El mismo día Estambul En el campamento persa Yildiz –No hay nadie. Lo que necesito es espacio para respirar, porque me están obligando a casarme con una mujer a la que no elegí –replico, y me muestra una sonrisa burlona. –Sigues insistiendo en lo mismo. Entonces dime, ¿De quién es este velo? ¡Habla! –pronuncia, mostrándome el velo y dejándome en una situación difícil. –¡¿Por qué me lo preguntas a mí?! –reclamo indignado y añado. –Quizás es un recuerdo que guardas de tus conquistas, ahora si quieres que te ayude a recordar de cuál de tus concubinas es el velo, hubieras empezado por pedírmelo– improviso y miro sus ojos echando chispas, haciéndome tragar saliva. –¡Deja de burlarte de mí! Este velo lo encontré en tu tienda, entre tus ropas, ahora ¿Vas a seguir negando que existe una muj