Siguiendo sus instintos

1739 Words
“Ya ves, uno y uno es igual a tres Si dos ya no se llevan bien Siempre habrá un tercero para complacer” Jeremías Cuando Giovanna se casó con Jeremías estaba completamente feliz, él era el hombre que ella amaba, su primer novio, su primer y único hombre. Luego de tres meses de matrimonio, Jeremías deseaba tener un hijo y Giovanna quería complacerlo, por lo que dejó de tomar sus píldoras anticonceptivas y se puso en control con su ginecólogo. Intento tras intento resultaban fallidos, cada vez que tenía un retraso en su período, ella se alegraba, compraba los test caseros y esperaba aquellos interminables dos minutos para ver las dos rayitas. Comenzó a estresarse por ello, más aún, cuando Jeremías le hacía el amor repitiendo constantemente: —¡Esta vez sí! Su relación matrimonial parecía haberse limitado al simple hecho de procrear y no de disfrutar, amándose. Flash back*** Mes de Julio 2017 —Mi amor, ya llegué — grita él desde la sala. Ella baja apresuradamente las escaleras para recibirlo con la mejor de las noticias. —¡Esta vez sí! ¡esta vez sí, mi amor! Estoy embarazada —grita emocionada y le muestra el dispositivo. Jeremías la abraza y la levanta, feliz con la noticia de que finalmente, será padre. —Mi amor que feliz me haces. ¡Te amo! —Con un beso apasionado sellan su felicidad. El primer mes transcurre sin ningún problema, pero una mañana, antes de Jeremías irse a trabajar, ella comienza a quejarse de un dolor algo incómodo en su vientre. —Jere amanecí con un malestar en el vientre, me duele un poco. —le plática ella, incorporándose en la cama. —Cuando regrese vamos al médico, recuerda que debes ponerte en control con tu ginecólogo. —responde él terminando de hacerse el nudo en la corbata. —Sí, lo sé, esperaba tener el mes para ir a verlo. —se recuesta nuevamente y se cubre con la cobija. Jeremías se dispone a salir cuando escucha los gritos de dolor de Giovanna, se regresa hasta la habitación, ella está sangrando, se sujeta el vientre con fuerza, llora de dolor. Desesperado al verla en aquella situación, él la ayuda a levantarse, ella se apoya en su hombro, bajan las escaleras, los gritos de ella son cada vez más fuertes. La sube al auto y luego conduce hasta la clínica. Minutos después, llegan a la clínica, Giovanna es atendida por emergencia. La situación resulta un tanto más grave, ya que se trata de un embarazo ectópico, lo cual provoca la interrupción del desarrollo del feto al formarse en una de las trompas de falopio, externo al útero. Inmediatamente es ingresada a quirófano. Las complicaciones del sangrado obligan a cercenar la trompa izquierda, por lo que las posibilidades de que Giovanna vuelva a quedar embarazada, se reducen a un 50%. Aquello es un golpe fuerte para la pareja, quienes sueñan con tener un hijo. Aún así, Jeremías se esmera en apoyar a Giovanna, quien está emocionalmente afectada por aquel revés. Al cumplir su primer año de casados, las expectativas de pareja feliz se van desvaneciendo poco a poco. La rutina del trabajo de Jeremías y el hastío de Giovanna los lleva a un declive en su matrimonio. —¿Vas a venir temprano para cenar? —pregunta ella en un tono algo hostil. —No lo sé. Todo depende de la hora en que me desocupe —responde él en una actitud similar. —Llevas una semana llegando tarde a casa, ¿acaso evitas estar conmigo? —espetó incólume su comentario. —Me tienes harto con tus niñerías. Yo por lo menos me ocupo en trabajar para que nada te falte. Jeremías nunca le había echado en cara el que ella no trabajara. Realmente él se lo había impedido con la excusa machista “yo soy el hombre de la casa, yo trabajo y tu cuidas de la casa” Ahora parecía pesarle que ella no se ocupara en trabajar. Por eso, esa misma tarde se dio a la tarea de buscar algunos link y ofrecer sus servicios en varias empresas donde necesitaban personal ajustados a su perfil como Licenciada en Administración. Por su poca experiencia laboral no le fue fácil, mas con un golpe de suerte logró ser aceptada en Telcom en el cargo de CFO. Jeremías ya no recibía tantas quejas de Giovanna, ambos enfocados en sus propios trabajos, apenas hacen el amor cuando no están tan cansados o cuando ella lo busca. El amor fue dejando de ser una llama y se convirtió en un pedazo de carbón que apenas al atizarlo muestras sus destellos. Como encargado de la Agencia de Turismo, esa tarde se reúne con dos nuevos clientes Simon Bauer y su joven amante Annie Blake. Desde el primer momento en que sus miradas se encontraron, Jeremías se sintió atrapado en los encantos de la bella mujer. —Quiero hacer un Tour por las islas caribeñas por cuatro días, desde Miami Beach, pasando por Acapulco hasta Punta Cana y Los Roques, acompañado de está hermosa mujer —comenta