Leve descanso.

2383 Words
Wanda tomó la decisión de que el resto del sería aburrido como su atuendo, tal y como lo había planeado en la mañana, quiso escribirle a Keisy, pero prefirió esperar a la noche, volver también con el conductor automático y agradecer en silencio porque finalmente estaba en su casa. Brandon había pasado el día entero molesto, pasando a supervisar a cada empleado, a revisar los libros de contabilidad, y a quejarse un poco porque el café de la jarra en el piso 14 era amargo. Cuando se fue antes de la hora, se sintió como todo el edificio, en sus 25 pisos, suspiró de tranquilidad y alivio. Wanda salió de su oficina directamente al estacionamiento, entró a su auto y finalmente: gritó. Yon Sue con su aura pacifista le enervaba hasta la médula, sabía que debía seguir invirtiendo en él y su futura película, además que no le agradó escuchar que rodarían una nueva película de un cualquiera. Si se le olvidaba por un segundo las palabras que escribió Brandon, éste se encontraba muy dispuesto a arrancharle los anillos de los dedos de una manera nada amable para que nunca más le volviera a señalar. Brandon cuando estaba de malhumor se volvía un ser insoportable con todas las letras. El ambiente de trabajo se ponía tenso, y trabajar en el mundo del cine ya de por sí generaba suficiente estrés. Wanda apoyaba su cabeza contra el volante, después de haber gritado de rabia, colocó el piloto automático y al fin llamó a Keisy. Las ciudad entera era un espectáculo de luces llamativas, en la oscuridad de la noche podía apreciarse a mayor detalle los colores deslumbrantes, Wanda las veía con interés mientras esperaba. El teléfono repicó una cuarta vez y fue atendido, pero Keisy seguía hablando con alguien más donde sea que se encontrara. ─ Si fuera así tan simple ya lo hubiera hecho, Jackson. ─ Dijo Keisy. ─ No, ¡no es tan simple como aseguras! ─ Bramó exasperada. ─ ¿Mal momento para llamar? ─ Preguntó Wanda, con ciertas ganas de reír. ─ Sabes que no tengo buenos momentos para una llamada, Jackson vuelve a preguntarme por la caja de uno de los nuevos modelos y te juro que… ─ Aseveró, el sonido de una puerta cerrándose y el suspiró de Keisy al teléfono hizo sonreír a Wanda. ─ Tu padre es un gran inversor, no creo que dude de ti, sólo asegura su dinero como cualquiera que apuesta por caballos y le sugiere a los entrenadores que les inyecten alguna porquería sólo para ganar. ─ Reconoció Wanda. El auto cruzó a la izquierda para avanzar por la autopista, adelantó dos autos negros y cruzó a la derecha para ir hacia el conjunto residencial donde vivía. ─ No soy un caballo, Wan, soy su hija. Jackson va a pasar toda su mortal vida recordándome que soy su mejor experimento y mi madre sonreirá, asiente casi perdida en las nebulosas y pedirá más café a una de las chicas de servicio, y probablemente mi madrasta murmure que su Greg puede hacer diez veces mejor que yo… uhmmm, ¡todo! ─ Repuso Keisy. ─ Pero ese es mi pan de cada día. Cuéntame, ¿qué tal estuvo todo hoy para ti? ─ ¿Vienes a mi casa? Será más entretenido contarte si ves los gestos que hizo Yon Sue cuando Brandon escribió un rápido discurso para él. ─ Bufoneó Wanda. ─ Sí, nos vemos en 30 minutos. ─ Se alegró Keisy. ─ Pide comida, no soportaría otro de tus experimentos en la cocina. Wanda soltó una risa sincera, sintió que las cosas se aligeraban para ella, y esos momentos de tranquilidad los adoraba y anhelaba siempre. Quería quedarse en esa sensación, pero sabía que no podía vivir allí eternamente. ─ Ordenaré algo de ese nuevo restaurante de los Buhold. ─ Prometió. ─ Gracias. Nos vemos. ─ Dijo Keisy. ─ ¡No, Jackson! Ese plano… ─ La llamada se cortó. Wanda no sabría cuales planos serían esos, pero le alegraba escuchar un poco el desbarajuste que se armaba en la oficina de Keisy. Su linda rubia y su amistad extraña era un ligero alivio, aún detrás de sus ojos azules, fríos y calculadores sabía que había una amiga con la que podía contar, aunque Wanda temía profundizar en esa amistad pues sabía que muchas veces mordía su lengua por echarse a llorar. No quería que Keisy, a quien habían educado para verse inalcanzable, dudara de que Wanda tuviera el temple para soportar toda la presión que se le venía encima cada día. El auto entró al estacionamiento, bajó y caminó cansada hacia su departamento. ─ Algunas cosas resultarían más fáciles si tuviera tan sólo a alguien que