Ignacio.
En el trabajo me tomo un momento de salir a la vereda a respirar un poco y fumarme un cigarro sin poder evitar mirar hacia donde vive Lucrecia, no es que voy a ir a pedirle disculpas ni mucho menos, lo que pasó, pasó, y ella debía saber mis intenciones para invitarla a salir, la verdad que no es la primera ni la última ofendida con decirle las cosas claras y en la cara, porque hubieron otras que se ofendieron con lo que pretendía de ellas, pero Lucrecia fue la única que invité a cenar y la primera que me hace pasar una vergüenza enorme en dejarme sentado con la comida ya servida y todos mirándome.
—Jefe. —entran cambiando la guardia y yo asiento saludando donde no recuerdo el nombre de cada uno de los trabajadores, si las caras pero no los nombres completos.
—Buenos tardes jefe. —me siento en un borde mirando a la nada mientras pienso que debo ir a ver a Katy, necesito hablar con alguien que me escuche sin juzgarme.
—Jefe, encontré un video que le va a interesar.
—¿De qué caso?.
—De su amigo. —me muestra el teléfono donde veo a la mujer de Enrique dispararle al marido, lo miro sin saber que decir—. Yo solo lo vi, y queda aca, mi boca no se va a abrir.
—No debe abrirse nunca, mándamelo a mi teléfono, voy a ver a mi amigo.
—No me amenaces mierda. —tiro la colilla del cigarro negando.
—Cualquier cosa me llamas.
—Si, ve tranquilo. —voy a la empresa en el auto del trabajo mientras pienso como decirle lo que pasó, es su mujer, no puedo llegar y mostrárselo sin prepararlo, va a pensar que va a ir presa y aunque no la conozco mucho no pienso hacerle eso a mi amigo y a la madre de mi sobrino; llego a la empresa en donde voy directo al ascensor.
—¿Disculpe?. —subo sin darle importancia a la mujer que corre hacia mi, pero sonrío alzando las cejas cuando comienza a cerrarse.
—Veamos. —me sobo las manos porque sé que me van a estar esperando en el piso de Enrique, obvio que dió aviso donde vió el número que solicité—. Buenas.
—¿Disculpe, a dónde cree que va?.
—Tengo una emergencia. —camino buscando la puerta donde esté el apellido impronunciable de Enrique.
—Si no se retira voy a llamar a seguridad.
—Llame, no me voy, estoy buscando a mi amigo.
—No tiene cita y nadie nos dijo que venia un amigo a buscarlo.
—Soy amigo de Enrique tranquila.
—¿Usted su amigo?. —cuando lo encuentro llego y entro viéndolo con Martin mientras hablan.
—Buenas buenas.
—Señor perdón, no pudimos pararlo.
—Esta bien tranquila, —se para sonriendo—. Es un amigo.
—Se lo dije pero no me creyeron. —riendo nos damos un abrazo.
—Bueno amigo, han pensado que me ibas a matar. —lo dice por el arma que cargo, riendo voy donde Martin.
—¿Cómo andas?.
—Bien, ¿Qué hacen?. —miro unos papeles en el escritorio, estudié abogacía pero nunca lo trabajé y no me interesa, lo hice porque mi mamá me decía que su sueño era que sea abogado.
—Unos tratos para una nueva construcción. —me siento mirando la oficina, no había venido nunca desde que llegó al pais.
—Perdón por venir pero necesitaba que hablemos a la cara.
—¿De qué?. —saca de la heladerita un jugo dándomelo.
—De un video que conseguimos sobre la casa de Sabri, y porque quiero que organicemos un Papishower para Beni.
—¿Un qué?. —dice Martin riendo.
—Un Papishower, —abro los brazos mirándolos porque se rien los dos idiotas—. ¿Tiene algo de malo? Las mujeres lo hacen, nosotros tambien podemos.
—Esta buena la idea. —dice Quique después de burlarse.
—Bueno, —miro a la puerta cuando se abre entrando Brisa y quedo en shock al ver a Lucrecia atras—. Debemos organi... —las dos vienen hablando hasta que me ven.
—Si, yo le decía que... Nachito. —me paro dándole un abrazo a Brisa y la miro a Lucrecia con los ojos gigantes y ella esta como una estatua, me friego las manos en el pantalón recordando esa vez que tuvimos la única cita, cuando me doy cuenta que la miro mucho le estiro la mano sonriendo.
