Capítulo 3

1506 Words
—¿Qué haces aquí? — le pregunto en tono despectivo, estoy demasiado molesta con él y la lluvia no dejaba de caer —bueno, volví— ruedo los ojos y comienzo a caminar a paso veloz, cerrando el paraguas —Valentina, espera, está lloviendo— llego al auto y el me detiene tomándome del brazo —¿Qué necesitas? — le pregunto cuando lo tengo enfrente —entiendo tu enojo, pero debemos hablar ¿me aceptas un café? — me dice con media sonrisa, ha cambiado, tiene una hermosa barba, que le cubre el rostro, pero su sonrisa sigue siendo la misma, su cabello ha crecido, hasta parece más alto, ha hecho ejercicio, se puede notar en sus brazos, los cuales se sienten totalmente tensos y fuertes —no— le digo zafándome de su agarre y subiendo al auto —pues no tienes de otra, debes llevarme a mi hogar— lo veo caminar hacia el asiento del copiloto, sube una maleta pequeña y después se deja caer en el asiento, abro los ojos tan grandes como puedo —¿A dónde crees que vas? — le digo un tanto indignada —ya te lo dije, a mi hogar, tu conduces y yo pongo la música— sonríe y yo tenso la mandíbula, cierro la puerta y lo enciendo, pero sin avanzar. Lo miro fijamente —¿Qué? — me pregunta despreocupado —¿Qué? Vuelves después de un año y te presentas solo así— le digo un poco molesta — te lo explicaré todo, vamos a casa o ¿quieres que yo conduzca? — niego y me coloco el cinturón de seguridad El camino a su casa fue en silencio, solo me guía gracias al gps, llegamos a una casa a las afueras de la ciudad, era pequeña, como un departamento de soltero, apago el motor y me quedo en mi asiento, Javier baja del auto y saca sus maletas —¿No vienes? — me pregunta desde afuera, doy un resoplido, quito las llaves, me desabrocho el cinturón y bajo del vehículo. —tu padre dijo que las llaves estarían….— mueve una planta y se agacha para tomarlas —aquí— me da una sonrisa y yo sigo seria, no se como sentirme al respecto, lo estuve esperando por mucho tiempo y ahora que por fin regresó…. Solo… no lo sé. Entramos y enciende las luces, la casa es linda, las paredes son de color blanco, los muebles son de fina madera y algunos son color n***o, tiene un pequeño televisor en la sala y una barra desayunador, la cocina también es pequeña y en colores negros, una lámpara cuelga del techo, alumbrando el comedor y a lo lejos se ven unas pequeñas escaleras, las que supongo llevan a las habitaciones, hay cuadros y plantas por todos lados —es hermosa, Rafael se lució— dice con una sonrisa y mirando a todos lados, frunzo el ceño ¿desde cuando llama a mi padre por su nombre? —es linda— digo sentándome en el sofá —¿quieres algo de comer? Supongo que no hay nada en la nevera, pero pode…— lo interrumpo —Javier, dime lo que quieras decir, así podré irme en paz a mi casa— me da una sonrisa y asiente, se sienta frente a mi y cruza la pierna, oh mi dios, se ve tan atractivo haciendo eso, los años no pasan en balde, ahora es todo un hombre —te queda bien el rubio— ruedo los ojos y el comienza a reír —está bien, sin rodeos, lo siento, solo quiero… romper la tensión— baja la mirada —discúlpame por… todo— comienza a hablar un poco desanimado —sé que prometí hablarte todos los días y que regresaría a casa pero…— pasa una mano por su cabello —quería descubrir si podía hacer las cosas solo, quería meditar, saber si podría seguir engañándome a mi mismo, saber si puedo seguir con la mentira de mi muerte, ¡Mierda Val! Tengo un sobrino, quiero conocerlo, quiero hacer muchas cosas y sé que no puedo— rasca su frente, estoy sin palabras, el corazón me duele, tal vez eh sido muy dura con él —Javier…— niega con la cabeza —soy “Francisco” ahora, hasta mi nombre me quitaron, pero supongo que ya lo sabía, así fue desde el inicio— me sorprende su revelación —Javier Francisco— le digo y él se ríe en silencio —¿Por qué no