Capitulo 4

3415 Words
Braian. Siento unos besos en mi cara que me hacen cosquillas de lo suaves que son, frunzo las cejas abriendo los ojos y la veo, sonríe poniéndose colorada por verse descubierta, riendo nos giro poniéndome arriba de ella, debo cargarme en mis codos porque es demasiado pequeña para soportar mi peso. —Quiero los buenos días. —susurro en sus labios. —Buenos días. —caricia mi cuello con suavidad, pero para cuando niego. —No así. —¿Entonces cómo?. —me río a carcajadas porque ella creía que quería que me diga buenos días. —Te voy a mostrar como debes darme los buenos días de ahora en más. —guío mi mano hacía abajo abriéndole las piernas junto con la ayuda de mis rodillas. —Bien. —coopera en todo y más sonrío porque ella lo quiere tanto como yo—. ¿Como quieres que sean los buenos días?. —Así. La beso ya no dando más de las ganas que le tengo, de tanto que la deseo llego a sentir como que la quiero comer, hay algo raro en eso porque no es normal, pero como que quiero comérmela, quiero que esto nunca termine, que sus manos no dejen de recorrerme, que su boca no deje de besarme, no quiero si quiera que deje de mirarme; mis manos tiemblan mientras la recorro y siento que no es suficiente que este penetrandola, que este besándola y mis manos recorriéndola, siento que no tengo suficiente de ella y quiero más, quiero todo y a la vez me deja tan loco que quiero alejarme porque me está consumiendo desde lo más profundo, y ya lo sé porque me rendí a sus pies. Gime tirando la cabeza hacia atrás haciendo que las pelotas se me suban a la garganta y ya no aguante más, lo intenté, juro que intenté aguantar mas pero está pequeña mujer me recibe como ninguna jamás me recibió, y no hablo solo de estar dentro de ella, hablo de todo en general. —Dios santo. —sonríe abriendo los ojos, esta rosada y levemente transpirada—. Casi me da un infarto mujer. —No digas eso. —Es la verdad... Eres de otro planeta, o mejor dicho de otro universo. —se rie negando mientras esconde su cara en mi pecho avergonzada—. ¿Vamos a darnos un baño?. —¿Un baño o quieres hacerlo ahí?. —Un baño. —salgo de adentro de ella con cuidado porque aunque no quiera admitirlo le duele—. Debes descansar un poco, es mucho en poco tiempo. —Estoy bien. —la ayudo a parar de la cama estirándole las manos. —Creeme que cuando vayamos a desayunar me vas a dar la razón. —vamos al baño en silencio, lleno la bañera entrando primero, luego hago que entre sentandola delante mío para así abrazarla mientras beso su hombro—. Me haces sentir diferente Ivi... Muy diferente. —¿Diferente como?. —Me haces sentir vivo. —me mira alzando las cejas—. Nunca me sentí así con nadie... No quiero soltarte, quiero tenerte así apretada. —la abrazo con fuerza—. Muy apretada a mi siempre. —Tenme así que me gusta Brai. —beso su cabeza cerrando los ojos—. Que paz que siento... Me hace olvidar el mundo cuando estoy contigo... Y no hablo solo de esto íntimo hablo desde que te conocí... Me siento en paz. —Yo siento lo mismo... Hasta siento que soy otro. —nos quedamos ahí hasta que nos da frío—. ¿Vamos a desayunar?. —Si, ya tengo mucho frío. —mientras me seco la miro con un hambre que mi pene reacciona, se pone una remera mía y nada más, bajamos a desayunar y cuando se sienta me mira. —Te dije. —Me dió una puntada. —¿Quieres algo para el dolor?. —no quiero que sienta dolor, pero como que me da orgullo saber que es por mi. —No... Ya no duele. —le doy café y lo mira frunciendo las cejas. —¿Qué pasa?. —¿Puedo decirte algo sin que te ofendas?. —Dime. —Odio el café. —quedo sorprendido al escuchar eso—. Lo detesto. —Pero... —agarra mi mano sonriendo—. ¿Porqué lo tomabas? Encima lo preparo fuerte. —No queria hacerte sentir mal despreciandote lo que me ofrecias... Pero ya no lo soporto, hasta el olor me descompone. —¿Y qué te gusta?. —El té... La leche... El chocolate. —agarro la taza y la dejo en la mesada, reviso los estantes buscando té hasta que encuentro uno. —Acá hay uno... Ya te hago. —Esta bien. —me siento serio y ella me mira analizandome—. ¿Te enojaste porque no me gusta el café?. —Me enojé porque no me gusta que hagas