—Hola, soy Ignacio, —para que no comiencen con las preguntas decido actuar como si no nos conociéramos—. Amigo de estos dos.
—Lucrecia, secretaria de Enrique. —asi que trabaja para Enrique, recuerdo que me dijo que era secretaria de un abogado, me siento sin darme cuenta que Lucre queda parada mirándome.
—Emm, —me paro diciéndome que soy un idiota—. ¿Esta es tu silla?.
—Si, pero voy...
—No no, siéntate, por favor, no voy a dejar que vayas a buscar nada, espero en el sillón. —desde el sillón la miro a Lucre sin parar, pero no puedo mirarla mas tiempo cuando Pato me avisa que debo ir por una denuncia que hicieron—. Disculpen, me tengo que ir, después te llamo y quedamos Quique.
—Dale, avísame porque sino me olvido.
—Yo también me olvido asi que no sé, cuando me acuerde te llamo.
No puedo dejar de pensar en Lucrecia, sin querer, sin proponérmelo ni planearlo la vuelvo a cruzar, Dios Santo, no supe que hacer, sentí lo mismo que sentí esa noche cuando fui a buscarla a su casa y salió con ese mini vestido n***o que le hacia ver las piernas eternas, mostrando un poco de piel, con el pelo recogido y simplemente hermosa, y eso que esta vez llevaba unos pantalones ajustados, unas botitas, y una camisa con la parte del frente dentro del pantalón, una mujer preciosa.
Ignacio—. Hola Lucre, no quiero molestar pero cuando te vi hoy me di cuenta de lo imbécil que fui en nuestra cita, si me permites una segunda salida y hablar bien te lo agradecería, no me siento bien con las cosas que dije y no quiero que te quedes con esa impresión de mi.
Ignacio—. Estaría mas que agradecido si respondes y aceptas remediar mi estupidez.
Nada, lo lee pero no responde, tampoco puedo pretender que me vaya a responder a la primera y que acepte una salida conmigo, pero al menos quiero que acepte hablar conmigo, quiero que me deje aclarar las cosas, si me pongo a pensar en lo que pasó ese día quedé como un gran imbécil, y el mensaje que me mandó tenia toda la razón, di a entender que queria sexo a cambio de un plato de comida, porque fue como que, te invité a salir y debes aceptar acostarte conmigo, la verdad un imbécil tremendo.
***
Agarro en brazos a Set con todo el cuidado que puedo, sonrio viendo su carita pequeña, Beni y Katy me eligieron como su padrino y la verdad que me llena de orgullo que confíen en mi de esa manera, saben que estén o no estén voy a cuidarlo con mi vida, es una promesa que hice y voy a mantener hasta el día de mi muerte.
—Es precioso Katy, es igual a ti.
—Bueno, ya empezamos. —me da risa porque Beni se quiere hacer el celoso conmigo y no le sale.
—Tienes un padre insoportable Set.
—Ya te quiero ver, mejor ayuda a Katy a ir al sillón. —con un brazo sostengo a Set y con el otro la envuelvo de la cintura ayudando a que se siente.
—Mmm.
—¿Duele mucho?.
—No es insoportable pero duele. —le acerco el agua asi esta hidratada—. Ven siéntate a mi lado. —me acomodo poniendo la cabeza de Set para su lado, ella se apoya en mi hombro mirándolo—. Sabes Nachito, no quiero que sientas presión ni que te apuro, pero algún día quiero verte asi con tu propio hijo.
—No voy a tener hijos Katy.
—Lo tienes muy decidido.
—Obvio que si, no van a haber ni deslices, —agarro la manito de Set sonriendo—. Me conformo con mis sobrinos.
—Bueno, es decisión tuya no digo nada.
—Toma amor. —le da un sanguche de milanesa que Katy queria comer, estos días después del parto ha estado con mucha hambre, creo que es proceso de tener la dejó agotadísima.
—Mmm gracias amor, —se dan un beso pero miro a otro lado—. Come Nachito.
—Si. —lo dejo a Set en la cuna portátil así no lo lleno de migas—. Es loco que se estan llenando de hijos todos juntos, Yerik, Mara, Israel y Sabri embarazada, Set, y seguro que Isa esta embarazada.
—Faltas tu.
—A mi déjenme fuera de la ecuación, ya lo saben.
—Bueno, quedas afuera entonces.
