Capítulo 7

1644 Words
Alena… Pasé el día aprendiendo cosas inútiles, según para los demás no son inútiles, pero para mí sí. Ojalá hubiera tenido tiempo para buscar algo en la casa, pero no pude hacerlo porque Inés estuvo detrás de mí todo el tiempo, es como un guardaespaldas pero para la casa. Tuvo la amabilidad de enseñarme toda la casa después de que se lo pedí, es una casa grande, una cocina con un chef y personal a su servicio, tres salas, una para invitados, otra para reuniones de los Lewis y otra de entretenimiento, dos comedores, uno para los Lewis y otro para eventos, un salón de eventos donde se pueden realizar varias actividades y varias habitaciones que tienen diversas funciones, habitación de música, para ejercitarse, para leer, para entretenimientos y también dos oficinas donde Devon Lewis trabaja, quería entrar a una de ellas o en todo caso a su habitación para ver si lograba encontrar algo, pero no pude ni acercarme, Inés me llevó al jardín donde habían más lugares que ver como un cobertizo que también me hubiera gustado verlo, pero no me permitió y una piscina, parece que la casa tiene todas las comodidades. –Es una gran casa solo para dos personas –mencioné. –Bueno, a la madre de Draco le gustaba, siempre soñó con tener una familia grande pero tuvo muchas dificultades y al final solo lo tuvo a él. –Ya veo. –Creo que es mejor que lo sepas –suspiró –. Draco ya no vive aquí desde hace algún tiempo, viene de vez en cuando, pero tiene su propio departamento en la ciudad, pero por solicitud del señor Lewis ahora vivirán aquí. Seguramente Scorcone me ayudó a eso o estaría atrapada en un pequeño departamento sin menos posibilidades de acercarme a Devon. –Es algo que le agradezco –le sonreí. –Lamento mucho lo que hizo, ahora es confuso, pero el señor Lewis siempre tiene sus razones para hacer las cosas, estoy segura que tiene una explicación para no… Aammm… pues… –Casarse conmigo –terminé la fase compadeciéndome de su tartamudeo. –Sí, lo siento. –Está bien –suspiré –. Haré lo que me pida. –¿Se conocían hace mucho? –dudó –. En el desayuno pude ver que son cercanos. Parece que me tiene vigilada. –Hace algunos meses –sonreí –. Me gustó mucho, siempre fue muy amable y atento conmigo, es una gran persona. –Ya veo, ¿tienes familia? –No –contesté –. Mi padre me abandonó y mi madre falleció hace unos años, así que solo soy yo. –Lo lamento mucho. –Está bien, ya fue hace mucho –justifiqué –. ¿Y tú tienes mucho tiempo de trabajar con Devon? –Casi tres décadas –sonrió –. La señora Lewis me contrato cuando Draco acaba de nacer, yo tomé mi lugar para ayudar en la casa, era mucho trabajo y me perdí los primeros días, pero fueron muy pacientes, vi crecer a Draco, es como mi hijo. –Eso suena muy adorable. –Lo fue, tengo unas fotografías de él por si quieres verlas y me sé todos sus gustos, los señores siempre viajaban así que me tocaba quedarme con él en la casa. –¿A dónde iban? –Viajes de trabajo, el señor Lewis siempre ha sido un hombre de negocios y en ocasiones debía llevar a su esposa a algunos eventos, pero Draco se quedaba en casa, apenas era un niño. –¿Viajaban a otra ciudad? ¿Era por varios días? Inés se me quedó viendo, estaba haciendo demasiadas preguntas, demasiado interesada en la vida de Devon, tenía que tener una excusa. –Lo siento, es que solo quería saberlo si yo tendría que hacer lo mismo, es que me da un poco de miedo los aviones. –Ah… pues sí, debían irse por varios días a alguna parte y Draco se quedaba triste sin su madre al principio, pero luego se acostumbró. –Ya veo –murmuré. –Deberías empezar a arreglarte para tu cita con Draco –me indicó. –Aún falta para que venga. –Es mejor que tengas tiempo para arreglarte y así no lo harás esperar cuando esté aquí, vamos, ve y tomate tu tiempo, yo estaré por aquí por si necesitas algo. –Gracias. No quería que estuviera por aquí, pero no iba a poder hacer nada si me seguía vigilando, lo primero que tengo que hacer es ganarme su confianza, si ha estado tanto tiempo aquí no creo que pueda deshacerme de ella, lo mejor es que vea que soy alguien confiable y que aprendo lo que me dice, así podrá irse a hacer sus cosas y yo podré entrar a la oficina de Devon y a su dormitorio. Me fui a arreglar para la cita con Draco, no puedo creer que Devon se haya