—¡Deaton, carajos!— Sisea su dueño con la mandíbula apretada y el corazón en la boca. Siendo la primera vez en toda su existencia que podía reconocer en voz alta lo que significaba esa frase. Hakeem sonríe. No es necesario que pregunte y qué comience a indagar hacia a su mejor amigo para darse cuenta de que acaba de mencionar su nombre por una buena razón. —¿Lo sentiste?— Infla su pecho de orgullo. Arden traga saliva y parpadea. —Esta afuera ya.— Suspira aliviado. Avanzando por el lujoso edificio. Mirando hacia su alrededor con cautela. Pasando desapercibido para cada uno de esos humanos a su alrededor. —Ella estará bien, Deaton sabe lo qué hace, no pierdas la cabeza.— Palmea su hombro. Arden maldice por lo bajo, si todo esto no hubiera sido una obligación para él, probablemente