No entiendo la manía que tienen de decirme cada vez que me ven que falto yo para todo, para estar de novio, para vivir con alguien, para un hijo, no me falta nada, tengo lo que necesito y ya, ¿Qué los veo felices en sus roles? Si, y me alegro enormemente por ellos, pero no creo que halla nacido para ser padre de familia y esposo, no siento que sea para mi la verdad, que me gustaría una compañera s****l la cual con solo mandarle mensaje la veo seria estupendo, pero no lo hay porque enseguida creen que somos pareja.
*****
Lucrecia.
Ignacio—. ¿Cómo estas? Espero lo hallas pensado.
Me friego la cara porque cada día al despertar tengo un mensaje de Ignacio, no quiero bloquearlo, siento como que le estaría dando el poder sobre mi porque si no lo supero por mensaje menos hubiera podido con verlo a la cara, y no es que lo superé de alguna manera romántica, sino la humillante, humillante para mi misma, porque yo solita sin esfuerzo ni ayuda de nadie me subí al poni de que ese hombre queria algo mas que sexo, porque si, lo íbamos a tener obviamente, pero no crei que tan rápido queria que lo hiciéramos.
—Luuu.
—Ya voy. —abro la puerta viendo a mi hermana del otro lado envuelta en todo lo que puede donde hace frio—. Uy señor que frio.
—Ya me voy, dejé los uniformes de las nenas en la cocina.
—Ya voy. —agarro todas mis cosas que las dejo listas en la noche y me voy con ella así cierro el porton—. Me estoy congelando puta madre.
—Pues parece que duermes en calzones. —tengo un short pequeño y una musculosa—. Me olvidé, deja una nota para Yolanda, las nenas querían comer hamburguesas y ya bajé la carne así se descongela.
—Dale, ya vete mierda que me muero. —aprovecho de darme un baño donde tiene mas presión de agua y me cambio para después ir a despertar a las nenas—. Viole, arriba corazón.
—¿Porqué hay que ir a la escuela tia?.
—Porque eso hacen los niños, los grandes trabajamos y los niños van al colegio. —miro la otra cama donde Mora nos mira.
—¿Ya tenemos que levantar tia?.
—Si, arriba así les hago un lindo peinado.
—Yo quiero trenzas. —Viole se levanta asi va al baño—. Dos trenzas quiero.
—Bien, ¿y tu Morita?.
—Cualquier cosa. —las dejo sentadas en el sillón mirando dibujos mientras me cambio, me pongo un pantalón de vestir turquesa ajustado, un body blanco manga corta, el blazer a juego con el pantalón y unos zapatos abiertos, decido dejarme el pelo suelto y rabioso.
—Bien, el agua y ya nos vamos. —corro a mi casa a dejar mi ropa de dormir y buscar las llaves de mi auto, perfume y mi comida.
—¿Listo? Siempre tardas mucho tia.
—Perdon, siempre se me olvida alguna cosa. —las subo al auto rapidito donde hace mucho frio para ellas, cuando me voy subiendo llega Mica—. Buenas, uh menos mal que te veo. —nos damos un beso y saluda a las nenas.
—¿Qué pasó?.
—Nada, mi hermana dejó carne para hamburguesas.
—A dale. —algo llama mi atención y veo al vecino insoportable.
—Bueno me voy, no le hables o no te lo sacas mas de encima.
—El otro día me dijo si sabia donde trabajabas. —la miro sin creer—. Le dije que no tenia idea.
—Bueno.
—Eh Lucre espera un poco, necesito hablar contigo. —me subo al auto poniendo la traba y miro a Yoli entrar a la casa, cuando veo que cierra el portón con llave arranco—. LUCRECIA.
—¿Tia, porqué ese hombre siempre te saluda y tu no lo saludas?.
—Porque no hay que saludar a cualquier persona, si no lo conoces no debes decir nada y yo no lo conozco.
En el colegio tengo que entrar a dejarlas y porque debo hablar con la directora por una plata que estan pidiendo para una salida recreativa que van a tener, hay lugares los cuales Marce no les da permiso de ir pero esta vez si las deja, van a ir a la estación de bomberos y tengo que firmar el permiso de salida, las dos estamos anotadas como apoderadas de las nenas, y también dejo la plata que piden para la salida.
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—Señor, —me mira con duda cuando le hablo—. Su teléfono esta sonando. —lo mira al celular con asombro.
—Estaba tan concentrado que no lo oí, —intentando no ser oreja larga sigo leyendo los papeles—. Amigo, discúlpame no escuché el celular... Un poco, ¿pero qué pasa?... Si, ven, estoy aca. —corta mirándome—. Sigamos, esto me tiene loco la verdad... Tengo hambre, terminemos y ahí comemos.
