En la noche por más que trate de dormir no pude conciliar el sueño, cada vez que mi mente se ponía a soñar, me empezaba a doler la cabeza, así que en vez de estar sufriendo en mi cama, tomé mi bata y fui directo a la cocina, cuando me disponía a tomar un poco de leche, Patricia me detuvo.
—Señorita Sara ¿Necesita algo?
—Solo tomaré un poco de leche, no puedo conciliar el sueño.
—Bueno, pero esa no es su leche, recuerde que usted toma deslactosada.
Solo le sonreí no quería que se sintiera mal por olvidarlo.
—Disculpe, olvidaba lo de la memoria, usted no puede tomar esa leche porque no es tolerante a la lactosa.
—Gracias por recordarme ¿Que haces levantada a esta hora?
—Ya son las 3 de la mañana, me levanto a esta hora para tener listo el desayuno a las 5 que su padre baja a desayunar.
—No duermes casi nada.
—A mi edad uno se acostumbra, por eso a las 10 ya estoy en cama ¿Quiere que le preparé unas galletas para que lo acompañe con la leche?
—Solo si lo hacemos las dos juntas, quiero aprender como hacerlas.
Patricia solo me quedo viendo, pero por más que ella quería oponerse, no me dijo nada, me empezó a pedir los ingredientes mientras ella preparaba los utensilios.
—Solo le pido que si viene su padre se retiré antes, el día de ayer me llamaron la atención por no evitar que usted venga hacia acá.
—No, nada de eso, yo me quedaré aquí y tampoco dejaré que te llamen la atención por mi.
—Señorita, su padre tiene un temperamento bastante fuerte, lo mejor es no contradecirlo.
—Es cierto, tal vez no conozca bien a mi padre, de hecho lo único que se es que está es mi familia, pero no pienso ser igual que antes.
Terminamos de preparar las galletas, el olor me hacía tener recuerdos, pero de mi infancia, en ellos podía reconocer a Patricia, era más joven.
—Patricia ¿Nunca tuviste familia?
Ella solo me quedo viendo y agachó la mirada.
—No señorita, me dedique totalmente a su cuidado, ahora ya soy una mujer de edad, ya mi tiempo ha pasado.
—No digas eso Patricia, aún eres una mujer bella.
—Tengo 41 años, la verdad ya no creo encontrar a alguien que me ame.
Nuestra conversación fue interrumpida por el jardinero, quien llevaba una rosa en la mano, pero la notar mi presencia se puso más serio.
—Buenos días señorita Sara, buen día Patricia.
—Buenos días Alfredo.
—Buenos días Señor, disculpe he perdido la memoria y no recuerdo su nombre.
—Con su permiso me presento, soy Alfredo de la Cruz Santos.
—Mucho gusto Sr. Santos, que rosa más bella trae ahí
—Es del Jardín de aquí, si gusta puede tomarla.
— ¿Que pensaba hacer con ella?
Solo me quedo viendo y se puso un poco colorado, luego se quitó el sombrero.
—La verdad, se la traía a Patricia, para animarle el día.
—Entonces si la traía a Patricia, es de ella, no puedo tomar las cosas ajenas.
El se puso más colorado, le entregó la Rosa a Patricia y luego se despidió, no quise decirle nada a Patricia, pero tenía que informarme más de si sucede algo más ahí.
—Señorita, los señores ya no tardan en bajar, lo mejor es que se retire de la cocina, por favor entienda que no debe de relacionarse con la servidumbre.
—Lo haré porque le tienes miedo a papá y tampoco quiero causarte problemas, pero eso lo cambiaré.
Tomé un par de galletas y salí de la cocina, salí a nuestro Jardín, la casa era enorme y el terreno en el que se encontraba era mucho más grande, podía ver algunas personas de seguridad, a Alfredo quien se encontraba retocando el jardín y un par de hombres realizando unos arreglos a la casa, al parecer aquí todos trabajan desde tiempo.
— ¡Sara! ¿Que haces aquí? Tú deberías estar en tu cama descansando —me reclamó mamá.
—Mama, no estoy enferma, solamente he olvidado la memoria, eso no significa que deba pasar en cama todo el día, además tal vez así recuerde algo.
—Eso no lo decides tú, el neurólogo será quien determiné eso.
—Que no tenga memoria no significa que sea una tonta y no sepa lo que es bien para mí, además no pude dormir bien, me dieron dolores de cabeza constante.
—Hoy he programado la cita con el neurólogo, a las 10 te llevarán hacia el consultorio, yo llegaré después, tu padre y yo tenemos cosas que hacer, ahora vayamos a desayunar.
Fui con ella al desayunador, mi padre ya se encontraba ahí, se encontraba leyendo su periódico, me extraña que en pleno siglo 21 aún siga leyendo el periódico impreso.
— ¿Por qué no ocupas tu teléfono para leer el periódico papá?
—Para mi el teléfono es una herramienta nada más, leer todo esto es muy incómodo, además, ustedes los jóvenes no saben apreciar el buen arte de leer.
—Solo decía yo, porque mira que para producir papel se deben de cortar árboles, de esa forma destruimos el planeta.
—Ese no es mi problema hija, yo por eso le p**o al periódico la tarifa establecida, ya verán lo que hacen ellos para mantener su medio, además ¿Desde cuándo tu te preocupas por el medio ambiente?
—Pues no se cómo era antes, pero este es mi nuevo pensar, si la vida me ha dado una nueva oportunidad, entonces debo de hacer algo para ser agradecida.
Patricia se encontraba sirviendo el desayuno en ese momento.
—Papa quiero pedirte algo.
—Dime.
—Quiero que Patricia me enseñé a cocinar.
Esas palabras fueron suficientes para que mi padre pusiera su periódico en la mesa y mi mamá casi se ahogará con su jugo de naranja.
— ¿Mi hija tocar una cocina? Eso jamás, tu eres hija de personas capaz de mantener una servidumbre, tu fuiste criada para ser servida, no para servir — dijo Papá con un tono bastante molesto.
—Es que no te estoy pidiendo permiso, te estoy notificando, Patricia me enseñará a cocinar, te guste o no te guste.
—Te lo diré de esta manera, si tú pones un pie en esa cocina, Patricia se larga de esta casa.
—Entonces si ella se larga, yo también lo haré, así que si tanto te importa tu pequeña hija, dejara que yo aprenda a cocinar, eso no me quitará nada, al contrario me hará ser una mujer más independiente, así que dime si correrás a Patricia, para yo hacer mis maletas e irme.
Mi padre solo se levantó de la mesa, me señaló con su dedo y luego se retiró.
— ¿Ya viste lo que ha provocado tu rabieta? Ahora tu padre no podrá desayunar tranquilo, le acabas de arruinar totalmente su desayuno.
—Eso es porque ustedes se han cerrado que por tener dinero, los demás son inferiores a ustedes y eso no será así, no conmigo.