Ari llevó la cena hasta la cama de Meissa, ella se dio un largo baño, pero se negaba a comer, Ari tomó la cuchara y la hizo comer, alimentándola en la boca —No soy un bebé —dijo divertida, haciendo un puchero —Si, hoy eres mi bebé, hoy te voy a consentir. —¿Solo hoy? Él sonrió —Siempre, siempre te voy a consentir. Las mejillas de Meissa se ruborizaron y él sonrió, ella tomó la cuchara y también le dio de comer en la boca —Yo también te alimentaré, como a un bebé. Él saboreó la comida, mientras sonreía, miraba sus ojos, pasó la tormenta, pero su pensamiento seguía siendo oscuro, quería hacer pagar a ese tipo, quería destruirlo —¿Ari? Él miró a Meissa —Sí. —¿Dónde está ese tipo? ¿Con quién hablabas cuando llegaste? —Eran mis compañeros de trabajo, otros guardaespaldas, ellos me