Jara se encontraba sola en su cuarto, inmersa en la lectura del diario de la monja Ivonne Berkel. Por fin había llegado a un punto interesante luego de leer sobre días completos de trabajo rutinario típico del convento. Estuvo a punto de abandonar la aburrida lectura pero se dijo a sí misma que debía haber más información sobre esos episodios en los que Sor Ivonne no podía controlar sus ganas de masturbarse. Cuando por fin volvió a hablar de ese asunto, mencionó algunos detalles que Jara encontró muy estimulantes. La jovencita los leyó mientras frotaba su v****a con una mano y sostenía el libro con la otra. Estaba completamente desnuda y sus pequeños pechos subían y bajaban al ritmo de su respiración. «Debo hacer una confesión. Sé que pudo haber causado esta imperiosa necesidad de tocar