cosas pensando que me voy a enojar si no las haces. —si hacia esto del café, no me quiero imaginar que mas me ha estado ocultando o me va a ocultar creyendo que me voy a enojar—. Dime la verdad en todo momento Ivi... No te calles que eso hace mal... Mira con el café, te estaba haciendo mal y lo tomabas porque creías que me iba a enojar ¿Cómo va a enojarme que no tomes café?. —Perdón... No va a volver a pasar. —agarro su mano besándola cuando siento que le estaba hablando mal y ella medio que va a llorar. —No estas con él... No soy como él. —me mira sorprendida—. Puedes confiar en mi Ivi. .............................. Suena la alarma de ella y la veo levantarse, esta con una remera mía que le di para que la use como pijama porque dormía casi vestida y me daba la sensación que no descansaba con tanta ropa, solo que como ahora es mi novia si puede dormir de esta forma, antes era el desconocido que la compró, obvio que se iba a acostar así; no hicimos nada desde que nos bañamos ya que esta adolorida y eso me tiene loco, aunque a la vez calmo sabiendo que cuando vuelva la voy a tener para mi. —Ivi. —salta agarrándose el pecho mientras pega un pequeño grito. —Miercales, me asustaste. —¿Te vas enseguida?. —Si o llego tarde. —va al baño a prepararse, aprovecho y me cambio. —Vamos te llevo. —queda sorprendida de verme cambiado. —Sigue durmiendo Brai, entras en dos horas. —No pienso dejarte ir sola a ningún lado a estas horas. —me paro y le apunto la puerta—. Eres mi novia y no me cuesta nada... Vamos hermosa. —Esta bien. —cuando llegamos, bajo con ella acompañándola hasta la puerta en donde la beso suave. —Hoy la dejé pasar, pero mañana quiero mis buenos días como corresponde. —Pero vamos a tener que madrugar. —me encanta que es abierta, no se lo toma como algo trágico a pesar de ser inexperta. —Y vamos a estar con mas energía. —se rie negando mientras la abrazo—. A la noche voy por ti a tu otro trabajo. —¿Te doy la dirección?. —Soy detective. —nos miramos a los ojos y hablamos con suavidad—. Sé como llegar. —Esta bien... Cuidate. —Tu igual. —me llena de besos que me encantan—. Y no le sonrías a nadie, solo a mí. En mi trabajo todos me miran, pero me importa tres pelotas, no paro de sonreír, y hasta suelto unas carcajadas recordando el mejor fin de semana que tuve en toda mi vida, y fué gracias a esa pequeña mujercita que me hace olvidar de todas las mierdas que hay en mi vida, Ester se para delante mío con su vientre abultadisimo donde ya está que tiene y mueve una carpeta en mi cara. —¿Qué?. —¿Estas bien?. —sonrío tirándome hacia atrás y mas frunce las cejas—. Pareces loco donde no dejas de sonreir. —Estoy bien ¿Qué pasó?. —Un informe. —me lo da como con miedo y negando se va, lo leo suspirando ya que debo salir con Yise. —¿Vamos Braian?. —Si. —en el auto no puedo dejar de recordar a Ivi. —Pasaste un buen fin de semana por lo que veo. —Le propuse a Ivi ser mi novia y aceptó. —¿Estas contento por eso?. —Si. —la miro como que tiene otra cabeza por decir eso—. Cómo no estarlo si es maravillosa. —Bue. —mira hacia todos lados haciendo caras—. Si lo dices. —No solo lo digo, lo ves. —de a ratos me rio solo y ella me mira intrigada—. No me des pelota, estoy loco. ***** Ivana. Todas las noches suspiro en su pecho, Dios santo que con solo una palabra me vuelve loca y él como lo sabe lo usa a su favor diciéndome cosas y prendiendo mi cuerpo a su antojo. Ya somos novios oficial hace un mes y es maravilloso, él como novio es super tierno, me regala flores y bombones, o simplemente una caricia y soy la mujer mas felíz de la tierra. —¿Qué tal?. —me puse una pollera corta de Jean, un top blanco de tiritas finas y unas sandalias nuevas negras que me compré. —Todo bien pero... —se rasca el pecho sin dejar de recorrerme entera—. ¿No tienes algo un poco más largo y menos ajustado?. —Con Raul no me podía poner nada ajustado porque me daba miedo. —sus celos me generan dos cosas, alegría y miedo, y ahora no sé cual tengo—. A ti no te tengo miedo y quiero usar ropa de este estilo porque me gusta. —Y te queda fenomenal. —me rio cuando me delinea con las manos—. Mierda, voy