Capítulo 6

1364 Words
Nate La nueva información cayó sobre nosotros como un golpe frío. Un mago de oscuridad, palabras que en esta dimensión cargaban con un peso de connotaciones negativas y probable exclusión. La implicación de que no solo mi doble, sino también los de Seraphina y Marco, compartían ese destino en esta realidad alternativa, creaba un entorno de desconfianza por parte de ellos hacia nosotros. Marco frunció el ceño, claramente molesto y preocupado por la etiqueta de 'oscuridad' que nos habían impuesto sin siquiera saberlo con exactitud. Seraphina, por su parte, mantuvo su compostura, aunque sus ojos revelaron una chispa de desafío, como si estuviera lista para confrontar cualquier prejuicio que eso pudiera acarrear. —¿Y qué significa exactamente ser un mago de oscuridad aquí? —pregunté, necesitando entender completamente las implicaciones de esta etiqueta en este mundo nuevo y extraño. Mi voz se endureció, no solo buscando respuestas sino también preparándome para cualquier repercusión que esa verdad pudiera desencadenar en nuestro ya frágil estatus en esta dimensión. El doble de Julián miró al suelo por un momento, luchando con la carga de explicar una verdad que claramente lo ponía incómodo. —Ser mago de oscuridad aquí no es solo una descripción de poderes... —comenzó, bajando la voz a un susurro conspiratorio, como temiendo que cada sombra a nuestro alrededor pudiese estar escuchándonos. —Es un estigma. Significa que estás destinado a magias que muchos consideran prohibidas o corruptas. Y usualmente, los magos de oscuridad son muy mal vistos por aquí, por eso no se quedan una vez que se sabe la naturaleza de su magia. El aire se volvió más denso a su alrededor, como si sus palabras hubieran alterado físicamente la atmósfera, cargándola de un miedo y una inquietud creciente. Seraphina dio un paso adelante, su rostro marcado por la urgencia y la preocupación, tal vez por la necesidad de saber más. —¿Y por eso los mandan a la grieta? —preguntó, su voz fuerte y clara, cortando la tensión como un cuchillo. El doble de Julián tragó saliva, claramente nervioso, sus ojos desviándose por un instante antes de volver a encontrarse con los nuestros. Se aclaró la garganta, intentando recobrar alguna compostura antes de responder. —Sí. Ese es el último lugar donde alguien en su sano juicio querría estar, —respondió, su voz temblorosa revelando el miedo subyacente a ese lugar. Nos miró a todos con cautela, como si midiera el impacto de sus palabras en nosotros. —¿Por qué? —avancé hasta colocarme frente a él, impulsado por una mezcla de curiosidad y una necesidad casi desesperada de entender por qué ese destino nos esperaba si no lográbamos cambiar nuestra suerte en este extraño mundo. Justo cuando él abrió la boca para responder, una voz femenina sonó detrás de mí, interrumpiendo cualquier explicación que estuviera a punto de dar. Era una voz que cortaría a través del ruido de cualquier tormenta, una voz que reconocería en cualquier dimensión, bajo cualquier circunstancia. —Porque, —la voz de Lena se unió a la conversación, su tono cargado de un sarcasmo pesado y sombrío. Me volví hacia ella, encontrando sus ojos llenos de una seriedad que raramente le había visto adoptar, —ese es el único lugar en este mundo donde hay una fisura de los planos. Ser exiliado a la grieta no es solo una sentencia de aislamiento; es arriesgarte a enfrentar horrores que, bajo circunstancias normales, nunca llegarían nuestro suelo. —Pues sí, ser enviado a la grieta... es prácticamente una condena de muerte, —concluyó el doble de Julián, su voz ronca por la emoción. —No es necesariamente una muerte física, pero sí un exilio de todo lo que conoces y amas, —agregó Lena, su mirada sombría dirigiéndose hacia el suelo, como si intentara ocultar cualquier emoción que pudiera traicionar sus palabras. —De las fisuras solo salen demonios, y nosotros, —dije con una sonrisa amarga, señalando a los demás,— ya hemos lidiado con eso antes. Lena y el doble de Julián nos miraron, sus ojos tan abiertos que reflejaban la sorpresa genuina que