepentimos, creo que nosotros también podemos perdonar el daño que nos hicieron, no todas las personas son malas y en este mundo hay de todo un poco, solo tienes que darte la oportunidad de conocerlos mejor.- William busco en el bolsillo interno de su gabardina y saco una biblia.
- ¿Piensa evangelizarme?- Yelena le vio con burla.
- No, solo quiero mostrarte lo que digo.- hojeó el libro y cuando encontró lo que buscaba le entrego la biblia a ella.
Le dijo de donde hasta donde iba a leer y Yelena lo hizo sin dar muchas protestas, su interacción no estaba pasando desapercibida para los demás invitados a los que casi se les cae la barbilla al suelo cuando la vieron tomar la biblia y comenzar a leer ya que hace mucho que no la veían hacerlo.
- Prefiero dejar que los perdone el de arriba, yo no soy un ser celestial para eso.- le devolvió el libro.
- ¿Tienes una biblia?- pregunto el padre cerrándola.
- No, la queme hace un año atrás junto con los zapatos del padre Valle, de hecho ase un pescado con esas cosas y me quedo delicioso.- se encogió de hombros y es que estaba siendo completamente honesta, su expresión lo decía.
- Puedes quedarte con esta y leerla cuando estés aburrida.- la extendió hacia ella de nuevo.
- No lo creo padre...- se puso de pie- Si algún día estoy aburrida iré a la biblioteca que mi abuela dejó exclusivamente para mí, donde hay relatos más interesantes y algunos otros lujuriosos de los cuales podría disfrutar mas que de esos relatos aburridos que hay en ese libro.- no apartó sus ojos del hombre y en sus labios dibujo una sonrisa burlesca.
- En la biblia también hay relatos muy lindos, no depravados, pero si resaltan el amor.- no quito su sonrisa de los labios.
Yelena se dio la vuelta cuando vio que el hombre parecía no intimidarse con ella y camino hacia donde estaban los demás pensando en fastidiar a las ancianas un poco, por otro lado William se quedó sentado en aquel lugar un rato más y no apartó sus ojos de ella, quizás convencerla de volver al camino no iba a ser tan fácil como pensó, aunque tampoco es que estuviera muy seguro de solo enfocarse a eso, fue a ese pueblo en búsqueda de una sola cosa y no pensaba desconcentrar su idea principal. La larga mesa de pino estaba adornada con las mejores flores del jardín y con los platillos más apetecibles que Yelena hubiese visto desde que recordaba, las fiestas no eran tan cuidadas como lo había sido aquella pequeña reunión, Yelena procuro quedarse en la orilla de la banca pues no pensaba compartir toda la tarde con aquellas personas y para su mala suerte frente a ella estaban sentadas las hermanas Morgan, de no ser por Jimena hace mucho se hubiese puesto en pie para retirarse, maldijo el no haber tomado un sapo de la fuente porque hubiera sido divertido soltarlo en las faldas de alguna de ellas para verlas saltar y gritar como locas.
- Dicen que en el pueblo del norte han habido muchas desapariciones de niños pequeños, es preocupante que haya algún animal feroz rondando por los bosques.- comento Dominika, una de las señoras mayores.
- De seguro son las mismas brujas que hicieron estragos hace tres años atrás, no hay bestias que solo escojan niños.- respondió Larissa.
- Esas mujeres solo buscan formar disturbios, lo bueno es que este pueblo está bendecido y jamás se aparecen por aquí.- agrego Lilia con una sonrisa ladina.
Esas tres señoras siempre andaban juntas de un lado a otro y toda su vida giraba en torno a la biblia ya que la seguían a raja tabla. Yelena estaba escuchando la conversación de los mayores y sus ojos se posaron sobre William quien parecía divertirse con las palabras de las más viejas, quizás al igual que ella pensando en que las tres estaban un poco desequilibradas y cuando el hombre volteo hacia ella lo pudo confirmar, ambos pensaban lo mismo.
- ¿Usted cree en brujas padre Danes?- pregunto Lucía, la mejor amiga de Rose y madre de las odiosas hermanas.
- La maldad existe en todas partes y el que jamás haya visto a una bruja no quiere decir que no existan, quizás no podría estar de ningún lado con una opinión.- su respuesta había sido un tanto esquiva.
- Eso es verdad, hay mujeres que prefieren entregarse al maligno y aparentan ser inocentes, después suplican por perdón en su lecho de muerte después de haber sido un asco de personas.- las palabras de Dominika calaron en Yelena ya que sabía porque lo decía.
- Padre ¿El chismorreo es un pecado?- pregunto sin apartar sus ojos del plato.
- Si lo es, uno no debe andar divulgando cosas que no le competen a las personas y si se le han confiado en secreto es doblemente vulgar revelarlo.- respondió el padre.
- Y eso confirma mi teoría que las viejas chismosas se quedan calvas y se les caen los dientes además que serán las primeras en irse al infierno porque son las verdaderas brujas de este mundo.- señaló con el cuchillo a Dominika y Larissa.
- ¡Yelena!- Rose la reto con la mirada- Ve a traer el postre por favor.- no quería ser grosera con el padre ahí.
- Tienes sirvientas para eso.- tiro los cubiertos sobre el plato.
- El hijo obediente recibe recompensa, pero el terco tiene calamidades.- William la vio ladeando su cabeza un poco.
Yelena iba a refutar aquellas palabras, pero un rostro conocido escabulléndose entre unos matorrales la hizo quedarse callada y sonreír de lado con una idea maliciosa cruzando su cabeza además de la oportunidad perfecta.
