Diana conoce a Derek Walk

2038 Words
—Parece… peligroso. —¿No son esos los mejores? La risa de Nuri resonó en en los pasillos de las universidad. —Deberías dejar de leer esos libros. —Solo bromeó, Diana, deberías dejar de ser tan estirada. Finalmente estamos en la universidad y no has querido ir a ninguna de las fiestas a las que nos han invitado, y tu y yo sabemos que muchas de esas invitaciones son realmente esperando que te lleve a ti. Nuri se reacomodó el corto cabello n***o con un gesto altivo de cabeza demostrando lo molesta que estaba. En ocasiones me preguntaba como es que habíamos llegado a ser amigas tan cercanas. Dónde Nuri era brillante y extrovertida, yo era distante e introvertida, mientras Nuri era una morena sexy y provocativa, yo era pálida, rubia y recatada. Si no fuera por Nuri, estaba segura que apenas y saldría de el departamento que compartíamos. —¿Entonces, irás? Miré el largo pasillo de la universidad y como los estudiantes se alejaban para llegar a tiempo a sus clases. Una voz distante en mi mente, algo que mi padre solía llamar sentido común me gritó que no lo hiciera, que era una mala idea en muchísimas formas distintas. Y vaya que lo era. Mirando hacía atrás en el tiempo desearía haber escuchado esa voz, quizá era la voz de mi madre fallecida o tal vez la voz distante de mi padre al otro lado del mar, fuese lo fuese no haber escuchado esa voz sería algo que pagaría por el resto de mi vida. —Iré. ──────────═❁═────────── Los cuerpos más grandes de los estudiantes a mi alrededor me empujaban cada tanto haciendo que la bebida que no tenía intención de beber en mi mano casi se derramara sobre mi vestido, el vestido de Nuri en realidad, un vestido blanco informal con forma de camisa de vestir. Era lindo pero no podía sentirme realmente cómoda en él. —Nuri— la llamé en medio de la multitud que nos empujaba.— realmente no me estoy divirtiendo.— me quejé. —Cariño acabamos de llegar, bebe un poco y relájate, te aseguro que estarás bailando sobre la mesa en un santiamen.— respondió ella ajustando su falda pegada a medio muslo y su top a juego, ambos de una tela brillante como los trajes de b**m. Suspiré mientras otro chico pasaba a mi lado haciendo que finalmente mi bebida se derramara, afortunada o desafortunadamente la bebida no cayó sobre mi ropa si no sobre la del chico frente a mi. Alcé la mirada para encontrarme con él y miré con horror como su camisa se pegaba a su pecho fuerte ahora mojado y pegajoso por mi culpa. —Yo… lo siento tanto— intenté disculparme patéticamente mientras luchaba por limpiar su camisa con la manga de mi vestido.— no era mi intención… Él sostuvo mi muñeca antes de que pudiera seguir frotando su pecho y cuando me di cuenta de lo que había estado haciendo mis mejillas se tiñeron de rojo brillante sintiéndome completamente humillada. —Lo siento…— repetí derrotada sin saber que más decir para remediarlo. Una cálida risa hizo que la tensión dejara mi cuerpo mientras veía al increíblemente atractivo chico frente a mi reír alegremente sin dejar de sostener mi muñeca entre sus manos. —Ya dijiste eso— respondió sin perder el humor. —¡Derek! ¡Ven aquí cabrón, no estoy perdiendo esta apuesta!— gritó otro chico de la facultad agitando un fajo de cartas frente a él como si fueran billetes, por su forma de caminar y de hablar estaba claramente ebrio. —Ya voy, debo ir arriba a cambiarme— respondió echando la cabeza hacía atrás, me di cuenta que en su voz no había ni un gramo de ira o enojo por estar completamente empapado por mi culpa. Su atención se volvió hacía mi de nuevo y quise encogerme en mi misma como un caracol pero él seguía sosteniéndome y no pude hacer nada más que quedarme ahí completamente vulnerable.