Capitulo 3

2020 Words
Narrado Jordi  Cuando llegó a una de esas raras entrevistas de trabajo siempre me preguntaban la misma cosa ¿Quien es Jordi? Jordi soy yo, un chico de veintidós años que acaba de terminar la carrera de fotografía y no sabe donde caerse muerto, de momento mis padres no me han echado de su casa, podían, ninguno de los dos estaba muy feliz con que estudiara fotografía, para ellos las artes eran una perdida de tiempo que te hacía no tener ingresos, pero bueno, no me mataron mucho cuando pase sus recomendaciones de estudiar medicina o derecho y me puse con fotografía, estaba claro que todos los padres querían a un hijo con una gran carrera pero las pocas ganas que tenía de hacer medicina o derecho, eran enormes, no es que fuera un mal alumno, era un chico aplicado, el típico que en las películas americanas le pegaría palizas y meterían la cabeza en el retrete aunque las cosas en españa, no eran diferentes, también había graciosos que se querían pasar de crueles pero no es algo que sea en enorme medida. Creo que mis padres aún no me habían echado de casa porque me encargaba de ella, en sus trabajos de médicos con muchos turnos, alguien tenia que cuidar a mi hermana y de la casa. Como cada día que mis padres tenían turno de mañana, me tocaba despertarme antes del amanecer antes de que ellos se fueran, eran las cinco de la mañana y se me estaban pegando las sabanas demasiado. Suspire cansado, no se como mi madre podía trabajar y llevar el peso de la familia, demasiado complicado todo. Me levante de la cama para pasar mi mano por mi pelo para peinarlo un poco más peinado, me puse camiseta porque aunque durmiera sin ella no me iba a pasear por mi casa semidesnudo para soportar a mis padres, me fui a la cocina para encender la cafetera para que mis queridos padres tuvieran café fresco, saque los platos del lavavajillas para guardarlos en su sitio. —Hola cariño—me dijo mi madre entrando a la cocina ya vestida, se sentó en la mesa y le puse una taza de café enfrente de ella quien sin esperar mucho tiempo agarro la taza para oler el cafe. —¿Que quieres para desayunar?—le pregunté girando me a la cocina. —Un trozo del pastel que hicisteis ayer—me dijo. Ayer mi hermana y yo hicimos un pastel, era verano y la pobre se pasaba demasiadas horas sin hacer nada, no es que no saliera con sus amigas, pero es que mi madre no le dejaba salir mucho si no hacía las tareas que le mandaba, aparte que le había apuntado a muchos cursos, por lo que la pobre niña no tenía tiempo para descansar, ayer que le cancelaron una clase quería quedar con sus amigas, pero ellas le comenzaron a dar de lados porque no quedaba cuando ellas querían, por lo que hicimos una tarta de queso que es su favorita para que se animara. Saque la tarta de la nevera y le di un trozo a mi madre. —¿Otro día más sin trabajar?—pregunto mi padre entrando a la cocina, agarro una taza para ponerse cafe mirándome—Si es que vas a ser un muerto de hambre—comento. —Roger—le regaño mi madre. Mi padre la miro. —No quiero que viva siempre de nosotros, eso no le va enseñar nada—dijo mi padre. —Y que seas un cabrón tampoco—le dije. Mi padre me miro serio, no me importaba que le molestara lo que dijera, era un cabrón. —Ya basta—nos aviso mi madre. Suspire. —Lo siento—les dije, ellos me miraron en silencio—Mama, deberías quitarle clases a Ariadna, no puede con todo—le dije. Mi madre me miro. —Silencio, con el tema de tu hermana no tienes voz—me dijo. Quien diga que las mujeres no mandan mienten, en esta casa manda mi madre, ella es y siempre sera la lider y el pilar de la familia, sin ella todo estaría roto. Mi padre se sentó en la mesa de la cocina para comer mientras que yo salí y me apoye en una pared para respirar. Necesitaba tranquilizarme, mi padre no lo decía enserio, cuando tuviera el reconocimiento que merecía, iba ser el quien viniera a pedirme cosas, y mi madre, estaba loca, estaba destruyendo a su hija obsesionadas con que hiciera todo bien, con que fuera la chica a la que todos miraban con envidia pero la miraban para reírse de ella, muy lejos de lo que mi madre creía que pasaba, mi hermana no lo estaba pasando bien y no me gustaba verla llorar. Me quede apoyado en la pared exterior de la cocina esperando a que mis padres desayunaran para recoger. Mi familia era todo menos funcional. Mi padre era un señor catalán de esos con los que hacen chistes, demasiado agarrado y encima rencoroso, solo le faltaba la piscina de monedas para ser como el tío gilito porque todos lo demás lo tenía, era medico, trabajaba en la sanidad publica y privada por lo que tenía turnos largos, de lunes a viernes solo venía a dormir mientras que la mayoría de los fines de semana se los pasaba de viaje u operando, era uno de esos cirujanos estéticos super cotizados, había un jeque en Dubai que le pagaba los viajes para que operara a sus mujeres, todo pagado, esas eran sus vacaciones. A sus cincuenta y tres años estaba más forado que cualquier medico con los que trabajaba pero no daba un euro sin estudiarlo, muy majo él, se había puesto el pelo gris queriendo para que no se le notaran las canas y pareciera moderno, no comprendía que ganaba con eso pero mientras que no tuviéramos que verle en Turquía implantandose pelo, me callaba, no