volviste? — le pregunto tratando de verlo a los ojos, se cruza de brazos y se acomoda de nuevo en su asiento —tenía miedo— suelta inesperadamente —¿miedo de qué? — le pregunto con ganas de no querer saber la respuesta —me estaba recuperando muy bien, mi cerebro estaba mejorando y estaba recuperando por completo el control de mi cuerpo, se podía decir que estaba totalmente recuperado, pero… tenia miedo de que si regresaba y te volvía a ver… no hubiera querido regresar jamás a mi recuperación, a mi vida en Brasil… yo aun te quiero Valentina— ruedo los ojos —si me quisieras hubieras vuelto— bajo la mirada y el se pone de pie y se acerca a mi —ya te dije porque no lo hice Valentina, discúlpame por favor, soy un cobarde— lo miro y niego tratando de ocultar una sonrisa —¿Por qué me dejaste de llamar? solo estuvimos en contacto una semana, y después… nada, desapareciste, incluso le pregunté a mi padre por ti y jamás me dijo nada— asiente —Cuando pasaron los días me di cuenta de que me era demasiado difícil dejar ir mi pasado, no quería perderte a ti, obviamente, pero… también quería estar solo, al recuperarme por completo huí del hospital, me fui a un retiro espiritual, me despojé de lo material hasta que volví a trabajar— decía con tono melancólico como si quisiera volver a ese lugar —¿Cómo vivías? — alzo una ceja, ahora estoy curiosa, quiero saber que ha pasado con él todo este tiempo —bueno, tu padre, me prestó un dinero, el cual invertí en acciones de una empresa pequeña en Londres, al irme al retiro dejé esos negocios a un lado, viví en una cueva dentro de una montaña— sonreía ampliamente, creo que eran recuerdos muy agradables para él —creo que fue una linda experiencia, aunque claro, las picaduras de insectos, la poca comida y la lluvia, no fueron para nada agradables— me rio de su cambio de actitud —suena como ese programa de supervivencia al desnudo— suela una carcajada y asiente —fue algo como eso, pero sin la desnudez— sube los hombros y yo lo miro, analizándolo por completo —Javier, que bueno que volviste— le digo abrazándolo tan fuerte como puedo, lo extrañaba, claro que sí, era mi amigo, el único que me quedaba, ahora ya no estaría sola sintiéndome mal por haberle fallado a todos. —Yo también te extrañé, no sabes cuánto— nos separamos y nos vemos fijamente, me agrada el nuevo Javier,  acaricio su rostro dándole una sonrisa honesta y después juntamos nuestras frentes, estamos juntos de nuevo.   Una llamada me saca de mis pensamientos, me limpio algunas lágrimas y contesto el teléfono. —¿Hola? — respondo con la voz entrecortada —Valentina ¿Dónde estás? Quisiera hablar contigo un momento, es algo delicado— mi padre se mostraba un poco extrañado —Con Javier ¿pasa algo malo? — suelta un suspiro —entonces estás con él, que alegría, quisiera verlos a los dos ¿pueden venir al consultorio? — volteo a ver a Javier y está mirándome muy extraño —pregunta mi padre que si podemos ir a verlo al consultorio— el asiente y se pone de pie —nos vemos allá papá— cuelga la llamada y sonrío —bueno, andando— doy una media sonrisa, y camino hacia la puerta, de pronto siento que Javier me toma de la mano y me abraza a su cuerpo, huele tan bien, no me había dado cuenta de cuanto lo extrañaba —aun tienes que contarme que has hecho en este año, te ves bien de rubia, pero me gustabas más de castaña— me separo de el y frunzo el ceño —cállate mejor, eres un estúpido, aun no te perdono— abre los ojos tan grandes como puede y niega  —¿Qué tengo que hacer para que me perdones? — pone cara de niño regañado —Aún no lo sé, ya lo veremos, ahora vamos o mi padre se enojará conmigo— le doy una ultima mirada y una sonrisa, realmente me hace feliz que haya vuelto, pero aun siento algo en mi corazón, no se que es, pero me pone muy nerviosa. 
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