— ¿Cuál es tu nombre?— me preguntó inclinándose tanto que tuve que inclinarme yo misma hacía atrás para recuperar un poco de espacio. —D… Diana, soy Diana— dije rápidamente. Él sonrió y una perfecta hilera de dientes blancos me sonrieron radiantes. —Diana— repitió mi nombre como si lo saboreara. Como si fuera a devorarme. Dios. —Me gusta— dijo de pronto antes de soltarme.— hasta pronto, Diana— dijo de nuevo antes de salir de la sala alejándose de mi. El gritó estridente de Nuri fue lo que me trajo de vuelta al presente. —¡Dios, no puedo creerlo! ¡Ese era Derek Walk! Gritó agitando mis hombros sacándome de mi aturdimiento. —¿Derek Walk?— pregunte repitiendo sus palabras. —¿De quien crees que es la maldita casa?— me dijo ella sin dejar de ser una bomba de energía y emoción mientras yo apenas estaba recordando como respirar.— es asquerosamente rico y asquerosamente guapo, ¿y te diste cuenta de como te miró? ¡Carajo niña! Sabía que debía traerte aquí. Miré en dirección a dónde Derek Walk había desaparecido. Mi corazón era un caballo salvaje en mi pecho, en ese momento debí confundirlo con excitación, muchos años después me daría cuenta que era un grito de huida. Grito que no escuché. No a tiempo. ──────────═❁═────────── Habían pasado dos semanas desde esa fiesta y no había vuelto a ver a Derek Walk desde entonces, pero sin duda había comenzado a escuchar sobre él, y quizá yo misma me dedique a averiguar más de lo que debería. Era el rey de la universidad. Nuri tenía razón era asquerosamente rico, asquerosamente inteligente, y asquerosamente guapo y vaya que todas las chicas de la facultad lo sabía y buscaban ser las cazadoras ganadoras del premio mayor. Empecé sintiendo curiosidad pero antes de darme cuenta no podía sacarlo de mi cabeza. Derek Walk. Me avergonzó admitir que incluso llegué a soñar con él y no eran sueños de los que pudiera hablar cómodamente con Nuri o con nadie más en realidad. Dios, solo había hablado con el chico un una vez, no podía estar actuando de este modo, era patético. —Nena, voy a ir con Edwin a su casa, quieres venir. Negué no la cabeza. No mas fiestas. —Quiero dormir, entre el trabajo y el servicio realmente necesito mas horas de sueño. Nuri me miró con duda antes de resignarse y decirme que si. —Esta bien, pero tienes mi palabra que voy a obligarte a salir de esa rutina que tienes de: “de casa al trabajo” algún día, Diana. Me dió un beso en la mejilla antes de alcanzar a su chico en la puerta del salón e irse. Pese a lo que le dije a Nuri me quedé en la universidad hasta que oscureció para ponerme al día con todas las tareas que el trabajo no me había permitido. Dejé la biblioteca con la noche cubriéndome y una tormenta amenazando con furia sobre mi cabeza si paraguas. Pese a que intenté correr las gruesas y frías gotas de lluvia me alcanzaron antes de que pudiera llegar a la parada del autobús. Un sonido chirriante de llantas sobre asfalto sonó tras de mi antes de que un auto n***o se detuviera a mi lado. —Diana— dijo una voz que dolorosamente reconocí al instante. La ventanilla del conductor bajó y me di cuenta que sus cristales estaban blindados por que no se podía ver nada al interior. ¿Eso era legal? —Derek— respondí él saludo con dientes castañeantes por el frío. —Sube— dijo haciendo un gesto al interior del auto.