Raquiel vomitó una vez más en la cubeta que estaba al lado del camarote. Apenas era el segundo día en altamar, y los mareos ya estaban haciendo de las suyas, no solo en él, sino en los otros nefilim, exceptuando a Merlín, que por sus múltiples travesías de juventud había recorrido toda Europa y parte de Asia en barco y ya estaba acostumbrado a los efectos que podía causar en el cuerpo humano el oleaje y el estado del mar. -Ten, bebe esta infusión de jengibre, te ayudará – le dijo Merlín, tendiéndole una taza con la bebida humeante. -No te preocupes por nosotros, aguantaremos el mareo, deberías ir a ver a nuestras hermanas – le dijo Vlad, que también estaba acostado en su camarote, sudando y bebiendo toda el agua que podía para contrarrestar los efectos del mareo -. Ve, anda. No hace mu