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(Horas después)
«¿Qué se supone que debo hacer ahora?» Me pregunto una y otra vez mientras que miro a la mujer acostada en la cama completamente dormida después de haberse duchado.
El plan era simple, rescatarla y llevarla a Francia con su padre, pero ahora resulta ser que debo dar vueltas con ella por un par de días. Definitivamente no nos podemos quedar aquí por mucho tiempo más, eso sería peligroso. Busco el mapa que tengo en mi mochila y lo abro sobre la mesa que hay en esta habitación. Miro las ciudades cerca de nosotros, pero de pronto siento que alguien está detrás de mí y de inmediato me doy la vuelta para encontrarme con ella.
—¿Qué hace despierta? ¿Por qué se acerca así?— Inquiero firme y ella da dos pasos hacia atrás.
—Lo siento, no quería molestarlo— Me dice con culpa.
Ignoro por completo el hecho de que lleva una de mis camisetas como pijama y sigo mirándola a los ojos —¿Me dirá que quiere?— Insisto.
—¿Dónde iremos?— Indaga y muevo mi cabeza de un lado a otro.
—No lo sé, justamente estaba viendo eso— Respondo y vuelvo a girarme para mirar el mapa una vez más —¿Qué tan famosa es usted?— Averiguo y de pronto ella se para a mi lado.
—Soy diseñadora de modas— Contesta y la miro a los ojos otra vez.
—¿Y? Cualquiera puede dibujar vestidos— Hablo sarcástico y sonríe.
—Yana Ackerman Couture, ¿le suena? ¿o es que los hombres como usted no saben nada de moda?— Me pregunta de manera sarcástica y la miro un poco más serio.
—¿De verdad usted es esa Ackerman?— Inquiero sorprendido y asiente.
—Soy esa Ackerman, ¿hace alguna diferencia?— Cuestiona seriamente y asiento.
—Claro que sí, no podemos ir a cualquier parte, es un peligro que la reconozcan. Al menos hasta que esté de regreso con su padre y él se haga cargo de su seguridad— Explico y vuelvo a mirar el mapa.
—San Remo— Pronuncia de repente y tengo que volver a mirarla.
—¿Qué?— Inquiero.
—Tengo una casa en San Remo, nadie sabe de eso, ni siquiera mi padre— Informa.
—¿Usted cree que le voy a creer eso? ¿Y qué hay de su… de ese hombre?— Pregunto sin confiar en lo que está proponiendo.
—Tampoco sabe, esa casa era un secreto entre mi abuelo y yo. Me la dio antes de morir para que yo pudiera escaparme de la locura que era la vida de mi padre y pudiera ir a inspirarme con los bellos paisajes de la ciudad— Relata.
—¿Y las llaves?—
—Escondidas en el jardín— Declara.
—Está bien, iremos a San Remo, pero ahora váyase a dormir que mañana nos toca levantarnos muy temprano— Le pido, pero de repente, ella lleva una de sus manos sobre su boca y sale corriendo hacia el baño. Sé que no debería intervenir en esta situación, pero voy detrás de ella y entro al baño viendo cómo se arrodilla frente al excusado y vuelve su estómago. Estoy muy acostumbrado a situaciones como estas, en el ejercito sin duda alguna he visto cosas peores —Permítame ayudarla— Digo mientras que agarro un trozo de papel y se lo alcanzo para después ayudarla a ponerse de pie.
—Gracias— Dice en un susurro y se para frente al lavamanos para así enjuagarse.
Ella me mira a través del reflejo del espejo como pidiéndome perdón, pero no es necesario que lo haga —¿Sabe cuánto tiempo tiene?—
—La prueba indico que eran más de tres semanas, yo calculo una seis o siete— Me cuenta.
—Tiene que ir con un doctor— Sugiero.
—Lo sé, pero cuando mi padre y mi prometido se enteren de esto, será un desastre. Tengo mucho miedo de lo que pueda pasar— Expresa y noto el temor incluso en su voz.
—Comprendo, pero bueno, mientras tanto no se preocupe. Mañana iremos a San Remo y buscaremos la manera de solucionar esto— Hablo y ella me mira como si hubiese dicho una locura.
—¿De verdad me ayudara?— Inquiere en un susurro.
—Tal vez, ahora por favor, váyase a dormir— Insisto y antes de escuchar su respuesta, salgo del baño para planificar a ruta a un destino que no sé qué consecuencias pueda llegar a traer a mi vida. Esto definitivamente no era lo que tenía planeado, mucho menos lo que me ordenaron hacer.