Capítulo 5: Huir

1095 Words
IG:@s.dalsanto17 La mujer de rostro de porcelana y ojos de cielo se despide con apasionados besos del hombre de cabello rubio para luego agarrar una mochila pequeña y colgarla en sus hombros —Vamos con el ogro de mi padre— Sentencia ella sumamente enfadada. Sin responder a su comentario, comienzo a caminar hacia la salida de la cabaña sintiendo sus pasos detrás de mí —No se le ocurra darse la vuelta— Sentencio al sentir que sus pasos hacen un sonido diferente. —¿Cómo lo supo?— Inquiere. —Tengo ojos en la espalda— Pronuncio y giro mi rostro para verla. Ella amarra su cabello en una cola y me mira con dudas —Tengo la moto a unos metros de aquí— Explico y ella resopla. —Me volveré a escapar, que lo sepa— Declara y al darme cuenta de la lentitud con la que se mueve, me acerco a ella y la tomo de su brazo con cuidado para no lastimarla. —Cuando este con su padre, usted puede hacer lo que quiera, pero ahora no— Dicto y frunce el ceño. —Estoy harta de que mi padre me diga lo que hacer— Habla y su actitud de niña pequeña me aburre. —Háblelo con él, no conmigo— Le dejo saber cuando de pronto escucho un disparo y como acto reflejo hago que caiga al suelo y la cubro con mi cuerpo. —¡¿Qué está pasando?!— Exclama con su voz temblando mientras que yo saco mi arma y al mirar hacia la cabaña, veo al hombre con el que ella estaba disparándonos. —Su amiguito, no sé si me quiere matar a mi o a usted— Le informo, pero de repente otro disparo aparece desde otro lado y al analizar lo que está ocurriendo, me doy cuenta de que nos están rodeando —Creo que él no la amaba— Comento —Es hora de correr rápidamente ¿lo entiende?— Le pregunto, pero antes de que pueda reaccionar, ella se pone de pie y va hacia la cabaña. —¡¿Qué haces Damián?!— Le grita y de inmediato voy hacia donde esta ella. El hombre se va acercando más a nosotros aprovechando el espacio verde y descampado que hay aquí y no le deja de apuntar —Lo siento Aiyanna, esto no es nada en contra tuya, pero debo hacerlo— Le responde y puedo notar la decepción en el rostro de ella. —Eres un maldito, lo deje todo por ti— Le reclama entre lágrimas. Ella no se da cuenta, pero el hombre no está jugando, le va a disparar… al darme cuenta de lo que está por suceder, la agarro de la cintura manipulando su cuerpo, pero no logro hacerlo suficientemente rápido para evitar de que la bala roce su brazo. El dolor en ella la deja sin reacción y lo único que atino a hacer es cargarla en mis brazos y correr como lo hacíamos en la guerra cuando había un compañero herido. Nunca en línea recta, solo zigzags que no permiten un buen tiro al enemigo. Nada de todo esto era lo que parecía, ella no es víctima de un secuestro, sino de una trampa que parece mortal y le acaba de herir no solo físicamente, sino que también el corazón. Consigo llegar al bosque cerca de donde deje la moto y al ver que ya estamos protegidos por la forestación, la bajo cuidadosamente al suelo —¿Puede caminar? La moto está cerca— Le pregunto, pero el llanto no le permite hablarme. Ella solo asiente y al ver cómo le molesta el brazo, tomo su mochila y me la cuelgo —Salgamos de aquí y le curare el brazo— Indico, pero sigue sin responder. No quiero imaginarme lo que le debe de estar pasando por la cabeza, el tipo con el que acaba de estar casi la mata. Caminamos lo más rápido que podemos por el bosque y de pronto cuando escucho a unos hombres gritar su nombre, hago que apresuremos nuestros pasos hasta que conseguimos llegar a la moto y hago que se suba en esta —Abrácese a mí, sé que le duele, pero es la única manera de salvarla— Le pido y lo hace. Apenas pongo en marcha la moto, escucho a los hombres acercarse y por ende acelero a fondo moviéndome de la misma manera que corrí con ella en brazos mientras que los disparos vuelven a escucharse y ella se aferra más a mi —Sáqueme de aquí, por favor— Me pide con su voz entrecortada. Aumento la velocidad al salir del área boscosa y tomo la primera ruta que encuentro sin siquiera saber muy bien el rumbo que estoy tomando, pero es que necesito alejarla del peligro para poder curar su brazo. Los disparos se oyen muy lejos y al mirar hacia atrás, no veo a ningún auto o moto siguiéndonos —Ya está a salvo, no se preocupe, ¿sí?— Le digo, pero estoy seguro de que no habrá ninguna palabra que yo le pueda decir que la vaya a tranquilizar en estos momentos. […] Hace aproximadamente media hora que estamos andando por diferentes rutas cuando veo su brazo manchado de sangre haciendo que esta pase a mi ropa y sé que debo curarla sino quiero que le infecte la herida —Parare en este pueblo, iremos a un motel de carretera o algo para que la pueda curar y cambiarnos de ropa, ¿de acuerdo?— Le dejo saber. —Haga lo que quiera, me da lo mismo lo que pase con mi vida— Susurra y el dolor que desprende su voz es desconsolador. —La voy a salvar, todo estará bien— Insisto. —Si usted lo dice— Replica y siento como apoya su cabeza en mi espalda. —¿Se siente bien?— Inquiero y niega. —Estoy mareada— —Tranquila, debe de ser por la sangre que está perdiendo— Explico. —Supongo— Rebate y nunca había rescatado a alguien que tuviera tan pocas ganas de vivir como ella, pero es que no debe de ser nada fácil estar en su lugar. Si bien no entiendo mucho lo que está pasando, si puedo darme cuenta de que ella confiaba en él y al final del día termino siendo su enemigo, no cabe duda de que hay muchas maneras que el amor te puede romper el corazón, y esta es una de ellas.
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