Seductora sonrisa

1241 Words
“El juego de la infiltración es similar al de la seducción: el que pide permiso ha perdido antes de empezar.“ Carlos Ruiz Zafón Es lunes, Christa está preparada para su primer día en la empresa. Estaciona el auto en el puesto asignado para su cargo, coloca el pie en el suelo, las piernas torneadas se estilizan con los tacones altos. Se arregla la falda, atónitos la observan Jairo, el vigilante y Ricardo Vera, el CLO de la empresa, quien astutamente se detiene con la excusa de revisar su portafolio ejecutivo, mientras ella camina hacia ellos. —Buenos días —dice con su voz sensual, mientras continúa caminando hacia la entrada principal. —Bue.. buenos días señorita —responde el joven. —Bienvenida colega —refiere Ricardo al ver a la sustituta de su amiga Giovanna. Ella voltea, se quita los lentes de sol y le sonríe. Entra al edificio, todos los empleados y las empleadas la observan no sólo por ser la nueva empleada, sino por la belleza inigualable de aquella mujer de piel bronceada y ojos color miel que endulzan a quienes la observan. Pasa su carnet frente al lector digital que le permite ingresar al área central de la empresa, sube al ascensor y llega hasta la segunda planta donde están ubicadas las oficinas de los jefes de departamento de la empresa. Camina hasta su oficina, observa la puerta al final del pasillo, aún permanece cerrada, abre la puerta de su oficina con el chip digital e entra a su oficina. Evidentemente, ya la puerta está identificada con su nombre Christa Oliveira Chief Financial Officer. Se sienta, enciende el computador, en el protector de pantalla, aún aparece una imagen de Giovanna junto a Jeremías en su luna de miel, por Egipto. Copia la imagen, abre un archivo personal, guarda la foto y abre su agenda para planificar su semana laboral. Luego googlea y escoge una foto más empresarial para el protector de pantalla. Aunque su misión era ayudar a Jeremías, no podía permitirse el lujo de que descubrieran su nexo con Giovanna, ni siquiera su asistente Deborah podía tener acceso a esa información. Eso se lo dejo muy en claro a su hermano. Ella debía cuidarse las espaldas, si alguien de la empresa tenía que ver en la muerte de su cuñada, Christa debia tener mucho cuidado, pues su propia vida estaba en peligro. Deborah toca la puerta, ella la hace pasar, la mujer le trae un café y también algunos documentos que había dejado pendiente Giovanna —Le traje un café, no sé cómo le gusta, espero haber acertado. —¡Gracias! —prueba un poco de café. —justo como me gusta, ni muy fuerte, ni muy dulce. —Me alegra que le guste. A mi antigua jefa, le gustaba igual. —Me imagino —responde, mientras recuerda las tardes de café junto a su madre. Cuando Giovanna se casó con Jeremías tuvo que aprender a prepararlo como a él le gustaba, no muy puro, no muy dulce. Ese era el acostumbrado estilo de prepararlo su madre. —Señorita Oliveira, estos documentos quedaron pendientes por revisar. Fue lo único que dejo... la mujer intenta no quebrarse, respira profundamente y continúa hablando— que dejó pendiente la antigua CFO —hablar de su compañera de manera impersonal le servia para evitar conmoverse al nombrarla. —Está bien Deborah, los revisaré con calma. —Con su permiso. —sale de la oficina y regresa a su escritorio. Christa comienza a revisar detenidamente aquellos papeles. Algunos pedidos de compras y el p**o por los servicios básicos de la empresa, nada del otro mundo que pudiera servirle como pista. Suena el teléfono, ella apreta el altavoz. —Señorita Oliveira, dentro de media hora está pautada la reunión con el señor Rodrigo Bracamonte. Será en la sala de juntas. —Gracias Deborah —le responde. Cuelga el auricular, toma su agenda digital para hacer las anotaciones. Mientras llega la hora para la reunión con su jefe, Christa continúa revisando los archivos que dejó Giovanna guardados en su PC. Tocan a su puerta. Una rubia de algunos veinte años se asoma en la puerta. —¿Señorita Oliveira? —pregunta la chica. —Sí, dígame. —El Sr. Rodrigo Bracamonte la solicita en su oficina. —Bien, en seguida voy para allá. Se pone de pie, arregla su camisa y lentes de lectura. Su corazón comienza a latir de forma violenta. Respira para tratar de calmarse mientras camina rumbo a la oficina del CEO. Justo cuando va a tocar la puerta, escucha la voz gruesa y varonil desde adentro. —¡Adelante! Abre la puerta, se arregla el cabello y entra a la oficina. Rodrigo mantiene la vista en su computador, hasta que ve de la silueta de la exhuberante morena acercarse a él. Levanta el rostro y sus ojos verdiazules se cruzan con los ojos avellanados color miel de aquella mujer. (Si esto fuese una película, debería sonar el coro del tema “Come Togheter” de Michael Jackson. —Buenos días señorita Oliveira. Siéntese por favor. Christa se sienta, cruza sus piernas, coloca su agenda digital sobre su regazo y observa atenta al hombre de facciones perfectas y sonrisa seductora encuadrada en un par de oyuelos al estilo de Bruno Diaz, el Batman de los años sesenta. —Quiero darle la bienvenida formalmente a nuestra empresa Telcom S.A, estuve viendo su hoja de vida y no puedo negar mi estupefacción al leerlo. Es usted aparte de abogada, licenciada en finanzas. —Si, señor Bracamonte, asi es. —Por lo que veo también ha trabajado en otras empresas. —Correcto. Realmente desde que llegué a Lisboa tuve suerte de encontrar un buen empleo donde pude desarrollar paralelamente mis conocimientos junto con la práctica. —¿Lisboa? —Sí, estudié en la ISCTE Bussines School. —Ah sí, cierto. Lo acabo de leer y ya lo había olvidado. Pues bienvenida entonces, Christa. Su nombre en sus labios suena tan hermoso, que Christa se le eriza la piel de sólo imaginarlo bisbiseando su nombre. —Sí, eso es todo puedo retirarme. —Sí... si —tartamudea Rodrigo. Ella se levanta, camina hacia la puerta y la mirada de Rodrigo se pierde en la marca del bikini que lleva puesto. —¡Dios! —se le escapa la palabra. Christa lo escucha, pero continúa caminando como si no lo hubiese oido. Ella sonríe al salir de la oficina, cierra lentamente la puerta. La asistente de Rodrigo la observa de forma despectiva, mientras retoca su labial. —Gracias Pamela —le responde en tono sarcástico a la rubia de ojos grandes, labios gruesos y pestañas postizas. —A su orden señorita. Christa regresa a su oficina, se sienta, respira profundamente, aquel rol de mujer seductora era un poco agitador. Ella realmente no era así, su forma de ser distaba mucho del personaje que le tocaba representar. Sólo esperaba que aquel esfuerzo rindiera sus frutos y pudiera descubrir lo que su hermano sospechaba. Mas, la mirada de Rodrigo, no mostraba que fuese alguien perverso, piensa ella. Aquel hombre atractivo, varonil y de sonrisa seductora no parecía ser malo. Recordó entonces, a João y se retracto de aquella idea. "El diablo también era hermoso y seductor" aún así seguía siendo perverso. Tomó su cartera, soltó su cabello y se preparó para asistir a la reunión. Pensar en verlo nuevamente le hacia latir con fuerza el corazón.
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