Los cubiertos sonaron en el plato de Mert, y algo se activo dentro de mí, era como si hubiera estado vacío hasta el momento, el sueño me estaba matando después de la pesadilla que tuve siguieron otras más, donde yo era atropellado, o donde corría para refugiarme de una vestía enorme de ojos rojos que me correteaba, no fue una buena noche.
Froté mis ojos con frustración, y los sentí más hundidos que de costumbre, era como si los tuviera colgados en el rostro, solo ahí, de adorno. Solté un bostezo grande y frote mi barba que empezaba a crecer. Mi esposa me miraba fijamente, yo le sonreí.
—Te ves hermosa hoy. —señalé, ella se arregló el cabello y sonrió para mí.
—¿No tuviste una buena noche, verdad. —negué con la cabeza y me llevé la taza de café a la boca para sorberla— Debemos recorda
