El camino al hospital fue corto, agregándole que es sábado y el tráfico estaba muy tranquilo, Javier y yo fuimos cantando canciones en el auto, se sorprendió que yo condujera bien, se sorprendió cuando le dije que yo misma había comprado el auto y aunque era uno algo costoso, me había gustado por la seguridad que tenía —Aún tienes que decirme cómo rayos pasó esto — me señalaba la melena rubia mientras reía y caminábamos por el estacionamiento —bueno, estaba viendo una foto de mis padres, mamá era rubia así que un día decidí que era hora de hacer un cambio, lloré un poco por…— hago una pausa, él lo nota, pestañeo varias veces —bueno y después salí de casa y decidí cortarlo y teñirlo, así que desde hace como 10 meses lo tengo así— sonrío un poco y el asiente, dándome también una cálida sonrisa, pasa su brazo por mi hombro y seguimos caminando hasta la entrada principal.
Al llegar, Minerva la recepcionista me saluda desganada y con el ceño fruncido, me indica que papá me está esperando, se sorprende al verme llegar con un chico a mi lado, ya que normalmente llego sola y de mal humor, le agradezco y subimos por el ascensor —vaya, creo que alguien está de malas— dice Javier rompiendo el silencio, suelto una carcajada, es cierto, Minerva siempre tiene mala cara —esa es siempre su actitud, todo el tiempo está molesta, incluso ayer en la boda de Fabián…— me interrumpe —¿Fabian se casó? — pone una cara seria, creí que eran amigos y se hablaban seguido —pues… si, ayer— abre los ojos —no lo puedo creer, ese cabrón, que escondido lo tenía, hable con el hace dos semanas y no me invitó— frunzo el ceño, ¿Fabian sabía que Javier iba a volver?, antes de poder recriminarle algo las puertas del ascensor se detienen en el piso 7, Javier me toma de la mano y me hace una seña para que salga primero que él, lo que me provoca un choque eléctrico en todo el cuerpo, trato de ocultar una sonrisa y avanzo con seguridad, la oficina de mi padre está al fondo, así que caminamos juntos entre risas y bromas, antes de entrar pude escuchar a mi padre discutía con alguien —¡se lo diré cuando sea el momento indicado, no ahora! — miré a Javier y el solo negó con la cabeza alzando los hombros, toque la puerta y entré un poco para verlo, estaba de espaldas, así que dudo mucho que me haya escuchado —no es el momento, Beltrán, arregla la situación ahora mismo, no me hagas ir a Aleman…— me ve entrar y se pone de pie —te llamo más tarde— cuelga el teléfono y me mira con una sonrisa —Hija, pasa, pasen— dice al ver a Javier detrás de mi —Javier, que alegría verte— se pone de pie, toma su bastón y se acerca para después abrazarlo y darle unas palmadas en la espalda —lo mismo digo Rafael, lo mismo digo— nos hace una seña para que nos sentemos —¿estabas ocupado? — le pregunto con el ceño fruncido —¿Qué? no no, solo.. problemas con Beltrán y la cede en Alemania, tranquila— quería parecer calmado pero sabia que algo le preocupaba —Javier, que gusto me da que hayas vuelto, nos diste un tremendo susto cuando escapaste del hospital muchacho— Javier se disculpa un poco apenado —lo sé, tienes razón, fui un completo estúpido al irme así, yo… lo siento, por cierto, esto es tuyo— saca de la bolsa interior de su saco un pequeño papel color blanco —es el dinero que me prestaste hace un año— papá extiende el cheque y niega con la cabeza —no es necesario que me lo regreses, por favor, consérvalo— Javier sonríe —no, yo lo tomé como un préstamo, lo invertí y afortunadamente a la empresa en la que trabajo le está yendo muy bien, así que aquí está— ambos se dan la mano y a papá no le queda más que aceptar el trato.
—¿Para qué nos llamaste? — le pregunto interrumpiendo su conversación, el se vuelve a acomodar en su asiento
—es verdad, lo había olvidado, bueno, como sabes Fabian se casó ayer y hoy comienza su luna de miel, por lo tanto, necesito ayuda en algunos asuntos administrativos en lo que él regresa— dice en tono serio y con el ceño fruncido
—¿y yo que quieres que haga? No se nada sobre dirigir un hospital— suelto una risa y me cruzo de brazos
—bueno, por eso él esta aquí— señala a Javier y yo abro los ojos
—A ver, me estás diciendo que… ¿tú lo trajiste de vuelta? — volteo a ver a Javier mientras papá asiente
—¿Por qué no me lo dijiste antes? — estoy demasiado molesta
—Bueno, era una sorpresa— me cruzo de brazos, dejándome caer en el sofá y evadiendo su mirada
—Valentina, discúlpanos, queríamos sorprenderte— Javier intenta animarme tomándome del hombro, niego con la cabeza, me siento tan extraña de que me hayan mentido
—¿Desde cuando estuvieron planeando esto? — miro a papá y el me da una media sonrisa —un mes— abro los ojos sorprendida
—¿Un mes?, por eso me dijiste que hablaste con Fabian hace unas semanas — Javier asiente
—Vaya, soy una estúpida, ¿Cómo no me di cuenta antes? — suelto una risa por enojo y frustración y me cubro la cara con las manos
—hija, por favor, no te molestes conmigo, pero de verdad necesito tu ayuda— lo miro y niego con la cabeza, no estoy tan molesta, pero siento que me han traicionado al ocultarme esa información
—no lo sé, necesito pensarlo bien— me pongo de pie y salgo de la oficina, Javier sale después de mí, tratando de detenerme tomándome de la mano
—Val, espera, habla con tu padre, de verdad, lo siento mucho, realmente quería regresar, pero no encontraba la excusa perfecta para venir a verte, él me habló hace dos semanas y yo no me pude negar, quería verte— ruedo los ojos, me suelto de su mano y regreso a la oficina.
Entré corriendo hasta donde se encontraba mi padre, el me mira y abre sus brazos para darme un abrazo, me siento en sus piernas y lo abrazo lo más fuerte que puedo
—¿Qué pasa mi niña? — me pregunta mientras acaricia mi cabello sollozo un poco, me limpio algunas lágrimas del rostro
—gracias por traerlo de nuevo, de verdad te lo agradezco, creo que lo extrañaba mucho y perdóname por cómo me expreso a veces— suelta una pequeña risa y asiente con la cabeza
—lo sé, tranquila, está bien, piensa en la oferta del trabajo y después me dices, también fue mi culpa, todavía te veo como la pequeña niña que me perdí conocer, ahora eres toda una adulta y si en algún momento hago algo malo, te pido una sincera disculpa— le doy un beso en la mejilla y asiento poniéndome de pie.—envíame por correo los documentos que quieres que revise, estaré en mi oficina y los veré con Javier… bueno, con Francisco— suelta una risa, ese nombre que le dio Hank hace un tiempo no le queda demasiado bien —en este momento te los mando, gracias— le doy una sonrisa sincera y me despido de él, saliendo rumbo a mi oficina.