CAPÍTULO TRECE Caitlin se sentó en la góndola mientras Blake estaba parado en la proa detrás de ella, remando suavemente por los pequeños y estrechos canales del interior de Venecia. Era muy tarde, la ciudad parecía haberse quedado dormida, estaba completamente en silencio y se veía cada vez más oscura a medida que más y más antorchas se extinguían en la calle. Lo único que quedaba para alumbrar la noche era la gran luna y alguna vela encendida en el alféizar de una ventana. Caitlin sólo podía oír el leve chapoteo del agua contra el barco, los sonidos del remo de Blake contra el agua. Era muy tranquilo, muy romántico. Esa era toda una diferente Venecia, una que Caitlin aún no había visto. Era tranquila y sin gente. Era la Venecia interior con sus canales estrechos que atravesaban el cora