- Tiene mucha razón padre Danes...- sonrió de lado y se puso de pie- Si obedezco a mi madre en estos momentos tendré una gran recompensa y me ahorrare del infierno que son sus palabras.- se dio la vuelta y fue adentro.
Todos en la mesa se quedaron estupefactos con aquellas palabras, porque sabían lo despiadada que podía llegar a ser con sus palabras, al principio pensaron que ella estaba bajando la cabeza ante el padre y después soltó el zarpazo, Yelena no le estaba dando la razón realmente ya que planeaba hacer una de sus travesuras aunque le prometió a Jimena que no haría nada.
- Lucas ¿Dónde esta Christopher?- pregunto acercándose al chico.
- Dijo que a las dos te iba a estar esperando bajo el abeto al igual que a Ivana.- respondió Lucas con una sonrisa.
Christopher Cabernet era el hijo mayor del herrero y se había convertido en su mejor amigo al igual que Ivana Marlow quién era la hija menor de la costurera, de la misma mujer cuya hija del medio había escapado con el sacerdote según decían los rumores, los tres junto al primo de Christopher, Lucas, habían hecho una infinidad de cosas que dejaban hasta a los mejores cazadores del pueblo con la boca abierta.
- Falta media hora ¿Vendrás con nosotros?- pregunto Yelena cuidando que nadie los viera.
- Si, papá me ha mandado por leña al bosque y esta mañana Christopher encontró huellas de lobo cerca del sendero al río, estábamos planeando alejarlos del pueblo.- contó cuidando de que nadie los escuchará.
- Prepara a Trueno mientras yo distraigo a mamá con una de las sirvientas.- sus acciones iban a tener grandes consecuencias.
Sabía a quien tomar para mandar como distracción hacia su madre, Catalina era una de las sirvientas más nuevas que había llegado a la casa y no conocía en su totalidad las maldades que hacía Yelena, fue a la cocina y la encontró hablando con otra.
- ¿Se le ofrece algo señorita?- pregunto la morena viéndola.
- No Sara, solo vine a buscar a Catalina porque mamá dice que lleves el postre.- observo la bandeja con las tartas de manzana.
- Voy señorita.- Catalina se esforzaba por ser una buena empleada pero Sara sabía que la chica tramaba algo por tanto acompañó a su amiga.
Viéndose sola en la cocina Yelena desató las cintas de su vestido y lo dejo caer al suelo mientras se quedaba solo con el vestido violeta que se había puesto por debajo, corrió al otro lado de la casa donde encontró a Lucas con el caballo ya ensillado, el chico había ido a traer su caballo ya que Joseph tenía a uno de los mejores veterinarios trabajando para él y las puertas de su casa estaban abiertas para quien quisiera llevar sus animales allí. Lucas fue el primero en montar y azotar su caballo para que corriera ya que estaba en excelentes condiciones, afuera Rose estaba confundida de ver a las dos sirvientas con el postre ya que su hija no estaba con ellas.
- ¿Ese era Lucas?- pregunto Daniela al ver correr al caballo.
- ¡Ay no!- Jimena vio a su padre con preocupación.
Seguido de Lucas corrió otro caballo el cual reconocieron claramente como Trueno por su enorme tamaño y a su jinete, que era Yelena, no hubo ser que pudiera detenerla y menos montando aquel animal tan grande, a medio andar se paro en dos patas y con mucho descaro Yelena movió su mano despidiéndose de todos, a varios peones los había mandado al hospital por darles una patada ya que era un animal criado y entrenado por Yelena para que no se dejara montar por nadie mas que ella, Tormenta por otro lado era un animal mucho mas dócil.
- ¿Por qué la dejaron ir?- pregunto Rose viendo a las chicas.
- No sabíamos que el joven Cabernet había venido, acompañe a Catalina porque pensé que la mandaba con usted por algún regaño.- dijo Sara.
- ¡Dios mío!- se sentó de nuevo y cubrió su frente con una mano.
- Esa niña debería ser enviada a un convento para que entre en cintura.- dijo Lilia con el ceño fruncido.
- Creo que le harían más mal que bien si la mandan a un convento.- William intervino después de haber visto por donde se había ido Yelena.
- Yo también pienso lo mismo, Yelena ya no es una niña y le gusta mucho salir a cabalgar, además no dices nada cuando vuelve a casa con liebres para los guisos.- dijo Joseph viendo a su mujer.
- Joseph, tienes dos señoritas y Yelena está perdiendo el rumbo yendo a cazar con los chicos ¿Qué hombre se va a querer casar con ella?- intervino Lucius.
- Yo no creo eso, Yelena puede ser tan ruda como quiera y tan dama como desee, tampoco es me importe mucho si contrae nupcias o no.- Joseph se encogió de hombros.
El almuerzo no se vio interrumpido por la fuga de la chica, William logró desviar el tema de la conversación con ayuda de Joseph ya que no conseguirían nada en medio de lamentaciones por la actitud rebelde de la menor. William sabía que sería todo un caso acostumbrarse a un lugar perdido en el espeso bosque al norte de Ipswich, pero el lugar superaba todas sus expectativas ya que era simplemente maravilloso y que transmitía una paz muy grande, sus habitantes eran muy amables y le habían recibido con mucho aprecio sin siquiera conocerlo bien aunque si se ponía a pensar en la forma en que Yelena le recibió era algo gracioso, dos hermanas con personalidades completamente opuestas que se llevaban tan bien y ahora tenía como meta hacer que aquella oveja descarriada volviera al rebaño, pero estaba consiente de que no sería un trabajo para nada fácil pues la irreverencia de la chica era tan grande como su propio ego y derribar esas murallas iba a estar un tanto complicado.