Arden suelta una maldición al escuchar a Deaton decirle aquello, aúnque, él, ya había sentido qué Blaire no estaba bien, pero había necesitado de un baño y la hierbas para poder recuperar la conciencia, ponerse fuerte y dejar a un lado su corazón roto. Necesitaba a Blaire y no había nada ni nadie qué lo pudiera detener. Siente que no puede respirar, qué el aire se le va de los pulmones, pero de un momento al otro intenta recobrar la cordura, ponerse firme al saber qué ella lo necesita, que no puede permitirse qué le pase nada a su peliroja favorita. —"¡¡Arden, no te pierdas, tenés que estar concentrado!!"— Uno de los gemelos lo llama. Él jadea el abrir los ojos, y encontrarse apoyado a la pared, con gotas de transpiración en su frente, agobiado, y perdido en su más profunda oscuridad.