me ayudara sin juzgarme. ─ Murmuró Wanda al entrar a su departamento, sentir el frío y ver el gran espacio vacío que se desplegaba delante de ella. Fue a su habitación, se cambió con algo más cómodo, quiso fumar pero se contuvo por Keisy, le molestaba el humo así que desechó la idea. Tomó su teléfono para ordenar la comida mientras revisaba las notas que le había mandado Janeth. El restaurante servía comida de hace muchos años con toques nuevos, papas fritas y hamburguesas con una carne especial, además de otros contornos que le resultaban pintorescos. Su padre le había hablado de ello, pero a Wanda le sorprendía que supiera tanto del año 2010, la manera en que vivían, la comida y todos los desastres por los que habían pasado los humanos hacia ya 420 años. Los documentales se veían interesantes, la moda se repetía, pero la tecnología había avanzado tanto que muchas culturas, comidas, y demás habían cambiado de una manera impresionante. Las modificaciones humanas no se veían con frecuencia, aún se consideraba extraño ver a las personas con grandes cambios en sus cuerpos. El repartidor llevaba modificaciones en los brazos, y le sonreía abiertamente a Wanda. Pagó sin mucho interés en la conversación del muchacho y entró a su departamento. Su teléfono vibró, un mensaje de Keisy. “Cerca, ¡espero ver algo grasoso servido en uno de esos lindos platos que tienes!”. Wanda sonrió y colocó las papas fritas a un lado de la hamburguesa con cuidado. Colocó las salsas en una bandeja, llenó vasos con refresco y fue dejando cada cosa sobre la mesita de café. Keisy tocó el timbre, Wanda la recibió con un afectuoso abrazo. Keisy no pudo evitar correr hasta la mesita para tomar uno de los platos. ─ La humanidad antes era catastrófica, pero la comida grasosa me hace olvidar todos los desastres que causaron. ─ Reconoció Keisy, abriendo la hamburguesa y colocándole mostaza a su carne. ─ Me alegra que los Buhold se documentaran para hacerla saber tan bien como se ve en las imágenes. ─ Declaró Wanda. Comieron un poco más, Keisy le contó sin muchos detalles acerca de un proyecto que está empezando, Wanda la felicitó por ello. Keisy dejó la mitad de la hamburguesa sobre el plato, y miró a Wanda. ─ Vamos, ya, cuéntame. ─ Animó la rubia, notaba en Wanda la tristeza. Wanda bajó la hamburguesa, suspiró y miró hacia el ventanal. ─ Mi primer escándalo… ─ Murmuró Wanda sin ganas. ─ Mi padre debe sentirse decepcionado de mí, o tal vez sólo no le importa mientras que siga generando ingresos. ─ Oh, no, no digas eso. Tu padre no era tan frívolo, siempre te vio como una chica entusiasta y decidida. ─ Consideró Keisy, tomó una papa frita y tragó saliva. ─ Los escándalos son… Eso, cosa de unos minutos. Se les olvidará al cabo de unos días, puede que algo más suceda y… ─ Lo sé, verme envuelta en esto me daña más moralmente que cualquier cosa. ─ Aseguró, sonriendo un poco. ─ Es un golpe a mi ego, supongo. Muchos más vivieron esto miles de veces más, ¿cierto? ─ Keisy asintió y comió la papa. ─ Soy sólo una de muchas más noticias que saldrán esta semana, es miércoles, así que puedo sobrevivir al resto de los días. ─ Estarás bien, te conozco como para sentirme tranquila de que saldrás de esto sin mayores inconvenientes. ─ Comentó Keisy. Se limpió las manos en una servilleta y acomodó su cabello para seguir comiendo. Wanda no se contuvo, y mirando a Keisy lo soltó: ─ Grabaré una nueva película. Wanda miró como un tomate rodaba fuera de la hamburguesa de Keisy, pues su agarre se había soltado lo suficiente para que rodara por el plato. ─ Espera… ¿Por qué? ─ Titubeó. ─ Hay que distraer la atención, pensé que sería una buena idea generar el interés de los patrocinadores e inversores. ─ Pero tú no tienes… ¿o sí? ─ El dinero no me preocupa, rodaré algo de bajo presupuesto. ─ Pero es que tus números no daban para grabar tan pronto, ¿o sí? ─ Cuestionó Keisy. Wanda se sonrojó un poco por ver como su amiga desconfiaba de la decisión que había tomado. ─ ¡Keisy! ─ Dijo Wanda ofendida. ─ ¿Qué sabes tú de mi dinero, o números, eh? ─ Wanda, estudié para saber cuándo alguien no está en una buena posición económica. Y lo sé de ti, de las noticias, de los inversores, de las secretarias de los inversores… ─ ¡Ya, ya! ─ Cortó Wanda bruscamente. ─ ¡Sí, no es mi mejor momento! Pero algo debo hacer, y ya tengo a todo un departamento trabajando en ello. ¿Crees que no puedo? ¡Esto