—Si, porque no doy mas ni del hambre ni la vista. —aunque uso lentes de lectura llega un punto que no veo nada.
—Pero que idiota, le voy a decir que traiga de comer, ¿Alguna cosa en especifico quieres comer Lucre? Porque yo quiero empanadas ahora. —me pongo nerviosa cuando me dice que comer porque siento que puedo llegar a ser pretenciosa—. Vamos Lucre, pide lo que quieras mujer, te tengo aca esclavizándote y es justo que pidas que quieres comer.
—Bueno, me gustaría... Mmmm... —¿Qué puedo pedir?—. Si, me gustaría comer milanesa.
—Con huevo, con queso...
—Si, a caballo me encanta.
—Bien. —teclea un poco hasta que asiente—Mi amigo nos trae de comer.
—Buenísimo. —solo espero que no sea Ignacio el que traiga la comida porque no quiero verlo—. Voy al baño, vengo rapido. —seguimos trabajando con la panza rugiendo del hambre
—Buenas gente.
—Uff al fin, no dábamos más.
—Hola, —no sé que cara poner cuando entra sonriente y mas cuando me saluda de un beso—. ¿Cómo estas?.
—Bien gracias, ¿y tú?.
—Bien, —con Enrique se dan un pequeño abrazo de saludo—. Dios que hambre.
—Nosotros igual, desde que llegamos que no paramos. —acomodo el escritorio con su mirada fija en mi—. Ni al baño con calma pudimos ir.
—Esta chica te va a demandar por explotación laboral amigo. —le sonrío mirándolo y cuando me alza las cejas me doy cuenta que el maldito sigue haciéndome sentir bonita—. Yo te salgo de testigo porque las veces que he venido te tiene con mucho trabajo.
—Bueno, cuando me contrató me lo dijo.
—No le hagas dudar amigo, es la única persona en todos mis años trabajando que trabaja de maravilla y no se queja por nada, si la pierdo me muero. —siempre dice lo mismo y me lo dice, que es un placer trabajar conmigo porque no me quejo de nada—. Así que para con decirle esas cosas.
—No puedes tener a semejante mujer encerrada aca trabajando sin parar.
—Ocho horas trabajamos a diario, los días como hoy debo pedirle horas extras.
—Voy por cubiertos. —salgo de la oficina casi temblando donde dijo que era una semejante mujer, me hace plantearme que debí darle una oportunidad esa noche, al menos me hubiera dado la cogida de mi vida.
—¿Lucre, esta de nuevo el amigo de Enrique?.
—Si, vino uno de sus amigos a comer.
—¿Y tu vas a comer con ellos?. —saco de la alacena las cosas sin entender nada.
—Mmm si, como casi siempre, ¿algún problema?.
—No, pero no te le hagas la linda porque quiero que me eche el ojo a mi.
—¿Me hablas de verdad?.
—Si.
—Si él me dice alguna cosa no me responsabilizo, desde ya te voy diciendo.
—Pero no le coquetees.
—No le coqueteo a nadie tranquila, vengo a trabajar no a buscar un tipo con plata que me mantenga. —me dijo lo mismo con Yasserley y cuando le dije que era casado como que se enojó conmigo que no tengo nada que ver.
—Este se nota que no tiene plata sino no seria policía, pero me gustaría una buena cogida nada mas.
—Me voy a comer. —intento cambiar la cara porque sino Enrique va a preguntar que me pasa—. Traje cubiertos para los tres.
—Buenísimo. —Ignacio no deja de mirarme mientras como—. Sírvete empanadas bonita, come tranquila.
—Gracias. —como mirando la hora a cada tanto donde a la una debo ir por mis sobris al colegio y ahí volver al trabajo, pero estoy de suerte cuando me dice que ya me da permiso de irme a mi casa.
—Nos vemos mañana.
—Chao hermosa.
Salgo casi corriendo de los nervios que me produce, voy por mi bolso y marco salida aunque sé que no me va a descontar la tarde, la va a pasar como trabajada porque es un buen jefe que reconoce y apremia gracias a Dios. Manejo media loca a buscar a las nenas, cuando llego miro el celu viendo un mensaje de Ignacio.
Ignacio—. Estabas demasiado hermosa.
Ignacio—. Por favor, hablemos bien.
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Al fin comenzó la actualización, espero se gosen con esta historia, l@s leo...