presumiendo a la joven de algunos veinte años que lo acompaña y campaneando su trago de whisky. —Muy bien, tenemos paquetes aéreos pero también cruceros en los cuales puede disfrutar de estos cuatro sitios turísticos. Sería solo cuestión de que decida de acuerdo a los precios que manejamos. —No se preocupe por los precios. Yo tengo más que suficiente para complacer los caprichos de mi novia —la toma de la barbilla y la besa en la boca. Aunque Annie intenta disimular sonriendo, Jeremías nota la incomodidad de la joven cuando Simon Bauer la acaricia frente a él. Simon recibe una llamada telefónica, se levanta y camina lejos de donde está sentado. En el primer descuido que tiene el hombre de facciones alemanes quien le duplica la edad a Jeremías, Annie saca de su cartera su Iphone 13 y le pide su número telefónico. Algo nervioso ante aquella atípica situación, anota su número en el móvil de Annie. Cuando el alemán regresa de atender la llamada de su esposa, firma los contratos de p**o para el crucero. Se levanta de la mesa y sale con la coqueta chica que no deja de mirar de reojos a Jeremías, mientras se aleja del lugar. Desde esa tarde, Jeremías se despojó de sus convicciones y se dejó llevar por sus instintos sexuales. Cada encuentro con Annie se vuelve más intenso y ardiente. Los amantes se esmeran en disfrutar a plenitud de cada momento juntos. —¿Sabes que te amo? —susurra ella en su oido. —Lo sé, y yo también te amo mi princesa. No veo momento de que llegue el fin de semana para estar a tu lado y vivir intensamente de este amor, de nuestro amor. —Quisiera que vinieras y te quedaras conmigo para siempre. —En algún momento será así, sabes que eres la mujer de mi vida. Dame un poco de tiempo para resolver todo con Giovanna. —Prométeme que la vas a dejar. —se cuelga ella a su cuello y lo mira fijamente a los ojos. —Te lo prometo. —sella su promesa con un apasionado beso. Transcurren los meses y la relación entre Giovanna y Jeremías parece hundirse cada vez más en el lodo. —¿Piensas viajar este fin de semana nuevamente? —es la pregunta recurrente que Giovanna le hace a su marido desde hace tres meses. —Sí, tengo que resolver asuntos de la empresa. —Ya ni siquiera nos vemos los fines de semana. Creo que esta relación es un completo fracaso. Desde que perdí al bebé, tú estás distante y parece que no te importa en lo más mínimo resolver lo nuestro. —se sienta en la cama y solloza en silencio. —No digas eso —Jeremías se aproxima a ella, se sienta a su lado y la abraza, ella se refugia entre sus brazos. —¿Ya no me amas? ¿Es eso? —lo mira a los ojos procurando encontrar una respuesta sincera. Él la cubre con sus brazos: —Sí te amo Giovanna, deja ya de decir eso. Jeremías se siente entre la espada y la pared, Giovanna era su novia desde la universidad, él fue su primer hombre. Por otra parte, Annie era una mujer con experiencia, disfrutaba de estar con ella. Las horas de placer a su lado era sencillamente maravillosos. Pero ¿la amaba? ¿Podía ver en ella un futuro como el que soñaba, con hijos y la familia perfecta? Esa era su duda y su peor miedo, perder a Giovanna por Annie y que la realidad superara las expectativas. Sabía que a pesar de estar con ella, no podía tener la seguridad que al él irse, la joven hermosa y sensual fuera en busca de Simon o cualquier otro. Pasó un mes luego de aquella conversación, Giovanna le propuso ver a un terapeuta familiar y él aceptó acompañarla. Durante la primera sesión de terapia, los desacuerdos parecieron ser resueltos y se propusieron rescatar su relación. Ese fin de semana estaba dispuesto a terminar su relación con Annie y regresar con su esposa. —Hola, bebé —lo saludó eufórica, prendiéndose a su cuello. —Hola —responde él quitándose las manos del cuello. —¿Ocurre algo? —pregunta ella desconcertada por la actitud displicente con que su amante la está tratando. —Tenemos que hablar. —se sienta en el sofá. —Suenas algo serio ¿Qué es lo que está pasando? —se sienta a su lado. —Creo que debemos darnos un tiempo. —dice él en un tono poco firme. —¿De qué hablas Jeremías? No puedes dejarme justo ahora. ¡Estoy embarazada! El mundo de Jeremías parece desmoronarse con aquella noticia. Él soñaba tener un hijo tanto, que ahora que tiene esa oportunidad debe escoger entre abandonar a la mujer que amaba pero que no le daría hijos o quedarse con Annie y su hijo aunque no la amara. *** Su decisión quizás no fue la más sabia, Jeremías prefirió seguir con su doble vida hasta que aquella noche recibió la peor noticia de su vida, su esposa había sido encontrada en su mansión, muerta, con los ojos perforados como una especie de advertencia de que no debía ver, ni decir lo que no era de su incumbencia.
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