a tener que romper varias caras hoy. —No digas eso tonto. —le doy un golpe en el pecho riendo—. Tus ojos son los únicos que me importan. —nos besamos y me aprieta tan fuerte que me deja sin aire—. Braian... No puedo respirar. —Quiero comerte mujer. —me suelta y me rio negando porque siempre dice eso—. Vamos antes de que no salgamos nada. Vamos a ir a bailar, es la primera vez en mi vida que salgo de noche sin miedo, y más a bailar, he salido de noche cuando debía correr de Raul o llevar a mi mamá al médico pero a divertirme, a pasarla bien y disfrutar, jamás. Bailamos toda la noche, hasta que me da sed y ahí me jodí, nunca tome alcohol que esto me deja mareada. —¿Listo?. —¿Mmm?. —esta muy cerca mío. —Vamos, estas borracha. —subimos al auto cerrando los ojos, cuando los abro ya es de día, jadeo agarrando mi cabeza. —Dios santo. —bajo por las escaleras despacio escuchándolo en la cocina—. ¿Brai?. —Acá. —tiene la ollas en el fuego. —¿Ya estas cocinando?. —Son las dos de la tarde. —miro el reloj viendo que si, son las dos de la tarde—. ¿Ya habías tomado?. —No... Nunca había tomado. —Con razón que con un vaso ya estas borracha. —me siento gimiendo de dolor de cabeza—. Toma... Para el dolor y la acidez. —Gracias. —se ríe mientras sigue cocinando—. ¿Qué?. —¿Te acuerdas de algo?. —Mmm... Hasta que subimos al auto. —Te entré como una bolsa de papas... No dejabas de patalear. —me vienen leves recuerdos de eso inundadome la vergüenza—. Eres malísima para tomar. —Es que nunca lo había hecho... Y no quiero hacerlo otra vez. —Ya esta la comida... Te va a hacer bien vas a ver. —¿Mi ropa?. —En el lavarropas... Te vomitaste toda. —¡Dios, que vergüenza!. ............................. Camino hacia mi trabajo con una sonrisa gigante, hoy me dí cuenta que ando sin miedo, alegre y es hermoso ese sentimiento, voy tranquila a todos lados cosa que antes no pasaba porque aparecia Raúl, pero ahora no lo he vuelto a ver gracia a Dios. En mi trabajo limpio con calma ya que es limpiar sobre limpio donde vengo a diario, cantando una canción me como una fruta mientras voy sacando las cosas de abajo de la alacena para repasar ahí. —Ivana debemos hablar. —¿Si?. —me paro mirando asustada a la dueña de la casa que limpio por la cara que tiene. —No sé como decir esto porque nos duele a todos. —no entiendo nada, su esposo se va dejándonos solas—. Ya no podemos pagarte más Ivana... Lo sentimos mucho, no queremos que te vayas pero ya no podemos pagarte. —comienza a llorar y me paga el sueldo mas la indemnización, hasta tiembla negando—. Lo sentimos mucho Ivana, estas hace seis años con nosotros... Pero la situación está difícil y ya no podemos... Lo siento mucho. —Esta bien. —le doy un abrazo sin rencor ni enojo porque ella me dio trabajo cuando nadie me lo habría dado por mi edad—. Si las cosas mejoran y me necesitan me llaman... O van al café mejor dicho. —me rio y ella asiente limpiando sus lágrimas. —Mil disculpas Ivana. —No es nada. —salgo de ahí tranquila, tanto que decido ir a la casa de mi mamá, de la esquina veo a ver si está el auto de Raúl, como no está me acerco. —¿Ivi qué haces? Si te ve... —le doy un poco de plata y la mete en sus pechos enseguida. —Úsalo bien, compra comida para ti y los nenes. —Si. —ni siquiera un abrazo me da, nada, totalmente fría. —Nos vemos. En la casa de Braian aprovecho de limpiar un poco, lavo la ropa y me pongo a cocinar, miro la hora y son las siete de la tarde, a esta hora estaría planchando y lo agradezco porque estaría cansada y con ganas de volver. Estaciona un auto y no es el de Braian, pero sonrío cuando me doy cuenta que es el de la compañera, entran riendo y yo salgo de la cocina dejándolos de piedra. —Mierda me asustaste. —se toca el pecho con los ojos gigantes—. ¿Saliste antes?. —Si. —miro a Yisel que no sabe que hacer, la saludo con una sonrisa—. ¿Cómo estás?. —Bien. —están incómodos y me hago la que no me doy cuenta—. Te espero en el auto Braian. —Si. —aprieto mis manos intentando de no pensar cualquier cosa pero si las pienso—. Vine por unas cosas, hoy tengo que trabajar de noche. —Esta bien. —apunto la cocina—. ¿Quieres