me puede volver a posicionar en la cima! No puedo permitir que me bajen como si fuera… ─ Como si fueras un Buhold. ─ Masculló Keisy. El silencio hizo que el corazón de Wanda se acelerara, sintió sus manos temblar. No quería decir aquello, y notó en los ojos azules de Keisy que tampoco quería, pero era inevitable pensar justo en ese apellido cuando se trataba de derrotas. Los Buhold intentaron a la fuerza triunfar, ser una familia que se mantuviera en la lista de los apellidos más importantes, más adinerados y respetados de Ligh. Pero la ciudad pudo con ellos. Pudo contra ellos. ─ El único que queda es Saúl. ─ Recordó Keisy. ─ No quiero que quedes sólo tú, Wanda. ─ Sólo quedo yo. ─ Suspiró Wanda. ─ A cada Buhold le llegó su momento, un escándalo, la muerte, las personas más astutas los fueron eliminando uno a uno. Saúl fue listo al apostar por algo más simple en esta ciudad. ─ Consideró bajando la mirada a su plato. ─ Martha… ─ Empezó Keisy. ─ Se fue para no volver y lo dejó bastante claro. ─ Cortó Wanda. No quería ser así de grosera, se sentía mal pues no le gustaba sentir que actuaba como una idiota con la única persona que podía mantener una conversación. Pero el tema de su madre resultaba desagradable aún para Wanda. La mujer la había dejado sin ninguna explicación, sin llamadas o una nota. Wanda sacó a todos de la casa donde se había criado, despidió a cada trabajador y vendió la casa. No quería volver a estar allí, donde recordar la voz de su padre le hacía llorar y ver algunas cosas de su madre le hacía sentir rabia. Compró el departamento para ver la ciudad, olvidar la casa y mantenerse en su torre escondida de la presión. ─ Lo siento. ─ Murmuró Wanda. ─ No, yo lo siento. Sé que es un tema difícil para ti, y me detesto cuando lo saco porque, bueno, quisiera que tuvieras un poco de ayuda, alguien cercano en quien puedas confiar. ─ Expresó Keisy. ─ Tal vez deberías empezar a tener citas, ¿eh? ─ Bromeó para aligerar el ambiente. Wanda lo agradeció con la mirada, pero negó riendo. ─ Oh, vamos, deberías intentarlo. Sería divertido verte maquillada, despampanante y saliendo con algún chico que te haga sonreír un poco más. Brandon se moriría de celos, sigue buscando un empresario y el mal humor lo arruga cada vez más. ─ Se maravilló Keisy con la idea. Wanda no podía negar que aquello le gustaría, pero no podía desviar sus pensamientos a una relación cuando tenía tanto trabajo delante de ella. ─ Yo no creo que sea un buen momento para mí y… ─ Aún no lo intentas y ya dices que no, ¡por favor! ─ ¿Qué me pondría? No tengo nada despampanante como aseguras, Keisy. Keisy dejó el plató sobre la mesita, tomó un trago de su refresco y se levantó. ─ ¿A dónde vas? ─ Se sorprendió Wanda. ─ A tu armario, hay un vestido azul que yo daría lo que fuera por él y no entiendo cómo aún sigue intacto en su gancho. Wanda se echó a reír y la siguió hasta su habitación. Miró a Keisy revoloteando, tomando vestidos y algunos conjuntos, tomó varios tacones y zapatillas, las iba dejando sobre la cama, acomodando las prendas como mejor le parecía la combinación. Acercaba camisas a Wanda, colocándolas delante de ella. Murmuraba y decidía dándoles el visto bueno al colocarlas sobre la cama. ─ No sé cuándo pero debemos ir de compras, y a más fiestas. ─ Aseguró Keisy, dejando unos tacones cerca de un vestido. ─ Pruébate este pantalón con esta camisa, y luego me lo agradeces. ─ ¿Ahora eres fashion blogger? ─ Bromeó Wanda. ─ Tengo buen gusto, Wan, ¡ve, sé que tu cabello resaltará con el color de esa camisa! ─ Prometió con una sonrisa. ─ Buscaré mi hamburguesa, siento que en tu casa es el único lugar donde puedo comer y no puedo desaprovechar la oportunidad. Wanda se metió en el baño de su habitación, pasó el resto de la noche jugando a vestirse con cada prenda que le pasaba Keisy, quien le sacaba fotos para evaluar sus propias decisiones de combinación, para aprobar o descartar el conjunto que usaría Wanda a la larga. No le molestaba tener ese momento para ser “adolescentes” emocionadas por unas prendas de ropa y la posibilidad de salir con alguien, que aún no existía pero aparecería en el proceso, les hacía sentir que tenían cierta libertad. Comieron, tomaron, se sacaron fotos y se despidieron con un abrazo, prometiendo que volverían a verse pronto. Fue una noche para tener un leve descanso.

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