escapado de ese matrimonio, todo estaba listo y él encontró la forma de escaparse, tuve que saberlo desde el principio, Devon es un tramposo. Me coloqué un vestido color esmeralda casual, me tomé el tiempo para maquillarme y peinarme, debo lucir bien, que pueda darse cuenta que me esmero en este matrimonio, aunque mi esposo no sea mi objetivo, terminé cerca de las seis, Inés me dio un té que me ayudaría con los nervios, Devon apareció primero, me levanté de inmediato cuando entró al comedor. Devon se detuvo y me miró de pies a cabeza, sonrió, parece que le agrada lo que ve, le sonreí cuando llegó a mi rostro. –Buenas noches, Devon. En ese momento Inés entró desde la cocina y nos miró. –Hola señor Lewis, ya están aquí. –Sí –volvió a mirarme –. Hola Alena, ¿Draco no ha venido? –Se fue con usted –respondió Inés –. Pensé que regresarían juntos. Hizo un mal gesto, parece que Draco se le escapó. –Salió antes dijo que pasaría por unas cosas a su departamento, seguramente no tardará en venir –indicó. –No tengo ningún problema, lo voy a esperar aquí –mencioné. –Le he dicho que venda ese lugar, ahora debe vivir aquí contigo. –Está bien, gracias –expresé –. Solo espero que venga o esté vestido pasará la noche dentro de la casa. Si Draco hacía algo bien y no venía, podía convencer a Devon de salir conmigo, podría ser mi oportunidad de acercarme. Estaba pro decir algo, pero volvió a ver a Inés y luego aclaró al garganta. –Ya veremos. Se dio la vuelta y se fue… podrá ser muy astuto, rico y hábil, pero sigue siendo un hombre y no se va a resistir a una mujer bonita. Volví a tomar mi lugar en la mesa con un suspiro. –Tranquila, seguramente Draco no tarda en aparecer –me indicó Inés. Pero si tardó, más de una hora, eran cerca de las ocho de la noche cuando Draco llegó a la casa, al menos tuvo la decencia de aparecer, no volví a ver a Devon y me quede sentada en el comedor, no me atrevía a moverme porque Inés me estaba vigilando, estaba por levantarme y subir a cambiarme, pero entonces Draco apareció, primero me miró confundido, luego fue como si se hubiera acordado. –Me retrasé en el trabajo –mintió y todos lo sabíamos porque Devon había mencionado antes, así que todos sabíamos que mentía, pero no le presté atención a su cabello alboroto o a su corbata desajustada, de cualquier forma se le veía bien. –Alena te ha estado esperando desde hace más de una hora, debiste estar aquí a tiempo, querido. –Sí, lo sé –suspiró pasando la mano por su cabello –. Lo siento Inesita, no vuelve a pasar –le dio un beso en la mejilla, parece que son unidos. –¿A dónde la vas a llevar? –le preguntó ella firme. Draco parecía pensarlo y miró la hora en su reloj, la reservación seguramente ya había pasado y no creo que se pueda conseguir un lugar decente con la misma calidad a está hora. –No es necesario –intervine –. Mejor me voy a cambiar. –No, no, no –indicó él –. Vamos, hoy era nuestra cita. –Seguramente vienes cansado del trabajo,deberías descansar –indiqué. –Estoy bien, vamos. Me extendió su mano, Inés nos estaba observando, así que tuve que tomarle la mano, estaba cálida y era demasiado grande, apenas me daba cuenta, me llevó al auto y le dio unas indicaciones al chófer. –Deberías… –le señalé el cabello. –¿Qué? ¿Tengo algo malo? –Ahora se pasó la mano por el rostro, es un desastre aunque gracioso. –Espera –me acerqué –. Te ayudo. Busque en mi bolso un pequeño peine y me acerqué a arreglarle el cabello, huele un poco a licor y menta, seguramente bebió en alguna parte, lo revisé pero no tiene ninguna marca, así que terminé en su camisa, le arreglé el cuello y le ajusté la corbata, cuando levanté la vista, me dí cuenta que me estaba mirando, aunque sus ojos iban a mis labios, sus ojos son castaños, hasta ahora lo veo bien y tiene tres lunares en la parte baja del ojo, apenas se le ven, como si fueran pecas, le quedan muy bien, de hecho, todo le queda muy bien, su nariz, sus labios finos y su mandíbula marcada que seguramente quedarían justas para mi mano, entonces pasó algo y se acercó un poco o tal vez solo me movió, no lo sé mu bien porque estamos demasiado cerca, pero algo lo hizo reaccionar y retrocedió. –Lo siento –aclaró su garganta. –Está bien. Ni yo sabía que había pasado.
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