llevar comida? La estaba preparando. —Dale. —sube y yo preparo dos taper, miro la mesa intentando de calmarme—. Listo. —Toma.. Uno para ti y otro para Yise. —Gracias. —me da un beso en la frente—. Cierra todo y pon la alarma, no sé a que hora llego. —Esta bien. La noche esta hermosa así que salgo con los perros a la calle, es un barrio muy tranquilo por eso los perros pueden estar sin correa, pero aún así estoy atenta porque puede salir gente a caminar o algo y no son malos, pero la mayoría se asusta al verlos. Desde la vereda me pongo a pensar en la actitud que tuvieron los dos al verme acá en la casa, no quiero tener dudas ni ser celosa pero fue como que se decepcionaron al verme, como que les cagué la cosa porque Yise actuó como con enojo cuando me vió. A la noche lo oigo llegar y me aprieto mas en mi lugar mirando la pared, se da un baño y se acuesta, ni siquiera me toca, solo se acuesta. Me voy al café y atiendo intentando olvidar mis dudas y miedos, lo veo llegar y de lejos veo que está enojado, respiro hondo mientras me acerco porque estoy cansada donde no dormí nada y no estoy de humor para soportar sus arranques. —Buenos días. —No me despertaste. —me mira enojado y yo solo sonrío golpeando la lapicera en mi libreta. —Estabas muy dormido y no sé a que hora llegaste. —miro a Yisel que mira la mesa en silencio—. No me dió para despertarte. —Ya te dije que me despiertes si no oigo la alarma. —Esta bien disculpa. —asiento y ya siento que se va a parar y gritarme—. ¿Lo de siempre?. —Si. —me habla enojado y asiento. —¿Yisel?. —Lo mismo que él. —Bien. —sigo atendiendo actuando como si nada, hay un muchacho que viene siempre y me cae bien, es muy educado—. Hola ¿cómo estas?. —Bien ¿Qué me recomiendas?. —La torta de hoy está espectacular. —hago como que tiro un beso haciéndolo reir. —Dale... Y un jugo. —anoto dándome vuelta para ir por el pedido cuando me agarra del brazo. —¿Si?. —me tiende una flor y un chocolate—. ¿Para mi?. —Si. —Gracias. —esta más rojo que un tomate—. Eres muy amable. —No es nada... Eres hermosa. —sigo atendiendo con una sonrisa, cuando llego a la mesa de Braian me mira sonriendo. —Bien... Si quieren algo más me llaman. —Yo si quiero. —Dime. —lo miro con la lapicera lista para anotar. —Quiero que dejes de andar haciéndote la linda con todo el mundo. —me pongo seria por eso—. Quiero que al menos tengas la decencia de respetar que estoy acá. —¿De qué hablas?. —se para y me voy para atrás asustada donde pienso que me va a pegar, pero sale azotando la puerta haciendo que todos me miren. —Esta celoso dejalo... Ahora entra más calmado y se le va el enojo. Nunca entró, Yisel envuelve lo de él y se van, quedo mirando a la nada intentando de seguir con buena cara pero me esta costando realmente. A la noche llega y pasa directo a la habitación sin siquiera mirarme, cuando tomo coraje subo temblando de miedo, me siento en la cama a esperar que salga del baño. —¿Brai?. —me siento super nerviosa—. ¿Qué pasó en el café?. —¿Me estas hablando en serio o me estas tomando el pelo?. —¿Fue por lo que ese muchacho me dió? Eso pasa siempre Braian. —Aaa bien... Mira de lo que me vengo a enterar. —va al ropero y yo atrás. —No significa nada. —se ríe revolviendo sus cosas—. Siempre se los doy a mis compañeras. —No es el punto. —¿Y cuál es? No puedo negarme, es parte del trabajo así dejan propinas. —se gira y yo ya estoy llorando del miedo que me dan las discusiones, en mi experiencia terminaba todo mal y tengo miedo de que pase eso—. Braian no lo hago a propósito... Debo aceptar lo que me dan con una sonrisa así la propina es mayor y todos nos podemos llevar algo ya que compartimos las propinas. —me mira serio y me acerco despacio—. No desconfíes por favor. —Me puse celoso Ivana. —se friega el pelo bufando—. Muy celoso, nunca había sentido celos y no sé como manejarlo. —Perdón. —me apoyo en su pecho y me aprieta besándome la cabeza. —No sabia que era así... Ahora me doy cuenta contigo. —miro a la nada escuchándolo—. No me agrada sentirme así... Perdóname Ivi debo trabajar en mis celos. . .
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