Sonreí y me tapé los oídos mientras Bárbara lanzaba un agudo grito emocionado. —¡Esto es increíble! —siguió chillando. —¡Es genial! Se lanzó sobre mí y me rodeó con sus brazos al tiempo que daba saltos de alegría. Había llegado a casa una hora atrás y, por supuesto, tuve que contarle las nuevas noticias... ¡No podía callármelo! En parte porque nunca le envíe un mensaje ni nada para indicarle que estaba bien, simplemente me quedé en el bar y olvidé todo; y en parte porque... Bueno... Pasé la noche con Franz Bauer, tenía que contárselo a alguien. —¿Entonces van a seguir haciéndolo, cierto? ¿Se seguirán viendo? —Sí, dijo que no tenía que ser una telenovela, que podíamos disfrutar del asunto y ver a dónde nos lleva, pero que él no se cierra a ninguna posibilidad... Y que quiere intentarlo