— vamos, te llevaré a tu casa. Negué energéticamente con la cabeza mientras la lluvia seguía golpeándome desde arriba haciéndome sentir realmente patética. Era como un perro callejero abandonado. —¡Vamos, estas empapada! ¡Sube! ¡No lo hagas! Esa voz en mi interior, esa voz maternal y sabia me decía que diera media vuelta y corriera en dirección contraria. ¡No entres! Pero lo hice, jodidamente lo hice. Caminé hacía su auto con pasos húmedos y me subí al siento del copiloto. El interior cálido del auto me golpeó suavemente haciendo que soltara un gemido involuntario de placer. Cuando miré al chico a mi lado no pude evitar volver a encogerme. Era dolorosamente guapo y yo era dolorosamente patética. —¿Estas bien?— preguntó sonriendo como si mi estado vulnerable de algún modo le divirtiera.— ¿Quieres que suba más la calefacción? Negué con al cabeza. —Estoy bien. Él sonrió ampliamente y mi corazón se detuvo contra mi pecho. —De acuerdo. Se inclinó sobre mi y entendí la palabra “paralizada” por primera vez en mi vida. Su rostro quedó tan cerca del mio que podría besarlo si quisiera, pero entonces él tiró del cinturón a mi lado y me lo puso. —Vamos, te llevaré a casa. El restó del caminó terminó en silencio y juró que podía escuchar cada maldito latido de mi corazón. Cuando me dejó en la puerta de mi edificio me di cuenta de algo: Nunca le dije dónde vivía. Pero estaba tan nerviosa que no tuve el valor de encararlo por eso, no cuando me había rescatado de esa lluvia torrencial y me había traído a casa. —Deberías cambiarte esa ropa mojada— me dijo quitándole los seguros al auto. Lo haré dije mirando mi blusa y solo entonces me di cuenta de que mi brasier morado se veía a travez de la tela ahora empapada de mi blusa rosa. Me cubrí el pecho con los brazos completamente avergonzada. De reojo lo vi hacer algunos movimientos y me di cuenta que se estaba quitando la chaqueta. —Toma, úsala.— Me la extendió sin mirarme. —No te preocupes, solo tengo que entrar y… —¿Y dejar que todos en tu edificio te vean la ropa interior?— preguntó señalando lo obvio y noté una irritación creciente en su tono. —Gracias.— respondí poniéndome la sudadera enorme con los dedos congelados. Abrí la puerta del conductor para bajarme cuando esta se volvió a serrar junto a mi con sus mano. —Diana…— su voz era ligeramente más oscura y no me atreví a mirarlo a la cara. —¿Qué ocurre?— pregunté y soné exactamente como sonaría un cachorro atrapado. —Mírame— me ordenó, no fue una petición. Mi estomago estaba haciendo una fiesta dentro de mi mientras me obligaba a mi misma a mirar al intimidante hombre junto a a mi. —¿Qué ocurre?— dije encontrándome con unos devastadores ojos grises. —Me gustas— dijo y sonrió pero su sonrisa no me tranquilizó como la anterior ocasión si no que despertó mi alarma de huida.— realmente me gustas, quisiera saber si saldrías conmigo alguna vez, quizá este viernes después de clases. Trague saliva ruidosamente mientras procesaba lo que él acababa de decirme. ¿Quería salir? ¿Conmigo? —Yo… Dios. Él me miró expectante esperando una respuesta. La voz distante de Nuri reprochándome por no vivir mi juventud me alcanzó en el peor momento posible y me hizo tomar una decisión que lamentaría el resto de mi vida. —Claro. Su sonrisa se amplió como la de un depredador que había tenido éxito en su caza. —Excelente. Ten una linda noche, Diana.— dijo inclinándose sobre mi para abrir la puerta que él mismo había cerrado. —Adiós— dije tímidamente bajando del auto y corriendo al interior de mi departamento como el cachorro asustado y mojado que sin duda era en ese momento, pero antes de abrir la puerta no pude evitar mirar hacía atrás, el seguía ahí, esperando a que yo entrara, como si se asegurara que no fuera a escapar. Lo despedí con la mano y él me respondió el saludo y solo arrancó el auto hasta que yo estuve en el interior del edificio. “Es demasiado tarde para huir” Dijo esa voz en mi interior. Lo se. Respondí.
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