mis palabras habían provocado. En el rostro de Lena, por un fugaz segundo, vi algo que rara vez se mostraba tan claramente: impresión. Sin embargo, esa expresión no duró mucho; su mirada se endureció rápidamente, como si una barrera invisible se levantara entre nosotros, reinstaurando la distancia emocional que en cada acercamiento imponía. —Si mal no recuerdo... perdieron contra algunos de ellos y por eso están aquí, —dijo con tono algo sarcástico, como si quisiera recordarnos nuestro fracaso. Sus palabras, más que una simple observación, sonaron como un reproche. El comentario flotó en el aire ya tenso, recordándonos nuestras debilidades y los errores que nos habían traído a esta situación complicada. En ese momento, fue claro que, aunque Lena parecía la misma, las diferencias entre nuestras dimensiones eran grandes y difíciles de ignorar. —Dioses, se parece a Ravenna... —susurró Seraphina, frunciendo los labios en una mueca de desagrado mientras observaba con detenimiento a Lena. La risa de Lena cortó el silencio que habíamos mantenido, fuerte y clara, resonando con una confianza que parecía estar teñida de desdén. —Esa mojigata abandonó la Academia por débil, no deberías compararme con ella, —replicó Lena con un tono mordaz, sus palabras saliendo entre dientes mientras daba un paso adelante, su postura desafiante como si estuviera lista para confrontarla. —Ella quiere decir que te pareces a nuestra Ravenna... —intervino Julián rápidamente, poniéndose entre las dos chicas. Su voz era calmada pero firme, tratando de mediar en la situación antes de que escalara más. —La de nuestra dimensión... Lena paró y cruzó los brazos sobre su pecho, su expresión cambiando a una de curiosidad mezclada con un desafío persistente. —¿Ah sí? ¿Y cómo es ella? —preguntó, inclinando la cabeza ligeramente. La miré directamente a los ojos antes de responder con una franqueza brutal. —Ella era una perra, —le dije lentamente. Lena se puso tensa de inmediato, como si se hubiera endurecido. Podías ver cómo cambiaba su postura, como si mis palabras la hubieran golpeado de algún modo en un punto clave dentro de ella. —Hablaremos más después de su ritual, si es que logran pasarlo, —dijo con frialdad, claramente molesta por la comparación. Sin esperar una respuesta, se dio la vuelta y se alejó de nosotros, cada paso marcando más distancia no solo física sino también emocional, la que necesitaba desesperadamente para recordarme que ella no era, y jamás sería, mi Lena. La vi irse, sintiendo una mezcla de frustración y molestia creciendo dentro de mí. Realmente no me gustaba esta dimensión, ni tampoco esa chica que, aunque tenía el rostro de mi querida Lena, no tenía nada que ver con ella. Era irritante cómo me recordaba tanto a ella, pero al mismo tiempo era tan diferente, tan difícil de tratar. Todo esto se sentía como una burla. Nos quedamos parados un momento, procesando sus últimas palabras y la tensión que había dejado tras de sí. Finalmente, rompí el silencio, mirando a mis amigos, buscando algo de claridad en esta confusión que se había vuelto nuestra experiencia en esta dimensión. —Bueno, parece que no tenemos opción. Tenemos que enfrentar ese ritual esta noche, —dije, intentando sonar más confiado de lo que realmente me sentía. —Bueno, chicos, les deseo mucha suerte con eso, —dijo, ofreciendo una sonrisa que intentaba ser reconfortante. —Realmente espero que todo salga bien para ustedes. —Gracias, realmente lo apreciamos, —respondió Julián, abrazando a su doble. Cuando se alejó, me giré hacia mis amigos, mirándolos directamente a los ojos, todos queríamos lo mismo, y estábamos de acuerdo en hacer algo para volver a casa. —Pase lo que pase esta noche, todos nos iremos de aquí después del ritual, —afirmé con firmeza. —Tal vez, si nos mandan a la grieta, podamos encontrar alguna manera de hacer algo para volver a nuestro plano. La posibilidad de que la grieta pudiera ser, paradójicamente, tanto nuestro mayor riesgo como nuestra posible salvación, era un riesgo que debíamos tomar.
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