CAPÍTULO III
Cuando Romana cayó al suelo, tanto el Marqués como el señor Barnham se pusieron de pie. El segundo se arrodilló junto a ella diciendo:
—Se ha desmayado. No sé por qué el café tarda tanto en llegar.
Al decir eso, levantó la vista hacia el Marqués y lo asustó la expresión de su rostro, pero cuando miró de nuevo a Romana comprendió.
Ella se encontraba tirada en el suelo en una forma desmañada, con el rostro vuelto a un lado, de modo que lo único que se veía de él era la enorme mancha rojiza producida por el golpe. Su anticuado sombrero que había caído junto a ella y su vestido lleno de manchas y polvo la hacían verse como el Marqués había pensado… como una sirvienta.
El señor Barnham oyó al Marqués murmurar:
—Iré a buscar el café.
Salió de la habitación y el señor Barnham