había heredado nada de él, por suerte. Mi madre, Paula, era neurocirujana infantil, ese tipo de médicos que no parecen hacer nada pero son quizás los que más trabajan, trata enfermedades de niños desde la cabeza hasta el sistema nervioso, se que lo pasa muy mal, ver niños sufrir no es bonito para nadie pero creo que se queda con la parte bonita de salvar sus vidas. A diferencia de mi padre, mi padre se teñía de su color castaño el pelo, no le gustaba parecer vieja, aunque no lo era tenía solo cuarenta y cinco años, eso no era nada pero se obsesiono con la edad, creo que como muchas mujeres cuando llegaban a los cuarenta, las arrugas les asustaban o no se que porque hacían cosas que no comprendía cuando la mayoría seguía igual de guapa. Mi hermana, Ariadna, era una joven de doce años que tenía una enorme presión encima de ella, aparte de el instituto que ya era de por si una tortura mis padres la tenían en clases de ingles y francés, clases de violin, equitación, y gimnasia, todo esto para que fuera la chica perfecta, ya le habían planeado toda su vida, querían que se sacara los títulos de los idiomas, en poco tiempo, cosa que ella no estaba de acuerdo pero se callaba, la iban a mandar ha hacer el ultimo año de instituto a un intercambio en francia y los años de bachillerato querían que los hiciera en un internado de estados unidos, que daba clases de equitación y música por lo que no perdía clases, y aun con el conservatorio, las clases del instituto, mis padres querían que mi hermana tuviera una vida social plena, no tenía tiempo, tenía un horario demasiado serio y hasta una dieta, la pobre tomaba ansiolíticos desde hace unos meses de todo el estrés que pasaba. Debía ser inteligente aparte de guapa, sus ojos verdes y cabello castaño le ayudaban pero mi madre le controlaba demasiado el peso, tenía que estar en uno concreto sino quería problemas. Mis padres no eran los mejores del mundo, mi madre presionaba a mi hermana y mi padre a mi. En mi caso, me obligaron a estudiar idiomas e hice el instituto y bachillerato en un internado militar de inglaterra, era el único que le gustaba a mi padre, un lugar donde ejercitaba mente y cuerpo, la forma de tener espíritu sano, según él, la forma de tirarme por un puente mejor dicho, soy una persona que odia las normas, odio que me metan prisa, odio hacer las cosas siempre de la misma forma, no me gusta esas cosas, me gusta tomar las cosas con calma, como esperar al momento perfecto para que la foto tenga la luz idónea, eso es lo que me gusta. Pero con mi padre eso no se podía, le fastidio que estudiara fotografía, creo que me dejo porque pensaba que me iba a arrepentir pero no lo voy ha hacer, amo las fotografias, amo todo lo que tiene que ver con ello pero bueno, creo que opina que en algún momento le pediré trabajo en su clínica y por eso me aguanta, no lo haré. A las seis en punto mis padres salieron de casa, entraban a las ocho pero de camino al hospital había casi hora y media, nosotros vivíamos en un chalet a las afueras cosa que complicaba mucho más las cosas de socializar. Cuando se fueron fui a la habitación de mi hermana y me metí en su cama con ella, la abrace. —No quiero ir hoy a clases de francés—me susurro. La mire. —¿Te he despertado?—le pregunté. Mi hermana negó, bese su cabeza. —No he dormido bien, tengo una presentación oral y no la quiero hacer, la gente se burla de mi—me conto y le mire. Pase mi mano por su pelo. —¿Y llevas toda la noche sin dormir?—le pregunte. Ella asintió. La abrace con fuerza. —Luego llamo para decir que estas mala—la tranquilice. Quizás no era bueno dejarle huir de sus problemas pero me daba demasiada pena que lo pasara, lo odiaba, odiaba que se sintiera menos porque mi madre la obligaba a ser más. —No—se quejo y la mire sorprendida. Mi hermana se sentó en la cama y saco el movil para enseñarmelo. —¿Que?—le pregunte sin querer mirarlo. —¿Sabes las influencer que me gustan?—me pregunto. Mire a mi hermana. Me había hablado de cuatro chicas a las que idolatraba, eran todo lo que ella quería ser libres y buenas, creo que me conto que participaron en alguna actividad animalista o en varias pero no suelo acordarme de este tipo de cosas. —¿Las cuatro amigas?—le pregunte. Mi hermana me miro. —Si—me dijo ilusionada—Vienen a vivir a Barcelona, debemos ir al aeropuerto—me dijo. La mire. —Ariadna—la llame y me miro—Ir, no te asegura verlas—le dije. Me miro. —No ir si lo hace—me dijo. —En realidad no—le dije. Mi hermana me miro. —Han vendido la casa al final de la calle, la rosa—le dije. Mi hermana me miro. —¿Crees que la han comprado ellas?—me pregunto. —Llevan como un mes con una decoradora montando, he visto que llevaban tecnología de esa que usan los influencer, así que es lo más probable y una forma de que no nos pillen mama y papa—le dije.ç Mi hermana me miro y asintió, se tumbo en la cama para cerrar los ojos e intentar dormirse, aunque fuera un rato. Vivíamos en el bario más pijo de barcelona, si alguien rico iba a venir a vivir a la ciudad estaba claro que iba venir aquí, podían no ser ellas pero creo que era más seguro que caminara por la zona a que se metiera en una leonera con otras mil niñas que estaban locas lo más seguro.
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